Cuando veo una parejita e imagino
que él se la folla y ella toma
píldoras o usa un diafragma,
sé que ése es el paraíso
que todo viejo soñó la vida entera:
ataduras y prejuicios desechados
como una cosechadora obsoleta, y los jóvenes
deslizándose sin límites, ladera abajo,
hacia la felicidad. Me pregunto si
cuarenta años atrás, mirándome, alguien
habrá pensado: Eso es vida;
nada de dios, ni de sudar de noche
pensando en el infierno, ni de ocultar
lo que opinas del pastor. Ese y sus
amigos se deslizarán, maldita sea,
libres como pájaros. Y de inmediato,
más que en palabras, pienso en ventanas altas:
el cristal en donde cabe el sol y, más allá,
el hondo aire azul, que nada muestra,
y no está en ninguna parte, y es interminable.
Philip Larkin
en Poesía reunida.
Lumen.
Traducción de Marcelo Cohen y Damián Alou