jueves, 31 de diciembre de 2020

Raquel Vázquez: Lo indeleble

 Su hondo trazo abarrota

de heridas el reverso del papel.


Y los ojos desgranan esa sangre imperfecta.

Y en cambio tan letal.


Indescifrables signos

codificados siempre en el error.


Queda tan sólo intuir alguna tregua

-tal vez imaginarla- entre el daño torcido

que va dejando dentro la lectura.


Para llenar espejos con tachones.


Para borrar el mundo.


A veces el silencio

agarra demasiado fuerte el lápiz.



Raquel Vázquez

en Aunque los mapas.

XXXII Premio Loewe a la creación Joven

Premio Ojo crítico 2020.

Visor poesía.

martes, 29 de diciembre de 2020

Ana Pérez Cañamares: Dos poemas de El espejo discreto.

 SE ESCUCHA UN BALIDO

entre los árboles ondulantes

y en un claro se deja ver

la oveja perdida.


Me desvela su deambular.

Sube y sube hacia la cumbre

dejando atrás tejados y verjas.


Y pienso: ¿es ella la perdida?

¿No estará guiando al amo

hacia la verdad del bosque?


__________


LUCIRÉ MI VEJEZ COMO UNA JOYA

de una ostentosa belleza

que después de toda una vida de ahorro

pude regalarme al fin.


Ana Pérez Cañamares

en El espejo discreto.

XVI Premio de poesía Vicente Núñez

Pre-textos poesía.



Olvido García Valdés: Un poema de Confía en la gracia.

 allí estarán, con tanto frío, pensaba

al despertarse y vio de pronto otro

cuarto, con la ventana al fondo y ranuras

de sombra en el techo que la persiana

dibujaba; podía seguir entonces como móviles

luces los coches allá arriba y recordó

que en poesía es mejor esconder

el tesoro que encontrarlo, con ese

frío, ¿cuántos quedarán?, como cuenco

o cuna de los montes el barroco, el arroyo

los árboles, el mundo era un

milagro porque lo contenía, querría 

que no hiciera tanto frío, sabía

que también eso era ajeno.


                                                 (eloísa otero)


Olvido García Valdés

en Confía en la gracia.

Tusquets. Nuevos textos sagrados.


miércoles, 25 de noviembre de 2020

Constantino Molina: Basilea

 Yo estuve con mi padre en Basilea.


Allí donde un filósofo 

majara y vitalista 

sembró la inquisición de su cordura, 

sembró también mi padre 

petunias y caléndulas.


Allí fundó las tierras de su tierra, 

y en la distancia fue ganando el campo 

que, ya de vuelta, aró en su día a día.


Han pasado los años 

y entre la piedra gris de esa ciudad 

ya no están ni las flores ni el filosofo.

Solo queda la azada de mi padre 

hincándose en sus parques, en el barro 

de la Europa Central más avanzada.

Haciendo con su gesto 

un hueco en la memoria del exilio.


Porque el frío tiene genealogía 

conozco su amenaza.


Porque la nieve existe 

los rosales la vieron 

caer junto a mi padre en Basilea.



Constantino Molina

en Cingla.

Visor.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Eloy Sánchez Rosillo: La rama verde

 AY, árbol del vivir,

árbol de la ilusión y de los desengaños,

de las revelaciones.

cuando te agita el viento de la edad,

las hojas secas caen.

Pero en la rama aún verde de la infancia

-la que está más arriba, la que en La Luz se mueve-

canta el jilguero.


Eloy Sánchez Rosillo

en La rama verde.

Tustquets. Nuevos textos sagrados.


viernes, 23 de octubre de 2020

Alice Oswald: John Lynum

 ¿SINTONIZAS ahora y escuchas la voz de John Lynum,

Que se debate toda la noche entre la histeria y el aburrimiento?

No puede dormir, no puede no dormir. Es una moneda atascada en una ranura,

Un bulto, ahí tumbado. Lo único que tiene es su voz.

Dios no hay duda de que es él, con la cabeza bajo las mantas.

Los coches y los gritos en la calle son su consuelo pasajero.

Trabaja de noche, sabes, su trabajo es estar en vela,

Tirando de una mujer medio besada para enfocarla.

Guapa y recién sobada, frágil y con miedo a entrar,

En el interior verde de sus propios ojos él la ve

Detenerse ante su puerta y todo su dormitorio brilla

Y parpadea porque ella trabaja con pantallas.

Pero es absurdo, él enciende La Luz.

Y ella tiene alas, aunque aún sin desplegar.




Alice Oswald

En Bosques, etc.

Pre-textos. Colección la cruz del sur.

Traducción de Christian Law Palacín.

lunes, 19 de octubre de 2020

Juan Cobos Wilkins: No intento explicarte algunas claves de la soledad

 A Nuria Barrios


Envíate un ramo de lirios amarillos. Escribe, alterando tu caligrafía, la tarjeta que lo acompañará. Finge sorpresa al recibir las flores. Ilusión, perplejidad, al leer la nota.


Coloca las flores en el centro de una habitación en penumbra.


En esa habitación la sombría, el ramo de lirios amarillos: como un sol de medianoche.


Piensa en Laika, aquella perrita vagabunda de las calles de Rusia. Fue lanzada fuera de ese planeta en el Sputnik 2. Piensa en Laika dando vueltas en torno a la órbita terrestre. Piensa en Laika girando sola, rotando sola en el espacio.


O quizás, sencillamente, baste pensar en quien escribe este poema.


Juan Cobos Wilkins

en Matar poetas.

