martes, 31 de octubre de 2017

Ana Blandiana: Mi patria A4

SOBRE LA SUPERFICIE DEL UNIVERSO

Un mundo del que entiendo tan poco:
las palabras me envuelven
de niebla y nubes-
en contadas ocasiones algún lucero
con los bordes deshechos
intenta introducir un rayo de sentido.
Todo se encuentra
demasiado lejos,
cuando no demasiado cerca,
las lentes son siempre inadecuadas,
las formas no figurativas,
sin sabor, ni olor,
sólo los dedos perdidos
sobre la áspera superficie
del universo.


DULCE CONFUSIÓN

Llevo tu ropa
que mi cuerpo llena,
me asombro de lo bien que me sienta,
la ropa se asombra también
como si tú misma hubieras regresado-
Dulce confusión,
destinada a ocultar
la semilla que ha perdurado siglo tras siglo.
Llevo tu ropa por las calles en las que tú has creído.
Hazme creer a mí también,
deja que tu luz me encienda.
Las prendas se mueven por sí losas
dejando entrever por las costuras
el resplandor de la semilla
que ha pasado de un siglo a otro.




Pero si la aproximación racional y la capacidad intelectual pueden oponerse a la esencia de la poesía, ¿no lo hacen en igual medida las estructuras estéticas, las reglas y las normas de la belleza, los tropos y los adornos? Entre la poesía y las doctrinas literarias existen muy pocos puntos de coincidencia, y las teorías acerca de las corrientes poéticas provienen generalmente de autores a quienes les resulta más fácil hablar de poesía que crearla. Giordano Bruno intuía esta verdad cuando protestaba contra los "que hacían reglas para la poesía", reglas cuyo destina era ser anuladas por os verdaderos poetas. Las formas fijas de versificaciones laboriosas, que han dominado con tan docta autoridad durante siglos enteros -"toute est prose rimée" decía Rimbaud- me asustan por su habilidad de recubrir la nada con bellos ropajes, por la perfidia de crear uniformes sofisticados y encorsetados que pueden revestir, en igual medida, la poesía o la nada. Conozco poemas que me recuerdan aquellos vestidos medievales conservados en los museos, tan profusamente adornados, que se sujetan orgullosos a sí mismos, sin la necesidda de vestir un cuerpo vivo. Sé que la poesía, cuando existe de verdad, es suficientemente poderosa como para vencer los obstáculos de sus propios adornos. Sueño con una poesía simple, límpida y tan transparente que insinúe la sospecha de que ni siquiera existe. Una poesía en la que las palabras se unen obedeciendo órdenes misteriosas, no leyes inflexibles. Sueño con la melodía fluida de los sonidos, con el ritmo que marca la música sin el cálculo forzado de la métrica. Temo a la rima implacable, la que cae con aplomo como una espada al final de cada verso me encanta la rima irregular que se asoma de improviso a lo lejos y que reaviva algún significado olvidado como si fuera un amor antiguo. Me emociona la rima que me da la sensación de emparejar las palabras que he conocido en otra vida y me asusta la rima aparente, erudita y ofensiva tanto como los fragmentos de un espejo que, en vez de reflejar un rostro, nos deslumbra maliciosamente. Porque nada me asusta más que el talento que se descubre a primera vista y la retórica que no se deja intuir siquiera desde el principio.


Ana Blandiana
en Mi patria A4.
Traducción de Viorica Patea y Antonio Colinas.
Editorial Pre-textos.+

domingo, 29 de octubre de 2017

Charles Simic: Poemas de El lunático

Menú del día


Señor, sólo nos queda
una cuchara y un cuenco vacío
del que servirse
grandes sorbos de nada

y pretender que eso que come
es una sopa espesa, oscura,
un potaje humeante
en el cuenco vacío.




Simbad el marino

En las noches oscuras del invierno en el campo,
los pobres y los viejos sólo tienen
una luz encendida en sus hogares, tenue
y no fácil de ver,
como quien remó con su bote
muy lejos de la costa
y tras soltar los remos
se recuesta y enciende un cigarrillo
con el mar en calma a su alrededor...,
¿o son más bien campos oscuros
silenciados por la nieve que cae?

