No me reconoces, pero soy yo, el mismo
Que cortaba tus varas marrones para hacerse un arco,
Varas esbeltas y sencillas para llegar al sol.
Has crecido, tu sombra es enorme, has retoñado.
Lástima que ya no soy aquel chico.
Te cortaría una rama porque, ya lo ves, ando con un bastón.
Me gustaba tu corteza, marrón con una capa blanca,
De un color totalmente de avellano.
Me alegran los que han resistido, los robles y los fresnos,
Pero tú eras quien me alegraba más,
Como siempre hechicero, con las perlas de tus avellanas,
Con generaciones de ardillas que bailaban en ti.
Hay algo de reflexión heraclitiana cuando estoy aquí,
Recordando a mi yo pasado
Y la vida que ha sido, y cómo habría podido ser.
Nada perdura, aunque todo perdura: una enorme constancia.
Y en ella intento localizar mi destino,
Que, en realidad, nunca he querido aceptar.
Era feliz con mi arco, entrando en la orilla de un cuento.
Lo que después me sucedió es para encogerse de hombros:
Solo es biografía, es decir, una invención.
Post scriptum
Biografía, es decir, una invención o un gran sueño.
Capas de nubes en un trozo de cielo entre la claridad de los abedules.
Viñedos amarillos y pardos al atardecer.
Por un tiempo breve fui un servidor y un viajero.
Absuelto, vuelvo por un camino inexistente.
Szetjnie-Napa Valley, otoño 1997.
Czeslaw Milosz
en Tierra inalcanzable (antología poética)
Galaxia Gutengerg/Círculo de lectores.
Traducción de Xavier Farré.
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