Se parece más al sonido
de una cierva
cuando la punta de la clecha
reemplaza el día
con una respuesta
al zumbido hueco
de las costillas. Lo vimos venir
pero seguimos atravesando el agujero
en el jardín. Porque las hojas
eran verde p uro y el fuego
tan sólo una pincelada rosa
en la distancia. No se trata
de la luz, sino de cuánto
te oscurece dependiendo
de dónde te sitúas.
Dependiendo de dóno te sitúas
tu nombre puede sonar ocmo una luna llena
desmenuzada sobre la piel de una cierva muerta.
Tu nombre cambió al ser tocado
por la gravedad. La gravedad, rompiendo
nuestras rótulas sólo para mostrarnos
el cielo. Por qué
seguimos dicendo Sí,
incluso con todos esos pájaros.
¿Quién nos creería
ahora? Mi voz se rompe
como huesos en las bocinas.
Qué tonto. Pensé que el amor era real
y el cuerpo imaginario.
Pensé que un solo acorde
era suficiente. Pero aquí estamos,
parados en el campo frío
de nuevo. Él llmamando a la chica.
La chica a su lado.
Briznas de hierba congelada se quiebran
bajo sus pezuñas.
Ocean Vuong
en Cielo nocturno con heridas de fuego.
Vaso Roto Poesía.
Traducción de Elisa Díaz Castelo
de una cierva
cuando la punta de la clecha
reemplaza el día
con una respuesta
al zumbido hueco
de las costillas. Lo vimos venir
pero seguimos atravesando el agujero
en el jardín. Porque las hojas
eran verde p uro y el fuego
tan sólo una pincelada rosa
en la distancia. No se trata
de la luz, sino de cuánto
te oscurece dependiendo
de dónde te sitúas.
Dependiendo de dóno te sitúas
tu nombre puede sonar ocmo una luna llena
desmenuzada sobre la piel de una cierva muerta.
Tu nombre cambió al ser tocado
por la gravedad. La gravedad, rompiendo
nuestras rótulas sólo para mostrarnos
el cielo. Por qué
seguimos dicendo Sí,
incluso con todos esos pájaros.
¿Quién nos creería
ahora? Mi voz se rompe
como huesos en las bocinas.
Qué tonto. Pensé que el amor era real
y el cuerpo imaginario.
Pensé que un solo acorde
era suficiente. Pero aquí estamos,
parados en el campo frío
de nuevo. Él llmamando a la chica.
La chica a su lado.
Briznas de hierba congelada se quiebran
bajo sus pezuñas.
Ocean Vuong
en Cielo nocturno con heridas de fuego.
Vaso Roto Poesía.
Traducción de Elisa Díaz Castelo
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