miércoles, 16 de noviembre de 2022

Andrés García Cerdán: El éxtasis.


 


Aunque podría estar en éxtasis

admirando las auras

y las desproporciones de Gaudí,

estoy aquí

contigo

en un juego salvaje con tus piernas,

que se abren y se cierran

con toda santidad ante los santos.


Me deshago en el aire

de julio. Voy

escribiendo en mi boca

unas pocas palabras que te digan.

Procuro que sean palabras justas.

En su medida exacta

levanto con saliva y aire

este sueño de Barcelona. Y ya

me da igual que bufen los autobuses

o que la tarde vaya diciendo lentamente adios.


Qué forma de decir que todo acaba

aquel semáforo

en mitad de la nada.

                                         Pero aún

a tus sandalias blancas y a tu pelo dorado,

que se desborda

sobre los hombros sin piedad,

me entrego.


Me estremezco y doy gracias

a la libido

y a esta intimidad de los cielos abiertos.


Hierve el barro en mis ojos esta tarde,

un barro altísimo

y vertical.


Creo que te llevaba dentro

desde el principio,

oh tarde de verano,

que estoy aquí

porque ya había estado antes

y había escrito este poema

y había dicho

la luz

en la que estabas tú desconociéndome,

olvidándome ya

antes de conocernos.


Hermosa adolescente,

les haces una última foto a las cúpulas

y guardas el teléfono

y te vas otra vez.

Pero antes te levantas

y vienes y me besas en la boca.

Así te desvaneces por la calle

como una burbuja 

y yo ya sólo leo tu desaparición.


Andrés García Cerdán

en Químicamente puro.

Pre-textos.