Charles Simic
en El lunático
Vaso Roto poesía.

lunes, 23 de octubre de 2017

Maram al-Masri: Tres poemas

MARIE

Madre: Madeleine
Padre: André
Edad: 32 años
Profesión: empleada de Hacienda

Desde que él me dejó
el frigorífico se ha convertido
en mi amigo, mi marido y mi amante.

Lo abro a todas horas
"Mmmmh...
¿Qué me escondes, querido?"

Sabe sorprenderme,
sabe seducirme,
me ve desnuda
a veces sonriente,
a menudo llorando,
y cuando está vacío
lo vuelvo a llenar a toda prisa
de vida
insatisfecha.

El frigorífico es grande como mi cuerpo,
frío como mi cama.


HATIFA

Madre: fallecida
Padre: Safar Alí
Edad: 16 años
Profesión: La muerte no le ha dejado trabajar


¿Es un crime
si mis pues se alegran de tocar la esencia
de la tierra
cuando bailo?

¿Es un crimen
si desnudo mis hombros
y dejo flotar mi pelo?

¿Es un crimen
pintarse los labios
y decir que tengo boca?

¿Es un crimen
si soy una chica
como todas las otras chicas del mundo?

¿Si tengo un cuerpo,
si duermo
si canto
si escribo
si tengo deseos
si amo?
¿Es un crimen vivir en un país
donde ahorcan
la libertad?


PENÉLOPE

Pasé ante una ventana cerrada
con el picaporte roído por el polvo,
vi a Penélope
tejiendo su lienzo de larga espera.

Quería que parase
que se calmara
que se lavara
que se perfumara
para tomar una taza de café en la cagetería
o que fuese al cine
o que leyera un libro
o que fuese a la peluquería
para cambiar de cortte.

"Él no vendrá", le dije.
"Sal, Penélope
sufre, ama, canta, baila, emborráchate,
tus senos se van a vaciar
tus cabellos van a encanecer
tus aguas se van a desecar..."
Pero ella siguió
sorda a las llamadas de la vida,
prisionera del mito.


Maram al-Masri
en Almas con pies desnudos.
Trauducción M. Guillermo +E. Castejón
Nausícaä.

viernes, 20 de octubre de 2017

Rafael Argullol: 20-IV-2013

La gaviota chocó violentamente contra mi ventana
y, tras ensangrentar los cristales
con pinceladas de un rojo casi morado,
se precipitó, herida de muerte,
hasta la terraza ajardinada
que una vecina anciana cuida con tenacidad.
Yo la vi expirar
entre geranios y buganvillas,
las alas desplegadas,
como dirigidas al mar perdido,
y en cada uno de sus estertores
me pareció que escapaban
auras fosforescentes.
Enseguida empezó a llover con fuerza.
Una hora. Torrencialmente.
Cuando me asomé de nuevo
la gaviota había desaparecido.
Pero su sangre continuaba dibujada en mis cristales
como las encrespadas olas de una pintura japonesa.


Rafael Argullol
en Poema.
Acantilado.

martes, 17 de octubre de 2017

Guillermo Carnero: Factoría de gárum en Bizerta

Tallaron en la costa un estanque somero
donde la piedra aflora blanda y lisa,
y al subir la marea acudían los peces,
pocos, cuantos concede un mar mezquino.

Los secaban al sol, el Sol de Ascanio,
el de los argonautas, el de Ulises,
al pie de unos olivos desmedrados
ajenos al auspicio de Atenea.

Tuvieron termas con un mosaico pobre
-un solo friso de teselas pardas-,
una taberna con un par de cántaros
y un lecho de ladrillo para mujer barata.

Ni una inscripción; los restos de una noria
y los de una sandalia, cuatro fíbulas,
una tanagra, el asa de un caldero
y una ánfora pequeña con los huesos de un niño.



Guillermo Carnero
En Regiones devastadas.
Fundación José Manuel Lara. Vandalia.

