No temas que el deseo en ti despierte
recelo, desazón, melancolía:
amémonos sin miedo, Lesbia mía,
y juntos, desafiemos a la muerte.
Yo soy de los que creen que la suerte
sonríe a quienes tienen la osadía
de amar con diurnidad y alevosía,
pues lo que no nos mata nos pervierte.
Perdamos los modales y el respeto,
bebamos, rodeémonos de flores
sin miedo a sucumbir a los excesos
y lejos de envidiosos y aojadores,
escapemos sin rumbo y en secreto
muramos coronándonos de besos.
Fulgencio Antonio López Agüera
en Del tiempo y su miseria.
Pre-textos. Premio Villa de Cox