Sin movernos de casa, tú y yo
Hemos ido evocando
la nieve donde hallamos nuestro amor.
Hacía poco que nos conocíamos
y ese día estuvimos los dos juntos,
hasta la madrugada, por las calles
que iluminaba aquella luz
cálida, blanca y fría.
Descubrimos así una intimidad
desconocida aún para nosotros.
Tu mano enguantada y dentro de mi mano
había comenzado a salvarme la vida.
Luminosos y oscuros, transcurrieron
sesenta años: incluso en los más duros
tuvimos el calor de las calles nevadas.
También en este último: cuando, debilitado
por una quimioterapia que no me ha podido
curar este linfoma, te he tenido a mi lado
con la misma sonrisa, y ayudándome
a componer estos poemas.
Te los ofrezco hoy, acabando este año
que para mí ya está dentro los que fueron
los más felices de mi vida.
Joan Margarit
en Animal de bosque.
Visor poesía. Colección palabra de honor.
Es la nIeve, no la nUeve. Por favor, corrija la errata.
ResponderEliminarMucahs gracias, corregido.
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