miércoles, 3 de octubre de 2018

Ocean Vuong: Eurídice

Se parece más al sonido
           de una cierva
cuando la punta de la clecha
           reemplaza el día
con una respuesta
          al zumbido hueco
de las costillas. Lo vimos venir
          pero seguimos atravesando el agujero
en el jardín. Porque las hojas
         eran verde p uro y el fuego
tan sólo una pincelada rosa
         en la distancia. No se trata
de la luz, sino de cuánto
         te oscurece dependiendo
de dónde te sitúas.
         Dependiendo de dóno te sitúas
tu nombre puede sonar ocmo una luna llena
         desmenuzada sobre la piel de una cierva muerta.
Tu nombre cambió al ser tocado
          por la gravedad. La gravedad, rompiendo
nuestras rótulas sólo para mostrarnos
         el cielo. Por qué
seguimos dicendo ,
         incluso con todos esos pájaros.
¿Quién nos creería
         ahora? Mi voz se rompe
como huesos en las bocinas.
         Qué tonto. Pensé que el amor era real
y el cuerpo imaginario.
         Pensé que un solo acorde
era suficiente. Pero aquí estamos,
         parados en el campo frío
de nuevo. Él llmamando a la chica.
        La chica a su lado.
Briznas de hierba congelada se quiebran
        bajo sus pezuñas.


Ocean Vuong
en Cielo nocturno con heridas de fuego.
Vaso Roto Poesía.
Traducción de Elisa Díaz Castelo

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