LAS MONARCAS
TODA la mañana, mientras sentada
pienso en ti, pasan las monarcas. A siete pisos de altura,
a la izquierda del río, dirigen
hacia el sur, sus alas el negro rojizo de
tus manos como manos de carnicero, las erguidas
venas de sus alas comotus cicatrices.
Yo apenas pude sentir tus gruesas y ásperas palmas sobre mí, tan leve fue su contacto,
el suave roce de la mejilla como una pata de insecto
en mi seno. Nadie me había
tocado antes. Ni siquiera sabia abrir
bien las piernas, per sentí tus muslos,
revestidos de un vello de rojo dorado,
abrirse
como un par de alas
entre mis piernas,
la marca de mi bisagra desangre en tus muslos
como algo alada fijando allí con un alfiler
y luego saliste, como saldrías
una y otra vez, mientras cantidades de mariposas
pasaban frente a mi ventana, flotando
hacia su metamorfosis en el sur, cruzando
fronteras durante la noche, su difusa nube
color sangre, mi cuerpo bajo el tuyo,
y la belleza y el silencio de las grandes migraciones.
Sharon Olds
En Satán dice.
Igitur.
Traducción de Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviria.
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