sábado, 31 de octubre de 2009

Insomnio en Bogotá


A José Manuel Caballero Bonald


Arde la noche fuera
a fuego oscuro.
Arde el mundo al alcance de la mano.
Las llamas de vivir me incendian todo.

Yo estoy lejos de mí,
lejos de casa,
lejos de todo aquello que no arde.

Suena en quejumbre cerca la autopista,
relinchos del asfalto humedecido
de este équido ciudad en que no hay nadie.

Se abaten desde el cielo, negras alas,
las maldiciones de unas tumbadoras,
como un vudú del aire
con el aire.

Una oscura jauría, más que humana,
ladra a lo lejos sus jaculatorias.

Cuándo podré dormir,
rescoldo de querer, ya fuego fatuo.

Cuándo podré dormir,
y deponer mi yo, darme armisticio
en esta eternidad tan desvelada.

He llegado hasta aquí:
hasta la arista al rojo de la noche,
hasta la tea en blanco de lo oscuro.

Ahora prefiero no cerrar los ojos.
Dejarme enceguecer de tanto fuego.

Supura el mundo por su carne en vela
esta candente lava de estar vivo.

Cinerario de mí.
Soy mi urna insomne.
Ceniza sin razón.
Mi cinerario.

Carlos Marzal
en Ánima mía.
Tsquets editores. Nuevos textos sagrados.

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