Fundación José Manuel Lara.


lunes, 28 de septiembre de 2020

Juan Cobos Wilkins: Casa vacía

 ¿Qué quedará de esta casa herida

como la corza herida, asaeteada,

que a través del bosque huye desangrándose?


No la mesa donde se compartió el pan

y por la vida brindamos con generoso vino,

no el arca de madera labrada que contuvo unas cartas

venidas de muy lejos, ni la antigua vajilla

tan frágil como estas mariposas esmeraldas, azules,

bellas durmientes en cajas de cristal, no los visillos

que el viento sin oeste agita en el otoño como velas latinas,

ni siquiera los cuadros de pintores amigos o esas primeras

ediciones, páginas dedicadas...


Si acaso de esta casa

herida como la loba herida

que cruza el bosque nevado desangrándose,

quizás, tal vez,

la luz que nos persigue, la luz que nos sorprende

como amante distinta cada hora y el eco de un abrazo

urgente o un beso inesperado, la risa de unos días

como gran cesta roja de manzanas, los sueños

por soñar aún despiertos en la colcha de boda.

¿No más?

Y el misterioso

latido del corazón que trasplantaste

en cada uno de tus libros.


Más no. Nada

de cuanto ardió aquí contigo, en vida, quedará.




Juan Cobos Wilkins

en El mundo se derrumba y tú escribes poemas.

Fundación José Manuel Lara.

Vandalia.

lunes, 31 de agosto de 2020

Henrik Nordbrandt: Pragmata

 Las cosas que había aquí antes de tu muerte

y las cosas que han venido después:


A las primeras pertenecen en primerísimo lugar

tu ropa, joyas y fotografías

y el nombre de aquella por la que te bautizaron

y que también murió joven.

Pero asimismo un par de facturas, la decoración

de un rincón particular de la habitación 

una camisa que me planchaste

y que gaurdo con todo cuidado

debajo del montón de camisas

ciertas piezas musicales y el perro sarnoso

histérico que siempre se está levantando

y riéndose estúpidamente como si estuvieses aquí.


A las segundas pertenecen mi nueva estilográfica

un perfume bien conocido

sobre la piel de una mujer a la que apenas conozco

y la nueva bombilla que puse en la lámpara de la cama

a cuya luz leo sobre ti

en todos los libros que trato de leer.


Las primeras me recuerdan que exististe.

Las últimas, que ya no existes.


En esta casi inexistencia de diferencia

la que encuentro difícil de soportar




Henrik Nordbrandt

en Nuestro amor es como Bizancio.

Traducción y prólogo de Francisco Uriz.

Debolsillo



Marcela Duque: Cherry Blossoms

 OH, tienes que ver los cerezos, me de decían.

Los cerezos, ya los verás;

no has visto cosa igual, los cerezos,.

Y los cerezos llegaron por sorpresa,

un día, de la noche a la mañana,

y no rosados -más asombro-sino blancos,

(los del campus, al menos, me refiero)

blanco-canon, blanco deslumbrador,

que nunca había visto, no, jamás,

porque ya no hay bataneros en la tierra

ni quien pueda blanquear nada de ese modo.

Es un blanco, lo sabe quien lo ha visto,

que solo puede haber nacido de una mano.

Ah, el cerezo, esto no me lo advirtieron,

el árbol de la luz transfigurada.



Marcela Duque

en Bello es el riesgo.

Premio Adonáis 2018.

Ediciones Rialp.

martes, 25 de agosto de 2020

Basilio Sánchez: Dos poemas de Esperando las noticias del agua.

XXXI


 AÚN altos en la noche,

despojados de hojas,

apacibles

en la melancolía de su herida,

los árboles se mueren hacia adentro:

no hay más duelo

que el de sus propias ramas

resistiéndose erguidas

ni más llanto que el de sus gorriones.


Bajo una luna roja

que remansa su luz en los cercados

que han quedado desiertos,

los miro, silencioso, como lo harían conmigo:

sin moverse,

como si en este instante

no pudiese haber nada ante mis ojos

con tanta dignidad

y con tanta grandeza.


La vida nos enseña a soportar la intemperie.


Pasaremos nosotros

y los árboles

seguirán siendo fieles al horizonte y a la luna.



XXXVIII


LA mesa de madera

de mi alcoba

nunca ha echado raíces,

pero guarda en sus vetas 

el temblor de los pájaros.


Ninguna voz es dueña

de sí misma,

toda voz es reflejo de otra voz,

toda palabra,refracción de la luz de otra palabra.


Subido a lo más alto de mi sangre

sobrevivo a la deriva del siglo

respirando por ti.


Basilio Sánchez

en Esperando las noticias del agua.

Pre-textos. Colección cruz del sur.


lunes, 17 de agosto de 2020

Louise Glück: Higos

 Mi madre preparaba higos en vino,

escalfados con clavo, a veces unos pocos granos de pimienta.

Higos negros de nuestro árbol.

Y el vino era tinto, la pimienta dejaba un sabor a humo en el sirope.

Solía sentirme como si estuviera en otro país.


Antes de eso, había pollo.

De vez en cuando, en otoño, relleno de setas.

No siempre había tiempo para eso.

Y el clima debía ser el correcto, justo después de la lluvia.

De vez en cuando era sólo pollo con limón adentro.


Descorchaba el vino. Nada especial;

algo que le habían dado los vecinos.

Extraño ese vino -lo que ahora compraría no sabe tan bien.


Preparo estas cosas para mi esposo,

pero no le gustan.

Quiere los platos de su madre, pero no los preparo bien.

Cuando lo intento, me enfado.


Él trata de convertirme en una persona que nunca fui.

