TAMBIÉN saben los árboles lo que es la simetría
y violentan su cuerpo cuando crecen.
Una mano se alza, araña el aire,
no asume la distancia, busca el cielo.
Se camufla de hojas, de flores y de frutos,
da cobijo a los pájaros, se afana
en los quehaceres propios de su nombre,
bebe la luz, se esconde en la belleza acaso
para esconder también aquel empeño inútil
al que regresa siempre cuando completa el círculo,
se desnuda e intenta, desesperadamente,
llegar tan alto
en vano.
La otra, que sujeta todo el árbol
al suelo y lo mantiene vivo y recto,
la que lo ancla a la tierra firmemente,
se hunde en la humedad sin luz ni horas,
se hipertrofia y encuentra su alimento
en lo podrido.
Y al diestra no sabe lo que hace la siniestra.
También saben los árboles lo que es la simetría
y de la enfermedad del crecimiento
en todas direcciones.
Manuel Pujante
en La zarza y la ceniza.
Balduque.
y violentan su cuerpo cuando crecen.
Una mano se alza, araña el aire,
no asume la distancia, busca el cielo.
Se camufla de hojas, de flores y de frutos,
da cobijo a los pájaros, se afana
en los quehaceres propios de su nombre,
bebe la luz, se esconde en la belleza acaso
para esconder también aquel empeño inútil
al que regresa siempre cuando completa el círculo,
se desnuda e intenta, desesperadamente,
llegar tan alto
en vano.
La otra, que sujeta todo el árbol
al suelo y lo mantiene vivo y recto,
la que lo ancla a la tierra firmemente,
se hunde en la humedad sin luz ni horas,
se hipertrofia y encuentra su alimento
en lo podrido.
Y al diestra no sabe lo que hace la siniestra.
También saben los árboles lo que es la simetría
y de la enfermedad del crecimiento
en todas direcciones.
Manuel Pujante
en La zarza y la ceniza.
Balduque.