Sharon Olds: Dos poemas

DESPUÉS DE 37 AÑOS MI MADRE SE DISCULPA POR MI NIÑEZ

Cuando te inclinaste hacia mí, con los brazos extendidos
como quien intenta atravesar el fuego,
cuando te dejaste llevar hacia mí, gritándome que
sentías lo que me habías hecho, los
ojos rebosantes de líquido terrible como
bolitas de mercurio de un termómetro roto
que patinan por el suelo, cuando en silencio gritaste
¿Hacía dónde podría haberme dirigido? ¿A quién más tenía?, tus
manos como loza partida que se hacia mí, el
agua que rompe desde los ojos como la humedad de las
piedras bajo una presión extrema, no pude
ver lo que haría con el resto de mi vida.
El cielo parecía hacerse añicos, como una ventana
que alguien reventase desde dentro o desde fuera, tu
rostros pequeño brilló como si estuviera
hecho de cristales rotos, con verdadero arrepentimiento, el
arrepentimiento del cuerpo. No pude ver lo que
serían mis días contigo arrepentida, con tu
lamento por haberlo hecho, el
cielo que caía a mi alrededor, sus cascotes
que resplandecían en mis ojos, tu cuerpo viejo
y suave caído sobre mí con horror,
te estreché en mis brazos, dije Todo está bien,
no llores, todo está bien, el aire repleto de
cristales rotos, yo, que apenas supe lo que te
decía o quien sería ahora que te había perdido.


PISCINA EN CALIFORNIA

Sobre la mugre, las hojas muertas del roble vivo
yacían como caparazones secos de tortuga
quemados y crujientes, las puntas afiladas como
aguijones de avispa. Mosquitos saciados
colgaban del aire como tiburones en el agua,
y cuando sostenías el sándwich de atún
una esfera dorada de avispas
se reunía junto a tu mano en el aire
y se movían cuando tú te movías. Todo giraba
alrededor de la gran piscina, azul y
resplandeciente como las aguas sagradas en
Cocodrilópolis, y los chicos
salían de debajo del agua por sorpresa
para tirarte. Pero el verdadero centro eran los
vestuarios: los bañadores húmedos
el olor a cloro, el hormigón frío,
la pared de pino astillada, el otro lado
donde estaban los chicos, de hecho
desnudos, en la nebulosa como
sombras en el fondo de la piscina, donde los cocodrilos
relucían en sus pieles escurridizas. Todo el verano
el agujero de la pared de madera me susurraba
ven a ver, ven a ver, ven a comer y a ser comida.



Sharon Olds
en La célula de oro.
Traducción de Óscar Curieses.
Bartlheby editores.


Adam Zagajewski: Julio

Es julio, los mirlos ya han dejado de cantar
.Estoy sentado en un banco a la orilla de un lento río,
Escucho una discusión de dos amantes llena de odio,
No los conozco y nunca los voy a conocer.

Sudados deportistas corren por el camino.
El solo de la mañana brilla indiferente
En la tranquila agua oscura,
Una encarnación de la pasividad.

Un chiquillo lleva una bolsa de plástico
Con las letras chillonas Men´s Health.
Las almas no se encuentran casi nunca,
Los cuerpos luchan al amparo de la oscuridad.

Por la noche cae una lluvia delicada como un haikú.
Al amanecer sobre la ciudad balbucean unas campanas ligeras.
Mientras sigamos vivos.



Adam Zagajewski
En Asimetrías.
Traducción de Xavier Farré.
Acantilado.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Verónica Aranda: Dos poemas

BÚSQUEDA

YO buscaba en tu cuerpo las guirnaldas de ser,
la senda de granados repoblada
con las ardillas grises del silencio,
algún poniente malva
o aquella decisión a corto plazo
que se va meditando en los caminos.


FUGACIDAD

El futuro erizado o en los pezones,
su floración oscura
frente al desasosiego de la alberca.
y no aferrarse a nada. En los lugares
ambiguos del deseo
tan Sólo una canasta de toronjas
y el lino que se rasga en los establos.


Verónica Aranda
En Cortes de luz.
Ediciones Rialp

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Esther Cabrales: Un poema de Erosión

A estas alturas
puedo
estoy en condiciones de afirmar
me atrevo de hecho a verbalizar
a escribir incluso
que estoy fuera del mundo
que me he ido.
Me he ido de mí,
de mí y de todo,
de todo en cuanto estaba,
de todo y de todos.
Fuera del mundo,
me he ido de mí y del mundo,
me hallo
en el afuera de todo
allí
donde no estás tú.