Cree que es cosa simple:

picas un pollo, arrojas algunos tomates en la sartén.

Ajo, si hay ajo.

Una hora después, estás en el paraíso.


Cree que mi trabajo es aprender, no su trabajo 

el enseñarme. No necesito aprender lo que mi padre cocinaba.

Mis manos ya sabían, bastaba oler el clavo

mientras hacía mis tareas.

Cuando fue mi turno, tenía razón, sí sabía.

La primera vez que los probé, volvió mi infancia.


Cuando éramos jóvenes, era diferente,

mi esposo y yo estábamos enamorados. Lo único que queríamos

era tocarnos.


Vuelve a casa, está cansado.

Todo es arduo, ganar dinero es arduo, ver cómo tu cuerpo cambia

es arduo. Puedes con estos problemas cuando eres joven,

algo es difícil por un rato, pero tienes confianza.

Si no funciona, harás algo distinto.


lo que más le molesta es el verano -el sol lo saca de quicio.

Aquí es implacable, sientes cómo envejece el mundo.

La hierba se seca, los jardines se llenan de maleza y babosas.


Alguna vez fue para nosotros la mejor estación.

Las horas de luz cuando él llegaba a casa, luego del trabajo,

las convertíamos en horas de oscuridad.

Todo era un enorme secreto,

incluso las cosa que decíamos cada noche.


Y el sol descendía lentamente;

veíamos encenderse las luces de la ciudad.

Las noches estaban lustrosas de estrellas, estrellas

que brillaban sobre los edificios altos.


A veces encendíamos una vela.

Pero la mayoría de las noches no. Pasábamos casi todas las noches a oscuras,

con nuestros brazos en torno al otro.


Pero estaba la sensación de que podías controlar la luz.

Era una cosa maravillosa; podías hacer que todo el cuarto

refulgiera de nuevo, o podías yacer en el aire nocturno,

escuchando los coches.


Nos callábamos luego de un rato. La noche se callaba.

Pero no dormíamos, no queríamos abandonar la conciencia.

Le habíamos dado permiso a la noche para que nos llevara;

yacíamos ahí, sin interferir. Hora tras horas, cada uno

escuchando la respiración del otro, viendo las luces cambiar

en la ventana al final de la cama;


pasara lo que pasara en esa ventana,

estábamos en armonía con ello.



Louise Glück

en Una vida de pueblo.

Pre-textos. Colección la cruz del sur.

Traducción de Adalber Salas Hernández.


martes, 11 de agosto de 2020

Sharon Olds: Un poema de Satán dice

 LAS MONARCAS


TODA la mañana, mientras sentada 

pienso en ti, pasan las monarcas. A siete pisos de altura, 

a la izquierda del río,  dirigen 

hacia el sur, sus alas el negro rojizo de 

tus manos como manos de carnicero, las erguidas 

venas de sus alas comotus cicatrices. 

Yo apenas pude sentir tus gruesas y ásperas palmas sobre mí, tan leve fue su contacto, 

el suave roce de la mejilla como una pata de insecto 

en mi seno. Nadie me había 

tocado antes. Ni siquiera sabia abrir 

bien las piernas, per sentí tus muslos, 

revestidos de un vello de rojo dorado, 

                                                             abrirse 

como un par de alas 

entre mis piernas,

la marca de mi bisagra desangre en tus muslos

como algo alada fijando allí con un alfiler

y luego saliste, como saldrías

una y otra vez, mientras cantidades de mariposas

pasaban frente a mi ventana, flotando

hacia su metamorfosis en el sur, cruzando

fronteras durante la noche, su difusa nube

color sangre, mi cuerpo bajo el tuyo,

y la belleza y el silencio de las grandes migraciones.


Sharon Olds 

En Satán dice.

Igitur. 

Traducción de Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviria.

domingo, 26 de julio de 2020

Sharon Olds: Dos poemas de Los muertos y los vivos.

HIJO

De vuelta a casa desde el bar sólo para mujeres,
entro en el cuarto de mi hijo.
Duerme -bella cara con pecas
echada hacia atrás, el perfil escarlata de su boca
ensombrecido y aromático, sus pequeños dientes
con un brillo mate y lácteo en el oscuridad,
sus opalinos párpados temblando
como alas de insecto, las manos cerradas
 en mitad de la noche.
                                       Hágase suficiente
espacio para esta vida: la cabeza, los labios,
la garganta, las muñecas, las caderas, el pene
las rodillas, los pies. Que no quede ninguna parte
sin alabanza. En todo nuevo mundo en el que nos adentremos,
llevemos a este hombre con nosotros.


PREADOLESCENTE EN PRIMAVERA


A través de la puerta de cristal, tan fina como leve escarcha en el estanque,
mi hija me llama.
Está chupando un hielo, hay un taza con cubitos
a su lado que brillan y se van separando.
El sol se refleja en su pelo oscuro como la
tierra compacta de un pinar,
el olor de la resina reciente asciende como el
olor a sexo. Salta desde el porche y
corre por la hierba, sus nalgas como un albaricoque
aún sin madurar. Regresa, el pelo
humeante, la cara fresca y límpida,
piel así de vida, con el blanco translúcido de la
vaina del algodoncillo. Pesca
con la lengua otro cubito de la taza.
A nuestro alrededor las briznas aplastadas de los bulbos
brotan desde dentro de la tierra.
Sobre nosotras los capullos se abre. Yo me aferro
a esta niña que está a mi lado, y ella
apoya su cuerpo en mí, su peso,
sus capas aún plegadas, su fragancia sólo
a medio liberar, pero el hielo ahora rápidamente
se derrite en su boca.


