lunes, 27 de junio de 2011

El evitacionismo


Seth
en La vida es buena si no te rindes.
sins entido.

jueves, 23 de junio de 2011

José María Antón Morla: ESCENA

Ken Rosenthal



Entra por la ventana
la claridad como si el día
hubiera florecido con la nieve
de las ramas que asoman por la tapia.

Sobre la mesa, el limpio
reposo de la luz
en el agua de un vaso;
el halo que proyectan en el suave
tapete los cristales de unas gafas
para vista cansada;
aún tibia la ropa
recién planchada
y olorosa a las manos de mi madre.

Perduran no sé dónde
los objetos y vuelven
de dentro de nosotros y componen
esta escena que ahora me conmueve.



José María Antón Morla
en El don de la luz.
Jizo de Literatura Contemporánea.

martes, 14 de junio de 2011

Vocación de escritor


-Sabes, a mí me ocurre muchas veces lo mismo que a ti, y entonces lo escribo en mi diario. Tú no estás sola, de veras que no. Tú no estás sola.

Miriam no manifestó reacción alguna, ni siquiera cuando Micha le prometió:
-Si quieres, te los leeré mañana, me refiero a mis diarios.
A continuación se despidió y se dirigió como una exhalación a su casa, colgó un Prohibido el paso en la puerta de su habitación y puso manos a la obra. Porque el problema era que Micha jamás había escrito un diario. Y ahora no le quedaba más remedio que hacerlo.
...

Cuando llegó a casa de Miriam con sus diarios, Micha la encontró tumbada en la cama tan apática como el día anterior, con la mirada clavada en el techo de la habitación. Micha cogió el primer diario y se lo enseñó:
-Fíjate -le dijo-, en esta época yo, más que escribir, garabateaba.
Miriam no mostró la menor reacción.
-Bueno, voy a empezar -comentó Micha carraspeando-. Leeré en voz alta: "Querido diario, hoy ha sido un día importe porque hemos aprendido la eme. Ahora vale la pena comenzar el diario, porque al fin puedo escribir una palabra importantísima que hasta hoy sólo podía pensar: ¡MIERDA!".
Miriam sonrió. Micha, que no quería que le interrumpieran nada más empezar, advirtió:
-Un momento, un momento, que todavía sigue...
Pero de repente se detuvo y comprendió que Miriam había vuelto a la vida. Percibía las cosas, escuchaba, reaccionaba, ¡sonreía! Micha estaba radiante de alegría:
-Has... he...
Miriam exhibió una sonrisa resplandeciente y, al final, le rodeó el cuello con sus brazos, lo atrajo hacia sí y cumplió por fin su promesa: le enseñó cómo besan los occidentales.

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Quien de verdad quiera conservar en la memoria lo sucedido, no debe entregarse a los recuerdos. el recuerdo humano es un proceso demasiado agradable como para retener el pasado; es lo contrario de lo que pretende ser. Porque el recuerdo puede más, mucho más: realiza con tenacidad el milagro de concertar la paz con el tiempo ido, en la que se volatiliza cualquier asomo de rencor y el blando velo de la nostalgia se deposita sobre todo lo que se percibió como duro acerado.

Las personas felices tienen mala memoria y hermosos recuerdos.

Thomas Brussig
en La Avenida del Sol.
Siruela.

miércoles, 8 de junio de 2011

Soren Peñalver: Premonición

A.E.E.C.R


Alguna vez, de forma pronta
y visualmente, me ha ocurrido
tener conciencia de mi muerte
(o nuestra muerte).
En un país
populoso y soleado, del Medio
oriente o del Norte de África,
al volver un mediodía del mercado,
bajo el brazo los periódicos
que hablen de nuestra patria...
Y parece que lo haya visto
en un film de Yolmaz Güney.

Acaso contemplarías tú la escena
tras los cristales. Nos miraríamos
así unos instantes, con la sensación
que poseyera el alma de Panagulis
en el momento de estallar en su coche
por la carretera nocturna, recta
hacia el mar, en Vouliagmeni,
aquella madrugada de un Primero
de Mayo de hace veinte años.

Unos minutos rápidos mis ojos
en tus ojos se detendrían
para la despedida última,
con la ternura acostumbrada
entre nosotros, y en la confianza
mutua y sin patetismos de nuestra
amistad.
Después, tú, si acaso
me sobrevivieras, comprenderías
la significación de mis palabras
de aquella otra noche de un verano
ya lejano, durante la velada alegre
con los amigos de otro tiempo y otro
ambiente sensible a las artes,
elegante, lujoso, cultivado...

En ese país de nuestra elección,
económicamente pobre, voluptuoso
de hábitos, y también austero,
la muerte, que me vendría de repente
(en atentado múltiple o por infarto),
cerraría, al fin, el ciclo de una vida
imperfecta pero sin rencor, envidia
ni ambiciones, susceptible sólo
a la injusticia, apasionada.
Mientras,
el fantasma que no logró ser exorcizado
por la acción de los poderosos seguiría
asediando a Europa, los restantes
continentes, cada rincón e isla
del planeta.
Y con una oración
de moribundo se cerrarían mis labios;
mas no así mi corazón, que enterrado
en su tumba común, ahogaría apenas
su grito:
"!Ah, no estar yo presente
en todas las ocasiones de infamia".


Soren Peñalver
en Cantos del peregrino.
Museo Ramón Gaya.