domingo, 16 de marzo de 2008

Poemas de Luis Muñoz

UNA VEZ NADA MÁS

Le puso el nombre de él a cada cosa
que le importó otras veces:
a las mañanas limpias junto al mar,
en que cabecean ligeras
las barcas de regreso, y se conmueve el sol
en enjambres pequeños como recién pescado.
A las horas pasadas sobre su cama sola,
la soledad que tiene el cielo del crepúsculo, la escala del silencio
y el ala de los sueños. A recorrer un libro,
amanecer muy tarde, y a las noches del sábado.
Era entregar el alma, le advirtieron algunos.
Una vez nada más, le respondió a su amigo.

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RÁPIDO

Le sujeta una mano mientras duermen.
La luz de la mañana va a ese punto
abriéndose en las hojas de los árboles.

Alguien suelta en la calle
un anuncio de rosas en rebajas.
Se abrazan, se separan
bajo la bomba de calor de julio.

Del encuentro de anoche,
sólo un resto vibrante
de intuirse, mirarse y estar cerca
bajo la luz de espuma de una cascada roja.

Tienen el domingo y sus embates
y su fragor de puerto con escamas para ellos.
Venga, déjale estar, conciencia de lo breve.
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DESPUÉS DEL POEMA

Como después de haber llovido.
Cada coche que pasa
da un sonido brillante.
Una fragancia espera otra.
Un lazo otro lazo o una mano.
El silencio se mueve
como el pez del desierto
salido del letargo.
El aire deja ver.

Cada contorno,
cada muro de casa,
cada farola es alguien.
Una conversación interrumpida
de pronto se retoma.
Lo habíamos dejado en que se entiende
el núcleo giratorio
de lo que no se entiende,
en que el oído es alma.

Tu momento coincide con tu cuerpo,
se sabe escuchar.


Luis Muñoz
en Limpiar pescado. poesía reunida.
Visor. 2004.

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