Sharon Olds
en Los muertos y los vivos.
Bartleby Editores.
Traducción de J.J. Almagro Iglesias y Carlos Jiménez Arribas.


martes, 21 de julio de 2020

Diego Sánchez Aguilar Primera reflexión sobre la nieve

El cielo ya no es nada.
Y de la nada emergen las cenizas, 
blancas y lentas, exiliadas del tiempo.

No nos pertenece el milagro, ni e lejano incendio.
Pero, por un instante, nos cubre la alegría 
aunque solo acertemos a decir:
Mira, está nevando.

Esta felicidad en silencio, 
esta nostalgia de lo que no hemos conocido 
y sin embargo aparece ante nosotros, 
de la nada, sobre el asfalto.

Hasta que los coches la convierten en barro 
y todo vuelve a su sitio 
como un reloj que vuelve a funcionar de repente, 
un apagón que se arregla demasiado pronto.

Cuando todo esto arda, 
cuando tú y yo ardamos de frío, 
sobre qué otros campos caerán estas cenizas del invierno.
En qué otros mundos mirarán  al cielo vacío 
y verán aparecer de repente los copos ingrávidos, 
como un don que no han perdido.



Diego Sánchez Aguilar
en La cadena del frío.
La estética de fracaso.

Natxo Vidal: poema de Así termina.

También
hay quien aguarda, sin embargo,
hallar lo inesperado en el cantar
de los gorriones.
Y con la esperanza
pasa la vida entera,
oyendo ese cantar monótono,
repetido, de pájaro
obrero.
Confío,
dirá en su juventud,
en el futuro:
ese lugar donde los pájaros
cantan de otra manera.
En su vejez dirá
recuerdo los gorriones
hermosos de mi juventud.

Crece la hierba.
Hay muchos caracoles.















Natxo Vidal
En Así termina.
Frutos del tiempo.

lunes, 6 de julio de 2020

María Elena Higueruelo:Cosecha el día

DICHOSO aquel que en la edad última
torne a las cenizas luminosas del origen
y halle entre las pavesas una rosa.

                                Esta rosa: ¿acaso existe
o no es más que la sombra de un espectro?
Dichoso aquel que en la rosaleda encuentre
el modelo de lo que un día fue materia.

¿Dónde? ¿Dónde están aquella esa
esta rosa cuyo brillo
ya se huele tras el borde
de la noche incandescente?
El lugar ideal es la memoria
que de estas tres rosas hiciera un ramo.

Dichoso aquel que no vivió
cada día como el último:
en el último día, como Booz,
cogerá las rosas sin ser virgen.

Cosecha el día: siembra el sol
que en el horizonte florezca
y riegue la rosaleda en un destello.
Cuando pasado y futuro se fundan
en el instante -afilado hilo de luz-
brotará la flor que descierra
la puerta de los días eternos.


María Elena Higueruelo
en Los días enternos.
Adonais, Ediciones Rialp.

martes, 30 de junio de 2020

Nieves Chillón: Dos poemas de Arborescente.

VI

Un latido de uñas
se enreda en hilo blanco
y llega a la raicilla de los dientes
a unos ojos de color indeciso a cada
cabello sembrado en la almohada

cada dos o tres horas
tengo que sacarme la leche
sacarme la poesía
cada dos o tres días
de lo contrario se enquista
duelen
la leche la poesía
en la luz del dolor o de la fiebre
la urgencia de una boca
quiere la leche igual que la poesía.


X
En la foto la bisabuela está muy joven junto a su hermano muerto

y sin saberlo tú has hollado el mismo suelo la misma tierra apisonada que año tras año guarda
viejos granos de trigo las huellas de las bestias el peine del rastrillo
las pisadas confusas de los niños que serán después los viejos de las fotografías
al más pequeño se lo llevó la escarlatina jugando en el puntal de los amaneceres
los estreptococos en la casa de los pobres vivían con desahogo no así los antibióticos
en la foto sus hermanos rodean la caja abierta donde él cierra los ojos
a pesar del blanco y negro sus mejillas arden por el sarpullido de la enfermedad
ya quieto todo hasta el llanto de quienes contuvieron la respiración ante el fotógrafo
puedo volver a esa tierra mirar esa postal y tocar tu carne viva
como un homenaje a la infancia derrotada y a la infancia nueva
faltan dos horas para escuchar tu risa tierna
y menos para contarte esta historia.


Nieves Chillón
en Arborescente.
Pre-textos.

jueves, 18 de junio de 2020

Rafel Espejo: Final contiguo

Y aunque el tiempo nos lleve
de viaje en paralelo

no podrá desunir lo que quedó fundido:

mírate con mis ojos,
yo también soy tu casa.


Rafael Espejo
en Madriguera (1995-2018)
Pre-textos. Colección la cruz del sur.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Michel Thion: Nieve

pétalos cegadores que nublan la vista

Ella se pega a mí
como una risa
sofocada.

       En un jardín de nieve
       sembramos
      flores sin nombre.

   El secreto de la nieve
   se lee
   en los espejos de piedra




permanece extraña y familiar

Pequeños insectos
granos de arena,
flores deshojadas,

todo
salvo la nieve.

   Las puertas de la nieve
   se abre
   al paso de las aves rapaces.

     La nieve
     está cosida
     con hilo blanco.


Michel Thion
En Nieve 
Traducción de Verónica Aranda.
Huerga & Fierro.
Colección La rama dorada. Poesía.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Joaquín Juan Penalva: Dos poemas

NOCHE DE VERANO

Hoy ha pasado mala noche,
he tenido fiebre alta
y buscaba en mí refugio,
alivio a su dolor.

