miércoles, 13 de julio de 2022

Ana Luísa Amaral: Dos poemas de Mundo.

EXPERIMENTOS Y EVIDENCIAS


Cuando yo era una niña,

hacíamos en la escuela experimentos

con dos imanes

y una hoja de papel


Era una danza extraña

y fascinante,

la del imán posado en el papel

obedeciendo al otro, al encubierto,

un hércules de fuerza

misteriosa


Durante mucho tiempo

yo creí

que el magnetismo era cosa

de hombres sabios, aquella cometa

de Benjamin Franklin se grabó en mi memoria:

la cometa volando

y entre las nubes, el relámpago

y la promesa de apresar la luz


Yo no sabía entonces que hace sólo unos años

pudo por vez primera una mujer

usar un telescopio de excelencia,

probar que existe la materia oscura

en la belleza del momento angular

de las galaxias


Lo interno de la Historia

rechazado por siglos,

el cuerpo en negativo de tantas antes que ella:

como un grano de arena

de cara al negativo del desierto

--durante tantos siglos--


No obstante, se movieron,

una danza de carga positiva volando

en el papel, tal como es invisible casi toda

la materia, pero existe


(Está más que 

probado).


GENEALOGÍAS. IMPRESIONES Y VUELOS


Era de Angola y negra mi tatarabuela,

encontré el otro día su nombre en el verso

no de un poema disperso en un cajón,

sino en un papel impresionado

con luz y cristales de plata


Fue su hijo el que escribió

el nombre en la fotografÍa, en gesto de memoria.

todavía lo recuerdo, vagamente,

yo era muy chica, él casi estaba ciego,

era violoncelista, el bisabuelo

hablaba despacito y con un ritmo

incierto y delicado


Se destiérrenlos ambas por la edad,

foto y tatarabuela:

su cabellera blanca en caracoles

(ínfimos ojos de ave tropical)

y ese cutis tan liso que le envidio, yo

que heredé su nombre, pero no la tersura

ni el color de su piel


Quizá mi hija podría revelar

pigmentos transmitidos

por esa mujer dulce,

como aún alcanzó a decir mi abuela,

mas los ojos azules de mi hija

le vinieron de nuevas impresiones


El pigmento lanzado por el tiempo

De ADN común

Le ha llegado a mi hija

En invisible capa: en figmento de piel

Imperceptible, una herencia de voz:

En música de mora más que de violoncelo

Con su ritmo europeo


No se extinguen realmente los volcanes,

Antes han de abrigar, en conmoción de luz,

Reimpresiones nuestras

Teñidas por la música de eternos filamentos:

Pájaros que algún día, la copia nunca igual,

Pero de tan gloriosa imperfección

Que el vuelo les es ala




Ana Luísa Amaral

en Mundo.

Traducción de Paula Abramo.

Poesíasextopiso.

lunes, 11 de julio de 2022

Juan de Dios García: Dos poemas de Canto fenicio

Generación del 75


Mi padre empezó el año entrando en mi madre con descuido. Cuando llegó el otoño, lo reclutaron para la Guerra del Sáhara y en las escalerillas del avión lloró por primera vez ante su esposa embarazada.

Frranco murió y David Bowie dedicó un disco a los jóvenes americanos. Dos décadas después creí que la literatura era fumar hierba y beber cerveza en un piso de estudiantes, leyendo en voz alta un libro de Kavafis y sonando de fondo el órgano de Ray Manzarek.

En una de esas fiestas a alguien se le ocurrió preguntar si estaríamos dispuestos a aniquilar todas las religiones del mundo. El sí colectivo fue apoteósico. Tocaba decidir cuál iba a ser el orden de ejecución. Había dudas entre si la segunda debía ser el islam, el judaísmo o el cristianismo, pero la primera la teníamos todos muy clara.

Estábamos hechos de velocidad, pero eso no era la literatura.

No puede uno elevarse sin ensuciarse las manos, por eso hoy solo tengo una tormenta y un paraguas agujereado, por eso nunca he escrito un poema sobre mi madre. ¿No lo estoy haciendo siempre? Me estremece aún ese niño asustado, buscándola, perdido entre la multitud del mercadillo de los miércoles.



Introversión

 Cada vez más oriental. Mi oficina es un lago interior. Me siento a escribir delante del ordenador totalmente desnudo.

Mientras al mundo le crece el cabello, yo solo persigo un trozo de eternidad congelado en el pecho. El truco está en que parezca que todo sucede por primera vez y que las olas te siguen dejando en el mismo lugar: siempre hacia arriba, como el humo y el poder.

Qué difícil se hace regresar de la libertad. Qué sencillo morir en ella. Qué poco importa el blablablá de los enamorados del éxito, con vocabulario napolitano y una nariz de pico de ave.

Dejé de amar para dejar amar.

La jaula está abierta y vacía. Puedo ya descansar.

Cuelgo la piel sobre el tejado, el levante la perfuma.

Me estoy transformando en un proverbio chino.



Juan de Dios García

en Canto fenicio.

Chamán ediciones.