miércoles, 10 de febrero de 2010
Fiesta en la oscuridad
Algo como un remoto mar ha puesto
en el amor su canto. Sé en qué fruto vencido,
sobre qué oscura rama, silenciosos, alegres, hondos,
cuando la dolorosa
simiente de la vida inútilmente cuaja
y en silencio es su música, en qué dolor, sobre qué río
tembloroso y amargo, vendrá la muerte.
Yo sé en qué sueños
somos otros, en qué perdido aliento
suena la poderosa madurez de la vida, en qué noche, sobre qué amor
es su sonido y es su fiesta hermana.
Para nosotros nunca son sus notas
luminosas y alegres, nunca
la compañía de la vida viene aunque la amemos, aunque anidemos
junto a su canto hermoso. Sube la soledad a la más triste
inocencia del hombre, y allí es el cauce y la pasión, el rastro
donde una luz de tembloroso gesto o duro olvido, canta y puebla a la sangre
de juventud efímera. Iluminada por la muerte, acaso sea su llanto
solo sobre la vida. Como castigo el trino de su sombra nos vence. Tiembla la duda
de vivir o morir. Y todo como
una larga esperanza, una injusta esperanza, está dispuesto.
Diego Jesús Jiménez
en Fiesta en la oscuridad.
Bartleby Editores.
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