Es mi hijo,
se llama Joaquín José
y ahora duerme
a mi lado.

A veces me pregunto
cómo hubiera sido mi vida
(o nuestra vida, quién sabe)
sin él,
pero de sobra conozco la respuesta:

No hay vida sin él.


LA SOLEDAD DE GARFIO

El día en que Peter Pan
abandonó para siempre
el País de Nuca Jamás.
El capitán James Hook
se conirtió en un pirata
triste, viejo y solo.
No tardó demasiado
en morir de pena
en su camarote
del Jolly Roger...

Solo Campanilla
-¡quién lo iba a decir¡-
estuvo a su lado.


Joaquín Juan Penalva
En Todas las batallas perdidas.
Huerga & Fierro editores.

domingo, 10 de mayo de 2020

Ángelo Néstore: Insepulto


Mi madre compró un nicho en Italia y me dijo:
aquí descansaremos los dos con tu padre.
Y, de repente, imagino su cráneo apoyado sobre mi cráneo,
refugiados en la madera del árbol que nos vio nacer, y le sonrío.
Su esperanza me roza como una caricia
 para que un día deje España y vuelva,
la suya es una promesa de amor eterno.
Pienso en mi madre, en mi padre y en mí,
convertidos en polvo,
una familia sin descendencia, mediterránea,
unida en la muerte como nunca lo estuvo en vida.

Algún día el conserje barrerá las flores podridas,
nos dejará desabrigados frente al mundo,
mirará el nicho e intuirá nuestro amor en la foto familiar con fondo blanco
entre tanto hueso desnudo,
igual de seco, igual de blanco.
 Si lo pienso un nicho es la utopía perfecta:
sin hombres o mujeres,
todos extranjeros.
Guardamos un mundo ideal dentro,
en nuestros huesos, pero tan lejano.
La tumba es el modelo de familia definitivo.
Deberíamos meter todos la cabeza en un nicho
hasta que deje de dolernos el mundo.


Ángelo Néstore
en Hágase mi voluntad.
XX Premio de poesía “Emilio Prados”.
Pre-textos.

viernes, 8 de mayo de 2020

Migue Ángel Herranz: Gottofried Achenwall

No te engañes, elegir
es tan solo
una ficción estadística.

No eliges
a tus padres, el día,
el país ni la ciudad en la que naces.

No eliges tu inclinación
natural al color ocre,
la altura,

El grosor del pene
ni el calibre o el prolapso
de las tetas.

No eliges la enfermedad,
el tumbao, la destreza manual,
la inteligencia.

No eliges vivir en paz,
ni en democracia.

No escoges comparecer
sujeto al claustro
de la tierra.

No tomas partido
en la insurrección
del cotidiano.

No decides la forma
desde
la que serás gobernado:

Monarquía feudal,
república presidencialista,
anarquía con matices,

ley de la selva...


No eliges conducir por la derecha,
el fondo de ojos,
la precesión, la nutación ni la órbita
que sigue tu planeta.

No eliges el clima, ni los segundos
que galopan a tu alrededor
-desbocados-
como potros de appaloosa.

No eliges ser zurda
o diestro.

Eliges el café
porque hay café

Si no de qué.

Por ello:
por llevar su albedrío
hasta el extremo,

Bienaventurados
los inexactos, os indecisos,

los que yerran.



Miguel Ángel Herranz
en Lírica de lo cotidiano.
Renacimiento.

Y aquí un regalo.
https://momdislexia.3lemon.com/la-historia-de-superacion-de-la-diselxia-mas-bonita-jamas-contada/

martes, 5 de mayo de 2020

Martín Bezanilla: Flashmob

FLASHMOB
 Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa.
 Emma Goldman

 When we’re out together dancing, cheek to cheek.
 Irving Berlin

Mi padre, por ejemplo.

 Cuarenta años suspirando en una fábrica.
Y por eso baila.
Por el Movimiento Obrero, baila.
A las cinco de la mañana, abandonando a su familia, baila.

 Con la máquina de su vida.

 En sus huertos libres, por el pan de unos hijos
que hoy le dicen ‘abuelo’, baila.

 Baila, porque se dio cuenta tarde:
el mundo es un lugar que se repite
como una mala canción de radio fórmula.

 Y por eso baila.

 Con el ritmo de otra vida, pero baila.

 También mi madre, con decisión, a su lado baila.

 Al abrir su negocio, mientras calienta la sopa,
riega con fe sus flores, los suegros o su nieto,
baila.
Para que no se enfríe el amor de aquel verano;
por el sueño de una familia, contra el tiempo,
contra el eco del nido vacío, baila.

 Porque la música es toda la responsabilidad del mundo.

 Ella baila.

 Hasta volar exhausta, cada día, (nos) baila. 

Y bailan mis hermanos para cambiar el ritmo del poema.

 Alzando sus brazos al cielo, ¡bailan!

 Para que el mundo tenga otro estribillo.

 Detrás, mi abuela, ya no quiere bailar pero nos marca el paso.

 Con su bastón, camino del cementerio, marca el paso.
Cuando visita a su marido y tararea algún ayer,
cuando nos habla del hambre, del hambre que es morirse,
nos muestra el paso.

Contra la vida. Por la muerte.

 Bailando sin querer.

 Con su bastón.

 Mi sangre.

 Marca el paso.


Martín Bezanilla
en Viral.
Libros del aire.

viernes, 1 de mayo de 2020

Pureza Canelo: Alas

RECUENTO
Una voz  de agua
otra de álamo blanco
variedades que iris el aire
y abren dominios.

