SONIDO DEL VIENTO ENTRE LOS PINOS
ESCUCHABA el sonido del viento entre los pinos,
inunda las entrañas su tristeza,
suena como el rumor del oleaje,
alto en el cielo meciendo las copas
de los grandes árboles.
Es espantoso y profundo el desamparo
del sonido del viento entre los pinos.
Desoladora música,
es imposible olvidarla.
Como si el mundo llegara a su término,
vibra el sonido del viento,
el constate sonido del viento,
del dios sin figura que rasguea
como un koto las copas de los pinos.
UN BOSQUE DENTRO DEL SONIDO
Los pinos meciéndose,
el humo dispersándose,
un bosque dentro del sonido.
Pérdidas mis piernas,
el narciso en el agua reflejado,
rostros desvanecidos en el sueño.
Frío viento,
recuerdo blanco de camelias,
intermitencia de la cálida lluvia.
En la orilla del río,
esperamos con calma a que se aclare el agua
y retoñe el sauce.
Quema el tiempo, aun ahora, en las ruinas del incendio.
Yo, que vivo aquí sobre esta tierra, soy otro.
PÉTALOS
COMO los pétalos
de una flor,
incontables,
el tiempo,
marchito, disipado.
La suma de las vidas
de los hombres
se hundió en silencio en el olvido,
alimento para el pez de cola roja.
Bajo la luz lunar,
en los rabiones,
fluían, flotaban pétalos.
Entre las rocas,
esparcidos,
en lo oscuro.
Pero continuaba el tiempo floreciendo.
Shinkichi Takahashi
En En la quietud del mundo.
Editorial Pre-textos.
ESCUCHABA el sonido del viento entre los pinos,
inunda las entrañas su tristeza,
suena como el rumor del oleaje,
alto en el cielo meciendo las copas
de los grandes árboles.
Es espantoso y profundo el desamparo
del sonido del viento entre los pinos.
Desoladora música,
es imposible olvidarla.
Como si el mundo llegara a su término,
vibra el sonido del viento,
el constate sonido del viento,
del dios sin figura que rasguea
como un koto las copas de los pinos.
UN BOSQUE DENTRO DEL SONIDO
Los pinos meciéndose,
el humo dispersándose,
un bosque dentro del sonido.
Pérdidas mis piernas,
el narciso en el agua reflejado,
rostros desvanecidos en el sueño.
Frío viento,
recuerdo blanco de camelias,
intermitencia de la cálida lluvia.
En la orilla del río,
esperamos con calma a que se aclare el agua
y retoñe el sauce.
Quema el tiempo, aun ahora, en las ruinas del incendio.
Yo, que vivo aquí sobre esta tierra, soy otro.
PÉTALOS
COMO los pétalos
de una flor,
incontables,
el tiempo,
marchito, disipado.
La suma de las vidas
de los hombres
alimento para el pez de cola roja.
Bajo la luz lunar,
en los rabiones,
fluían, flotaban pétalos.
Entre las rocas,
esparcidos,
en lo oscuro.
Pero continuaba el tiempo floreciendo.
Shinkichi Takahashi
En En la quietud del mundo.
Editorial Pre-textos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario