viernes, 14 de octubre de 2011
Poemas de Mary Jo bang
Háblame
Háblame, le dijo él.
Se inicia la narración y nos ocupamos de los matices.
La suerte de gramática. El color y el tono
del tiempo verbal. Siempre hay una excepción
pero siempre una regla.
El lenguaje a la deriva
de la vida cotidiana.
Háblame y cuéntame qué
pasa en el mundo. Y eso del hombre
que se convierte en piedra.
Como Sísifo, ella carga con un niño
hasta que aparece de nuevo por detrás sobre
la línea del horizonte del abismo del desastre.
La lluvia se ha demorado un poco.
El sol de la escena se percibe
en la multitud de motas que fluyen en el lumen de la lámpara.
Un trávelin arrastra la lámpara hacia atrás
hasta que el punto amarillo llega a ser mucho
mayor. ¿Qué orilla del lago, pregunta él,
está más cerca del Leteo?
...
Apertura
(2)
Abre la puerta y mira dentro.
El gato negro mágico araña el sofá.
La lámpara de medianoche va perdiendo luz.
Una mujer se quita la ropa.
Su pijama ha sido planchado
y se mete en una cama de flores.
Ofelia yace en el estanque del parque,
huérfana por un instante en la oscuridad.
Cántame una canción, tesoro, te lo suplico.
...
Ahora
Ahora, dijo ella, ¿sabes
cómo me siento? No, dijo él,
no sé nada.
Soy solamente, como tú me has descrito,
ceniza en una urna. No, dijo ella,
eso no es lo que quería decir
cuando lo dije. Eres todas las cosas
y además eso. Es la ironía
del lenguaje quien te ha descrito así.
Reducido
al después del dolor
que durará toda mi vida. El dolor
hasta la raíz del pelo de una madre
cuyo hijo ha sido barrido del mundo
por la escoba punzante
de todos sus fallos involuntarios.
Lo que ella había querido decir es que
el cuerpo como ceniza es insuficiente.
Mary Jo Bang
en Elegía.
Bartleby Editores.
Traducción de Jaime Priede.
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