Para Peter, in memoriam
"Debes mostrar las cosas, no explicarlas",
decía, tras la nube de un Ducados,
una tarde -noviembre, 88-
en el Iruña. "Fíjate en Dafoe,
cómo inaugura todo lo que nombra:
Vi por primera vez una tortuga..."
Sobre la mesa, unos papeles míos
salpicados del rojo de su lápiz,
como un rabioso Pollock que escrutaba
su mirada esmeralda. Y, tras un sorbo:
"Evita lo trivial del reportaje,
un poema ha de ser para el idioma
lo que el cristal para la arena". Afuera
la lluvia había hecho su trabajo
en los cloisons que perfilaban, mudos,
los charcos de la Plaza del Castillo
y al decirnos adiós sentí en su mano
fervor y fuerza. Acaso sin saberlo,
me dio a entender lo mismo que esa lluvia:
que un verso de por sí no cambia el mundo
sino que es un mundo, una conjura
susurrada al oído de un extraño,
un modo de esperar, un santo y seña.
Gabriel Insausti
en Línea de nieve.
Pre-textos.
"Debes mostrar las cosas, no explicarlas",
decía, tras la nube de un Ducados,
una tarde -noviembre, 88-
en el Iruña. "Fíjate en Dafoe,
cómo inaugura todo lo que nombra:
Vi por primera vez una tortuga..."
Sobre la mesa, unos papeles míos
salpicados del rojo de su lápiz,
como un rabioso Pollock que escrutaba
su mirada esmeralda. Y, tras un sorbo:
"Evita lo trivial del reportaje,
un poema ha de ser para el idioma
lo que el cristal para la arena". Afuera
la lluvia había hecho su trabajo
en los cloisons que perfilaban, mudos,
los charcos de la Plaza del Castillo
y al decirnos adiós sentí en su mano
fervor y fuerza. Acaso sin saberlo,
me dio a entender lo mismo que esa lluvia:
que un verso de por sí no cambia el mundo
sino que es un mundo, una conjura
susurrada al oído de un extraño,
un modo de esperar, un santo y seña.
Gabriel Insausti
en Línea de nieve.
Pre-textos.
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