Señora de los ojos almendrados,
la señoría del país del mar,
señora de los báculos de nieve:
ha troquelado el tiempo un medallón
con tu rostro y mi rostro: nada somos
sin este recorrido de bengalas,
para que así podamos vivir más
("hacer es vivir más", dijo Aleixandre)
y ser rayo y relámpago y candela:
lejano, el trueno nos dirá las voces
como, en un verso de Eliot, un tañido
suena después de la última campana,
dice la hora que el reloj no dice,
la de Gertrud de Dreyer, campanada
de hora que no es hora, intemporal.
La redecilla de tus sueños rubios,
la leonera de la intensidad
se han replegado hacia tus ojos claros,
en su resplandeciente cacería.
En los vientos ingrávidos, la noche
reconoce el tamiz de la centella:
está en tus ojos. Dame en estas manos
el árbol rojo de la juventud.
Pere Gimferrer
en Alma Venus.
Seix Barral.