Ha pasado la noche y ahora
te desnudas
de pie junto al estanque. Una prenda
tras otras
-la noche era un temblor y te has quitado
tanto peso de encima-. Pero acaso
también
cierto pudor. O no. Es más fácil
así
-así es como si
te hicieras del paisaje-. Hay cierto
escalofrío. Cierta duda y acudes
a Giorgione a Tiziano
y todo es de nuevo
natural. Es todo muy hermoso y te detienes
a
respirar la hermosura. Levantas el talón. Un gesto
tan suave
como
el de Flora o Diana
en
los frescos de Pompeya
como
el de Eurídice
en
el relieve que, sí, canta Rilke
-allí estaba
en
los sótanos de Nápoles
hablando
de una despedida-. Levantas el talón
decía y suavemente
te adentras en el agua. Hay un cielo entre gris
y rosado
y asoma entre las nubes un azul
que nunca has conocido.
Ada Salas
en Arqueología.
Pre-textos. Colección Cruz del Sur.
a
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