OH, tienes que ver los cerezos, me de decían.
Los cerezos, ya los verás;
no has visto cosa igual, los cerezos,.
Y los cerezos llegaron por sorpresa,
un día, de la noche a la mañana,
y no rosados -más asombro-sino blancos,
(los del campus, al menos, me refiero)
blanco-canon, blanco deslumbrador,
que nunca había visto, no, jamás,
porque ya no hay bataneros en la tierra
ni quien pueda blanquear nada de ese modo.
Es un blanco, lo sabe quien lo ha visto,
que solo puede haber nacido de una mano.
Ah, el cerezo, esto no me lo advirtieron,
el árbol de la luz transfigurada.
Marcela Duque
en Bello es el riesgo.
Premio Adonáis 2018.
Ediciones Rialp.
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