miércoles, 17 de enero de 2024

Diego Sánchez Aguilar: Nuestras vidas son los ríos

 Si fuera yo Manrique,

podría con tu muerte hacer un monumento,

una magnífica catedral de piedra

plantada sobre el tiempo de los hombres

para que fuera eterna tu memoria.


Si fuera yo Manrique, aprendería

de tu muerte las grandes lecciones de la vida;

y no me quedaría aquí callado,

viendo contigo el último partido

que perdió otra vez, el Cartagena.


Si yo tuviera el genio de Manrique

y el don de la poesía

diría que tu vida es un río

que ya está llegando al mar.


Nuestra mar azul del Mediterráneo,

donde un día tus manos elevaron

el cuerpo de aquel niño que no sabía nadar,

y unca el sol brilló más alto sobre el cielo.




Diego Sánchez Aguilar

en El nudo.

Eolas ediciones.

lunes, 15 de enero de 2024

Vicente Cervera: Un fogonazo

 UN cauce atraviesas y, al instante,

surge de tu alma un manantial de encantos

y evocaciones, cuyo brillo rompe

un soplo, un fogonazo, un sonido

estridente y disparejo. A su envite

cruzas de nuevo la contraria orilla

donde esperan la duda, el tormentoso

no saber, la inquina paraca del ánimo

altanero, la despreciable sombra

del radiante y alado hijo del sol.




Vicente Cervera Salinas

en El sueño de leteo.

Editorial Renacimiento,

jueves, 11 de enero de 2024

Àngels Gregori : Dos poemas de Deberíamos habernos quedado en casa

INVIERNO


Entraste en mi vida

como un febrero cansado.

Como el contenido de una lección

que durante años habías repetido en clase.

Y supiste que la nostalgia

es un ascensor que sube hasta el ático

y con los años prolonga la bajada.

Quizá ya habíamos coincidido,

en otra vida, en otro país,



en la terraza de un bar,

en la cola de un concierto

o abriendo la puerta de los congelados

del supermercado del barrio.

Sé que, como dice la poeta,

nada pasa ni pasará dos veces.

Pero me hubiese gustado encontrarte así,

de repente,

como se caen los botones descosidos de un abrigo.

______________


EL ÁRBOL DE NAVIDAD


El 17 de noviembre del año 1931

nació, en Oliva, mi abuelo.

Ese mismo año, en el Rochefeller Center

los obreros plantaban por primera vez

el árbol de Navidad que cada año vemos en las fotos.


Cada vez que paso por delante

pienso en el árbol, y en mi abuelo,

en que los dos tienen la misma edad.


Este año cumplirán ochenta años,

aunque ya no son igual de altos.




Àngels Gregori

en Deberíamos habernos quedado en casa.

Traducción de Neus Aguado.

Goldall edicions.


lunes, 8 de enero de 2024

Rafael Espejo: Dos poemas de Criaturas del momento

SUEÑO CON ACACIA 


Sueña que está sentado

a los pies de una acacia.


No en campo abierto,

no al margen de un camino.


Sólo un hombre en el sueño

de una acacia:


si observa los ramajes

desenreda esos brazos, o los poda

espantando algún búho,


y si gira la vista hacia la tierra,

tras cada parpadeo,

un ocaso

la vuelve más pesada.


Sin embargo no está 

meditando, no es

una mente eremita.


Hay alguien más de fondo

invisible, sentada.


Hacen silencio juntos.


Se atraen en secreto,

como todas las cosas.


Es algo que unos ojos

no podrían captar.


Se ve lo que no hay,

lo que se ve no siempre

coincide con su imagen:


ahora se levanta,

da un suspiro,

camina


y a cada paso suyo el horizonte

se mueve un paso atrás,


y otras huellas se imprimen

junto a él en la tierra


pero no tienen cuerpo,

van sin pies y sin rumbo...


Queda un presentimiento que se asume,

un enigma, entre sombras

aquél búho

que sale y se disipa... Al despertar


todo lo deja allí,

nada trae de vuelta.


Si acaso el hormigueo de una mala postura,

agujas en los brazos

podados

de la acacia.


___________



PURA FE


He aquí mis perros: Sagan y Pandora.


Ellos no saben cómo me llamo yo,

les es innecesario,

les basta con oler para encontrarme


sentado a mi escritorio,

rumiante de silencio, buscador

inmóvil.


Me acompañan tumbados en la alfombra,

aunque no esperan nada: pura fe.


Si acaso gimotean como niños con sueño

les devuelvo un abrazo

pasándoles la mano por el lomo.


Y así hacemos el vínculo.


Pero habitamos mundos diferentes.

En nuestras caminatas,


mientras los veo remover la tierra

sin hacerse un lugar, sólo escarbando,


siento que no cabría

en mí, que sin lenguaje

yo andaría perdido entre la realidad.


Por eso les envidio su galope fácil:

carece de abstracción.

Mis perros no conocen la palabra mañana,

son libres


pues no han pensado nunca

en la libertad,

son el ser en su ser,

el ser los ha cortado a su medida...


¡Qué lejos las ideas de vosotros,

ah, criaturas del momento¡


Cuando se acercan a lamerme van

hacia alguien más concreto y más tangible

del que creo que soy,

ya que no se proyectan

en lo que miran.


Yo en cambio sólo veo dos seres entrañables,

imaginarios

como todo amor.




Rafael Espejo

en Criaturas del momento.

Pre-textos.


viernes, 5 de enero de 2024

Rubén Martín Díaz: Gorriones

 En soledad,

aunque no lo precise,

he puesto mi mirada entre las cosas

que todos tienen cerca

y nadie ve.


Extraño es contemplar la realidad

sin prisas,

sin lamentos ni agobios,

seguro de alcanzar lo perdurable,

lo que queda -en esencia-

desnudo al despojarlo de su cáscara.


Y es la pura verdad, que me golpea.

U es tan cierto que duele.


Alguien dijo que un pájaro 

tan pobre como lo es

un sencillo gorrión de la ciudad

no canta,

que no puede cantar,

que es este un don de largo inmerecido

para un ave discreta.


En mis poemas, sin embargo,

los gorriones elevan su conciencia

por encima de todo,

entonan melodías sorprendentes

que propagan sus límites

y despejan el aire revelado

del humo de vehículos y fábricas.


En el ciclo latente de la vida

y en el propio poema,

no todo está perdido ni es real

lo que real parece.




Rubén Martín Díaz

en Lírica industrial.

Ediciones Rialp.

Andrés García Cerdán: Ítaca y las liebres

 Plinio explica en la Historia Naturalis

que llevadas a Ítaca.

las liebres

tiene dos corazones.

Qué hermosura

la de este amor. Qué incoherencia

tener dentro del pecho esta estampida doble.


Cómo es posible doblemente amar,

doblemente correr.


¿Por qué en Ítaca, si he leído

que en la isla solo hay algunas casas blancas

y algunos pinos y nostalgia y sal?

¿En la estela de qué delfín llegaron

a Ítaca las liebres?

¿Vieron a los fenicios?

¿Oyeron el crujido del escudo y la espada?

¿Qué tiene que decir Heródoto

de todo esto?


Quién tuviera dos corazones.

Quién fuera lo imposible como ellas.




Andrés García Cerdán

en Equipos de respiración subacuática.

Algaida posesía.