jueves, 20 de octubre de 2011

La osamenta


DEBIERA uno vivir su vida lejos de sí mismo.
Lejos de todas las nubes de su infancia
Y de la tempestad del mediodía.
Lejos de la aspereza de los sueños más lúcidos,
Esos en los que cada rostro cobra una historia
Sancionada después en pingües callejeros,
En brújulas de saldo con agujas que hieren
O nada más que estrellas.
Lejos de la vejez que sólo es un invento
Y los colores que no existen
Aunque uno se desmuera por buscarlos.
Ceniza maloliente de tantos despertares.
Mano fría que quema cuanto toca.
Osamenta que dice
Lo que la piel humanizada calla


Alberto Chessa
en La osamenta.
Rialp. 2011.

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