Pasan las aves
en grupos concéntricos
estremecidas manchan el cielo
sin volver la cabeza.

Vuelo contra vuelo somos
en travesía invencible.
Uno en otro
el misterio de la poesía
no se cansará
de cruzar en vano.

Hileras de nubes rojizas
cierran filas.
Voz de nadie
se pierde dulcemente
en el cielo.

Antes de abrazar los ángulos
superiores de la noche,
todo vivir ha sido
búsqueda en el el aire, plenitud
hacia el olvido.


No hay combate
en la penumbra.
El ámbito
se deslizó en asombro.



Pureza Canelo
en Habitable.
Renacimiento.

lunes, 27 de abril de 2020

Basilio Sánchez: un poema de He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes

LA luz del mediodía,
como un pájaro ciego,
se sostiene en lo más alto del aire.
Las raíces del mosto sacan agua
de las profundidades de la tierra.

Hay un hermanamiento,
una especie de familiaridad entre las cosas
que conforman el mundo,
como si cada una cuidara de la otra,
como si la alegría en la que viven inmersas
fuera un logro de todas,
la conquista de una comunidad.

Acercarnos con afecto a las cosas
nos permite intimar con lo sagrado
que permanece en ellas.

La mañana está en deuda con la cosecha de las flores.
El que entiende de pájaros entiende de narcisos.



Basilio Sánchez
en He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes.

Premio Loewe. Visor.

María Victoria Atencia: poemas

LA ALMOHADA


TUVIERA yo una piedra suficiente y capaz, 
una almohada preciosa o una piedra 
donde apoyar la sien y soñar o inventarme 
desde mi corazón a tu capricho, 
porque me examinase de amor y me tuvieses 
como a viña sin amo y perra suelta, 
y así una noche más y tantas noches.


FEBRERO

PARECE una ficción, pero es verdad que brota 
del aire, del mismísimo aire, 
cada febrero, un mirlo 
que viene a aposentarse en mi araucaria.
                                                                  Siempre
Digo las mismas cosas, y yo lo sé. La vida, 
mi vida al menos, 
se construye sobre repeticiones. Sólo cambian 
sus mutuas referencia y auxilios. Dios me libre 
de cualquier modo de falsificarme, 
de suplantar el canto o el vuelo de ese mirlo 
ahora que vuelve, tentador, febrero.


LOS VENCEJOS

CUANDO alcen los vencejos, cenital, su desorden 
y la tarde se ponga, de tan insoportable-
mente bella, del color de la lluvia, 
dale a la desmemoria su espacio suficiente, y olvida 
el descanso de ti, y olvídate de ti, y olvídame, 
y ve con ellos, vete con la tarde.

María Victoria Atencia


en Como las cosas claman (antología poética).
Renacimiento.

viernes, 24 de abril de 2020

Javier Salvago: Dos poemas

VOY CONTRA MI INTERÉS INTERÉS AL CONFESARLO

ME quité del alcohol, y cualquier día
me quitaré de la poesía.

Comienzo a estar cansado de problemas,
de arriesgar demasiado en un poema
para sacar tan poco.

Estoy harto de andar, igual que un topo,
siempre escarbando dentro
-cada paso más cerca del infierno-,

mientras la vida pasa,
sobre mí, como un tren que se me escapa.



OTRO EPITAFIO


UNA mala noche
la tiene cualquiera,
y cien y doscientas,
y doscientos días,
y un año y ochenta.
Una mala vida
la tiene cualquiera.




Javier Salvago
en Variaciones y reincidencias (Poesía 1978-2018)
Calle del aire. Renacimiento.

domingo, 15 de marzo de 2020

Jose Daniel Espejo: Charo 2


A veces veo en sueños a la mujer que falta.
No habla. Se mira las sandalias. Lleva un vestido 
de color azul oscuro. Cuando se lo quita 
ya ella no está allí. Nos cubre con él 
a los niños y a mí ahora nos refugian 
infinitas constelaciones desconocidas.

José Daniel Espejo
En Los lagos de Norteamérica.
Pre-textos. 

Amalia Bautista: La vida responsable

CONDUCIR sin tener un accidente,
comprar desodorante y macarrones
y cortarles las uñas a mis hijas.
Madrugar otra vez, tener cuidado
de no decir inconveniencias, luego
esmerarme en la prosa de unos folios
que me importan exactamente un bledo
y darme colorete en las mejillas.
Recordar la consulta del pediatra,
contestar el correo, tender ropa,
declarar los ingresos, leer libros
y hacer unas llamadas por teléfono.
Me gustaría permitirme el lujo
de tener todo el tiempo que quisiera
para hacer un montón de cosas raras,
cosas innecesarias, prescindibles
y, sobre todo, inútiles y bobas.
Por ejemplo, quererte con locura.

Amalia Baustista
En Tres deseos.
Renacimiento.

Lola Mascarell: Música de los álamos

Las hojas de los chopos caen cantando,
se adentrar en la tierra
cuajada todavía del temblor
con que el viento despierta
la música secreta de sus ramas.

Caen cantando las hojas, se abandonan,
murmuran su canción ene el descenso,
porque abajo es el barro,
su olor profundo, tumba,
pero abajo es también
el manto que ha de dar
intemperie a la voz de un nuevo ciclo.

Las hojas de los chopos caen cantando,
coronan con su leve
quejido de hojas secas
el sello de este paso
que andaba por aquí.

Las hojas de los chopos caen cantando
su lección de belleza y dignidad.

Están cayendo ahora.

