lunes, 16 de abril de 2018

Nuria Barrios: Tres horas de diferencia

TRES HORAS DE DIFERENCIA

separan mi día del día de Steven.
Nuestras voces recorren la distancia 
saltan de una antena 
                              a un repetidor a 
                                                   las ondas que ahora impulsan 
una bandad de gansos que migran al sur.
En el aire se cruzan las noticias:
Mi madre sigue viva.
Mis padres siguen vivos.
Los gansos transportan el ritual del encuentro
Como un cartel publicitario 
ondeando 
en la cola de una avioleta.
Me dice: mi mujer acaba de despertar.
Un zumbido distorsiona su voz: 
tiene un linfoma de Hodgkin. 
Recuerdo bien a su mujer 
viví con ellos un verano.
Steven me dejaba su coche para ir al trabajo 
un BMW automático blanco 
nada que ver con mi Renault 5 gris 
cuatro marchas 
tres puertas 
de segunda mano.
Yo iba por la autopista americana 
hacia un trabajo de mierda 
como na rapera blanca 
en un deportivo blanco.
Cuando regresaba a la casa 
me sentaba en un sofá de cuero negro 
con un libro y un vaso de leche 
en el salón solitario.
Una noche entraron Steven y su mujer.
Ella le dijo:
Dile que coja un posavasos.
Sí, recuerdo bien a su mujer.
Me gustaba más su amante 
tenía sangre irlandesa 
un exmarido borracho y un periquito azul.
Al final del día 
colocaba alpiste en sus labios 
abría la jaula del pájaro 
y al norte de Harlem 
en una cocina diminuta 
acaecía el milagro de la Anunciación: 
un rostro de mujer arrebolado 
y en us boca, prendido, un latido azul.
La voz de Steven se alza sobre el recuerdo: 
todos nacemos con un destino 
sólo podemos seguir nuestra estrella.
Y cuelga.
Los gansos continúan su viaje ineluctable hacia el sur 
mientras Steven y yo retomamos nuestro camino 
con tres horas de diferencia.


Nuria Barrios
En La luz de la dinamo.
Fundación José Manuel Lara. Vandalia.

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