Cormac McCarthy
en La carretera
Círculo de lectores/Mondadori
Besan los funcionarios de carrera
en sus fiestas los fines de semana,
protocolarios, pares en su dicha.
Besan los capos de la mafia en Los soprano
y besan sus secuaces poniéndole el final
a un acto de desobediencia.
Besa la noche los metales fríos
de las fábricas, besa el terciopelo cálido
de las piernas escurridizas,
el asiento de atrás de un coche,
las nalgas, las rodillas, el omóplato.
Y siempre es algo más que un beso,
como la madre que hace magia y sana
las heridas, los dedos magullados,
una pequeña cicatriz, las lágrimas
de quien se sabe en labios de los dioses,
con solo un beso
con solo unas palabras.
Siempre se trata de algo más que un beso,
a veces menos,
cuando el beso de buenas noches,
cariño, buenas noches, es solo eso,
un beso y luego la mirada ausente,
perdida en el ordenador,
hasta bien tarde, hasta bien nunca,
un beso sin continuidad,
una versión de nuestra vida
en la que solamente cabe una persona,
impar y díscola,
devanando el camino a casa.
Antonio Aguilar Rodríguez
en Antología del beso
(Poesía última española)
Mitad doble ediciones