Quien pudiera caer como vosotras
sin dejar de cantar.

Lola Mascarell
En Un vaso de agua.
Editorial Pre-textos, Colección la cruz del sur.

jueves, 12 de marzo de 2020

Ángel Manuel Gómez Espada: Estrella polar

La ciudadanía duerme.
Tarde ha remitido la lluvia.
Regresas a casa
Tras una jornada cotidiana
De trabajo maltrecho y roto.
Esquivas los charcos
mientras silbas a Mozart
y te sientes dulcemente cansado.
Ningún motor de coche
atropella tus divagaciones.
Ninguna luz de neón
aturde tus memorias.
Ningún llanto de perro,
ninguna salida de tono.
La ciudad está dormida,
hastiada de los noticiarios
y de la vida secundaria.
Te ofrece todos sus secretos
y tú los rechazas con vago gesto,
con un silbido dulce
que imita al violín
que imita al jilguero
que escuchó en su día
el austriaco inmortal.
La cuidad está durmiendo.
Entera para ti se entrega.
Te ofrece descubrir sus laberintos,
sus hermosos rincones clandestinos.
Pero estás cansado.
Prefieres aligerar el paso,
regresar a casa. Tienes prisa.
Apoyas tu alma en el paraguas.
Estás deseando abrir la puerta,
Entrar, dejar las llaves,
quitarte el abrigo,
besar su nuca.
Besarle la nuca a tu estrella polar.
Brújula que te orienta.
Que te salva de laberintos.
Que resuelve crucigramas por ti.



Ángel Manuel Gómez Espada
En Postales en una caja de galletas.
Editum.


lunes, 2 de marzo de 2020

Un cesto de naranjas

Para Salva Robles
En su cincuenta cumpleaños



Quién nos iba decir,
amigo Salvatore, 
que llegados al otro umbral 
de la estación florida, 
y adentrándose el tiempo 
en el que el viento airado 
cubre de nieve la hermosa cumbre, 
que habríamos de compartir contigo, 
no la dicha -que es algo fugaz- 
sino la gloria 
de quien ya no cumple años 
sino experiencia, 
de quien supo sacar zafiros 
del pozo umbrío 
de las adversidades. 
Tú, rey Midas de la amistad 
que conviertes en oro 
un encuentro azaroso, una llamada, 
para que el cauce fértil 
por donde fluyen 
los amores fraternos se renueve 
siempre distinto y siempre igual. 

 Quién nos iba a decir, 
amigo Salvatore, 
que de algo tan humilde, 
de este puñado de palabras 
que son el pan nuestro de cada día, 
haya podido lentamente 
crecer este árbol tan frondoso, 
que igual que los naranjos 
de tu valle de Guadallhorce, 
convierta la experiencia olorosa 
del azahar 
en esta otra experiencia ya sublime 
de comerse a bocados 
el fruto de la vida.

jueves, 13 de febrero de 2020

J.A. González Iglesias: Piedra angular

PIEDRA ANGULAR

Para Elena Llamas Pombo

El jardín es la piedra angular de tus sueños.
Lo palpitante íntimo, el claustro sensitivo
es visible por otros, no puedo decidir
si es toda esta belleza exterior o interior,
te j´en mesure encore toute la delicatesse.
lo esencial no hace falta decirlo, para eso
tenemos el silencio.


PRIMERA NOCHE DE VERANO

Para José Mateos

Primera noche del verano. Lleno
un vaso de cristal que bien podría
estar en el museo de arte romano
por rudo, irregular, sólido y bello
de agua fría. Lo bebo como otros
beben costoso vino, paladar
adentro va dejando por el cuerpo
el rastro vivo de su transparencia
y su frescura. Es uno de los nombres
De Dios y así lo siento. Estoy muy lejos
de muchas cosas ya, cerca de todo.


Juan Antonio González Iglesias
En Jardín Gulbenkian
Visor.

sábado, 1 de febrero de 2020

Basilio Sánchez: Cuadrante solar

Más que en palabras, pienso en veranas altas: 
el cristal en donde cabe el sol y, más allá, 
el hondo aire azul, que nada muestra, 
y no está en ninguna parte, y es interminable.
Philip Larkin


En un mundo con más cielo que tierra,
como en las perspectivas Serena de van Ruisdael,
la mañana comienza a acumularse
sobre los edificios
y las escalinatas de las plazas,
en las franjas de luz de los balcones.

Con su semilla dentro,
envolviendo las cosas con el lenguaje del cuidado,
la claridad de instala entre nosotros,
reivindica para los sentimientos
la precisión de los matices.

Tiene la porcelana de este día
el descascarillado de una antigua pobreza,
pero lleva su luz a casi todas
las casas de los hombres: la luz mediterránea,
la luz continental, el cielo clásico,
los metales dolientes de un paisaje
que el alma, preservándolo, condena a repetirse.

Me asomo a la ventana como a un libro de imágenes.

Nuestra estirpe lleva sobre sus hombros
la alta aguja del sol.
Los días que salen buenos, a la vida
le perdonas la ofensa de la muerte.


Basilio Sáchez
En Cristalizaciones.
Hiperión.

jueves, 23 de enero de 2020

Erri De Luca: Fragmento de Relato de uno

Ellos nos defienden,
son como el fruto protegiendo al árbol.

Quieren mandarnos de vuelta, preguntan de dónde vengo,
qué lugar he dejado tras los hombros.

Doy la espalda, esto es todo el camino que me queda,
se ofenden, para ellos no es una segunda cara.

