lunes, 25 de mayo de 2009

Las miradas oblicuas


miércoles de julio de 2004

De una noche en que estaba en la cocina, friendo unos filetes para la cena, de espaldas a la puerta. Y en eso entró él y dijo:

-Estás cansada.

Esa nonche, del mismo modo que él vio con toda nitidez que yo estaba cansada, yo vi, con idéntica claridad, que amar es también, saber leer en la espalda de la persona amada. No la frente, no la sonrisa, ni la mirada, ni el cuerpo desnudo: una espalda, con el lazo del mandil bien visible en la cintura, en la cocina, a la demacrada luz de un fluorescente.

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viernes 17 de diciembre de 2004


No sé qué es más maravilloso:
Que las palabras estén realmente escritas sobre el cielo
o que tenga el don de leer palabras donde sólo hay nubes.

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jueves 12 de abril de 2007

Sus palabras, miguitas de pan que iba dejando
por el camino.
Sus actos, los pájaros que se las iban comiendo.

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martes 8 de mayo de 2007

La vida es frágil y hermosa
(e irrepetible: si quieres comer tortilla, sólo tienes que romper los huevos:
hazlo antes de que sea tarde).

Lo que sucede -nos enseñan- es transitorio, efímero;
todo lo que tiene comienzo tendrá un final
(y es perfecto así: sólo duele si intentas hacer que dure).

Lo que haces dará, tarde o temprano, fruto
(tanto lo bueno como, ya sabes, todo lo demás:
intenta no endeudarte
ni con los bancos
ni con nadie).

Así que de lo que se trata -me parece a mí-
es de ver cómo son las cosas en realidad
(renunciar a creer en la solidez de los espejismos
al mismo tiempo
que los disfrutas
o los sufres).

Y mientras tanto
caminanos:
sigo estando a tu lado.



Berna Wang
en La mirada oblicua.
adamaRamada.
También en RNE3.

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