Sabía que solo era un traje,
Pero se me olvidó.
Y justo cuando decidiste
Quitártelo
Me acordé temerosa
Y enseguida me pregunté:
《¿Por qué temerosa?
Es tan solo un traje
Incluso si durante tantos años
El mundo creía que eras tú》.
Ahora, en fin, ya no hay confusión posible.
Estaba ahí tirado, arrugado,
Ajado de tanto llevarlo puesto, desgastado,
Sin nada que ver contigo,
Ajeno, bajo las flores,
Se me olvidó mirarlo,
sentía cómo tu incansable mirada
Lo contenía, junto a todos nosotros,
Sin ningún interés ya para ti.
No te veía porque, como en la novela de Wells,
Solo el traje te hacía visible
Y únicamente la nieve
Que te caía en los hombros y en el pelo
Delataba tu presencia,
Pero dentro de la iglesia no nevaba.
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Se nos morían los padres, los abuelos,
Se nos morían los amigos,
Nosotros éramos espectadores.
Era algo que les sucedía
Siempre a los demás
Y no teníamos tanta imaginación como para
ponernos en su lugar
Ni siquiera en broma.
En realidad, no la tuvimos
Ni cuando nos sucedió a nosotros,
Ni tú, ni yo
Nos lo creíamos
Y esperamos juntos a que sucediera.
O, tal vez,
Solo yo esperaba.
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Nos encontramos como en una pompa de jabón
Que, de vez en cuando, consigo
Crear,
Brillante, transparente,
Con nosotros dos dentro,
Bellos y felices,
Conscientes
De que todo dura solo unos segundos.
No obstante, todo es tan milagroso,
Y quién sabe si ahí dentro
Un segundo
No dura
Miles de años.
Ana Blandiana
En Variaciones sobre un tema dado.
Traducción de Viorica Patea y Natalia Carbajosa
Visor poesía.
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