Los nombres no designan a las cosas:
las envuelven, las sofocan.
Pero las cosas rompen
sus envolturas de palabras
y vuelven a estar ahí, desnudas,
esperando algo más que los nombres.
Sólo puede decirlas
su propia voz de cosa,
la voz que ni ellas ni nosotros sabemos,
en esta neutralidad que apenas habla,
este mutismo enorme donde rompen las olas.
Roberto Juarroz
En Poesía vertical.
Cátedra.
Edición de Diego Sánchez Aguilar.
un gran libro, sí señor, sobre todo el prólogo
ResponderEliminarModestooo, que te quedas corto. ¿Con la lectura del prólogo, que ya he hecho y con gran placer -que hasta me he enterado-, estoy eximido de leer la tesis completa?
ResponderEliminarel prólogo está muy bien pero eso es sólo metalenguaje. En otras palabras, un preludio, una pequeña abertura en la pared.
ResponderEliminarEl lenguaje auténtico lo encontramos en las palabras deseadas de Juarroz a través de sus poesías verticales.
Y eso es así.
Un gran saludo!
Pues sí, Marcelo, estoy de acuerdo en que el prólogo es un preludio y que lo que sustenta en última instancia el libro es la poesía de Juarroz, sin la que, por otro lado, no habría volumen posible. Pero también es verdad que Diego Sánchez tiene la capacidad de ahondar hacia arriba o verticalmente o como sea que diría Juarroz en un mundo poético apasionante pero complejo.
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ResponderEliminarFantástico poema. Con tu permiso, lo tomamos prestado para ZdeP. Un saludo muy cordial.