Nosotros honramos la nuca, por donde se precipita el futuro
que no estaba delante, pero llega desde atrás y lo derriba todo.

Debes volver a casa. Si tuviera una, allí estaría.
Tampoco los asesinos nos quieren de vuelta.

Quieren meternos de nuevo dentro de la barca, expulsarnos de entre los hombres,
no somos bultos que enviar y tú, norte, no eres digno de ti mismo.

Nuestra tierra tragada no existe bajo los pies,
nuestra patria es una barca, una cáscara abierta.

Podéis negaros y no enviarnos de vuelta,
el viaje es ceniza dispersa, nosotros somos sólo ida.

Erri De Luca
En Sólo ida. Poesía completa.
Traducción y prólogo de Fernando Valverde.
Seix Barral. Los tres Mundos. Poesía.

martes, 21 de enero de 2020

Antonio Soto: A Menfis

CARNE somos, Menfis
ríos de sangre
recorren el alma;
en sus frágiles alas nos llevan
de un lugar a otro.
Fuertes en el amor
contemplamos el mundo.
Mas qué poco somos
cuando este nos abandona.
Ícaros de nuestros sueños,
nuestras alas se derriten,
y un abismo sin fin
nos abre sus fauces,
en una caída sin retorno.

Antonio Soto
En A Menfis.
Editorial Huerga & Fierro. Signos.

domingo, 19 de enero de 2020

Julián Rodríguez: Dos poemas de una extraña ciencia

DEFENSA PROPIA

Como una cerilla encendida
en mitad de la noche, un poema
ilumina tan sólo un instante
la oscuridad que nos rodea.

Pero no olvides nunca
que también puede hacer que todo arda.


EN EL CAMINO

Nuestro maltrecho equipaje volvió a amontonarse en la acera; todavía nos quedaba mucho camino. Pero no nos importaba: la carretera es la vida.
JACK KEROUAC

Así que, ya lo sabes, desabrocha
la insinuante cremallera del tiempo
con lentitud de amante ejercitado,
palmo a palmo, sintiendo el hormigueo
prometido de la carne en la carne
y el ardor entusiasta de la espera,
no te importe no hallar nada tras ella.

Julián Rodríguez
en Una extraña ciencia.
Editorial Hiperión.

Peter Sirr: dos poemas de Las secuencias libres.

Destrozada La tipa de la cisterna, revelando
los acuosos motores, las misteriosas instrucciones.
Este sifón se encuentra listo para una completa purga.
Para una doble purga retirar el enchufe
localizado encima del cuenco del sifón.
¡Ah las informaciones que esperan su momento,
palabras recogidas juntas para portarse bien,
rezando para que aparezca alguien, sufriendo por contar

cómo funciona el mundo! Presionar la palanca
enfrente de tu rostro, y sujetar tus manos en la corriente higiénica.
En caso de querer secarte el pelo,
manipular el trasto del acero, inclinar tu cabeza hacia mí,

dejar que te sostenga indefensa en mis brazos.
¿Cómo has estado? ¿A dónde has llegado?
Yo me he mostrado alegre y triste. Déjame
mirarte, tus cabeza agitándose incrédula, tus mejillas ardientes de deseo.

____

AHORA está nevando débilmente
hace un tremendo frío
No resulta fácil comprender
lo que tú dices, difícil decir
lo que yo ahora estoy pensando
También es un invierno de lenguaje
nuestros días se oscurecen hacia él.


Peter Sirr
en Las Secuencias libres.
Traducción de Lorenzo Plana.
Editorial Pre-textos, colección La cruz del sur.

martes, 14 de enero de 2020

Jose Óscar López: Tren de los dormidos


DORMÍ en el tren que me llevaba
a la ciudad de los despiertos, 
viajaba en el tren de los locos, 
de los seres ridículos 
que hacen pantomimas 
en medio de los serios ejercicios 
de la razón y la moral.

Tuve sueños ridículos, 
me retorcí mientras dormía, 
soñé como quien escurre limones, 
como el que agita el limonero 
gigante de sus pesadillas, 
ácido y fluorescente 
en medio de la noche 
serena de la inteligencia.

Brilla mi limonero, como un faro 
me avisa de la costas escarpadas 
donde terminan encallando 
los más magníficos barcos frutales 
para esparcir la fruta delirante 
de sus bodegas por el mar.

Un mar como una tanqueta de ácido.

Un ácido devota todo lo conveniente, 
lo que debe considerarse 
para llegar a alguna meta de verdad.

Corrí, corría en los campos del sueño, 
corría y me agitaba, y fui ridículo, 
quise librarme de mis ropas 
de durmiente que duerme mal.

Dormí, dormía, hice mal.
Nadie dormía allí hacia donde iba.

Iban a recibirme muecas de desagrado, 
yo era un río de vinagre 
entre isletas de gominola.

Son cosa seria, los payasos, 
¿caso no nos esperabais, 
señor, a los payasos?

Andamos todo el día 
durmiendo y despeñándonos 
en el abismo abierto 
entre nuestro perenne sueño 
y la despierta realidad.

Ah qué risibles somos, qué ridículos.

Lloramos zumo de limón, 
estamos mareados, 
ha sido un viaje horrible.

Y empezamos a tropezar, 
por todas partes nos caemos.

Llegan las carcajadas.
Oh, sí, señor, al fin
hablamos una misma lengua.

Los despiertos soñaban 
con ver una vez más, cientos de veces, 
nuestro espectáculo grotesco, 
y todos los dormidos 
fuimos recibidos por fin, 
con todos los honores, 
en el reino de la vigilia.


José Óscar López
En Animal fabuloso.
Chamán.