Te contaré mi viaje:
un momento que asume los momentos,
que resume en su trémolo lo que fue y bien será,
porque en la piel se estarce el sudor de la mañana,
pero también mañana es un viaje al ayer.
La vista asida a la ventanilla del coche
mientras cruzamos las fronteras,
donde nadie es de aquí, y en cuanto se pronuncia
(aquí) deviene un nombre propio que a nada nombra.
Hay que andar hacia el otro, traspasarlo,
para alcanzarnos a nosotros mismos:
la primera mirada sólo existe
en tanto que se busca, una espera
aún por revelar. In my end is my beginning.
Y por eso eres tú la misma y su contraria
en todas las mujeres que jalonan mi ruta,
hablándome en mi lengua o en idiomas
que desconozco pero sé qué dicen:
lloro porque no puedo amarte, y porque
la Historia a ratos baila de puntillas,
Lenin guillotinado (como todos los dioses)
en el vals del Danubio. Parece que fuera a levantar
el telón sin aviso, que lograremos resolver al fin
el jeroglífico de balas y morteros
que ensucia el mar de tarde en tarde.
La niebla es una fiesta, algunos muertos
escampan en la niebla. Ya es la hora
¿Cuánto ha durado el viaje? ¿Un día? ¿Treinta años?
¿Cuántas décadas hay entre el martes y el miércoles?
Es hacia dentro donde la mirada
palpa las cosas, reconoce,
como manos de ciego. Donde el viaje
no empieza ni termina. Donde el verso extravaga.
Donde la luz es otra
Alberto Chessa
en La impedimenta.
Huerga & Fierro, 2017.
un momento que asume los momentos,
que resume en su trémolo lo que fue y bien será,
porque en la piel se estarce el sudor de la mañana,
pero también mañana es un viaje al ayer.
La vista asida a la ventanilla del coche
mientras cruzamos las fronteras,
donde nadie es de aquí, y en cuanto se pronuncia
(aquí) deviene un nombre propio que a nada nombra.
Hay que andar hacia el otro, traspasarlo,
para alcanzarnos a nosotros mismos:
la primera mirada sólo existe
en tanto que se busca, una espera
aún por revelar. In my end is my beginning.
Y por eso eres tú la misma y su contraria
en todas las mujeres que jalonan mi ruta,
hablándome en mi lengua o en idiomas
que desconozco pero sé qué dicen:
lloro porque no puedo amarte, y porque
la Historia a ratos baila de puntillas,
Lenin guillotinado (como todos los dioses)
en el vals del Danubio. Parece que fuera a levantar
el telón sin aviso, que lograremos resolver al fin
el jeroglífico de balas y morteros
que ensucia el mar de tarde en tarde.
La niebla es una fiesta, algunos muertos
escampan en la niebla. Ya es la hora
¿Cuánto ha durado el viaje? ¿Un día? ¿Treinta años?
¿Cuántas décadas hay entre el martes y el miércoles?
Es hacia dentro donde la mirada
palpa las cosas, reconoce,
como manos de ciego. Donde el viaje
no empieza ni termina. Donde el verso extravaga.
Donde la luz es otra
Alberto Chessa
en La impedimenta.
Huerga & Fierro, 2017.
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