Esther Cabrales
en Erosión.
Renacimiento.

Abraham Gragera: Enigmas de la naturaleza

Para Juan Carlos Reche

ERA mi libro favorito.
Era un regalo de mi padre
lleno de gráficos y epígrafes,
fotografías en color
de máscaras, de buceadores
en el antártico, entre nubes
de krill; de esquirlas de cristal,
de ocelos y cefalotórax
vistos con microscopio cien
veces más grandes, e indecibles,
como lo que sentía con:
y los árboles se volvieron
piedra, escrito junto al fósil
en el que me costaba un poco
dar con el  árbol. O al llegar
a lo de la partenogénesis.
o al tratar de entender qué fue
lo que llevó a las procariotas
a fagocitar otras células,
y a convertirse en eucariotas,
inaugurando la noción
misma de vida, separando
lo vivo y lo inerte en el mar
primordial.
                       ¿Fue de mutuo acuerdo,
la carencia de núcleo y de
membrana respectivamente?
¿O el hambre sin más y la lucha
por la supremacía? ¿Fue
un acto rutinario, ciego,
o  una singularidad? ¿Cómo
se llega a ser nosotros?

Qué hacemos aún allí,
mi padre y yo, sin responder;
yo con mi libro favorito,
él con mi vida por delante;
los dos mirando al infinito
más próximo, no con nostalgia,
sino con nuestra única certeza:
que no nacemos, no morimos
sólo nos separamos.


Abraham Gragera
En O Futuro.
Editorial Pre-textos.

lunes, 31 de julio de 2017

Josep M. Rodríguez: Dos poemas de Sangre seca

VARIACIÓN STANDFFORD


Conducía a través de un estrecho sendero de montaña.
Noche azul y, de pronto,
me encontré un ciervo
                                      muerto.

Bajé del coche y anduve hacia el cadáver.
La piel suave. El cuerpo, casi rígido.

¿Dónde miran los ojos de los muertos?
¿En qué lugar coinciden sus  miradas?

Lo fui arrastrando hacia el desfiladero.
Antes de despeñarlo,
me fijé en su barriga extrañamente desproporcionada,
que aún estaba caliente.

Y entonces, la palpé:
en su interior un cervatillo
                                            inmóvil,
donde nace la muerte.



JARDÍN

Después de la tormenta,
las hojas que han caído alrededor del árbol
empiezan a pudrirse.

Gotean los rosales:
son un cuadro de Pollock
queriendo deshacerse.

Mi madre me contó
que la primera vez que vi la lluvia
empecé a llorar,
como si por entonces ya entendiera
que en la belleza hay algo doloroso.

Es invierno. Y hay una bruma leve,
fría,
como un velo de novia en la mesa de autopsias.

Dime,
¿qué crees tener que ya no hayas perdido?



Josep M. Rodríguez
en Sangre seca.
Hiperión.

miércoles, 5 de julio de 2017

Alberto Chessa: La mirada de Ulises

Te contaré mi viaje:
un momento que asume los momentos,
que resume en su trémolo lo que fue y bien será,
porque en la piel se estarce el sudor de la mañana,
pero también mañana es un viaje al ayer.

La vista asida a la ventanilla del coche
mientras cruzamos las fronteras,
donde nadie es de aquí, y en cuanto se pronuncia
(aquí) deviene un nombre propio que a nada nombra.
Hay que andar hacia el otro, traspasarlo,
para alcanzarnos a nosotros mismos:
la primera mirada sólo existe
en tanto que se busca, una espera
aún por revelar. In my end is my beginning.

Y por eso eres tú la misma y su contraria
en todas las mujeres que jalonan mi ruta,
hablándome en mi lengua o en idiomas
que desconozco pero sé qué dicen:
lloro porque no puedo amarte, y porque
la Historia a ratos baila de puntillas,
Lenin guillotinado (como todos los dioses)
en el vals del Danubio. Parece que fuera a levantar
el telón sin aviso, que lograremos resolver al fin
el jeroglífico de balas y morteros
que ensucia el mar de tarde en tarde.
La niebla es una fiesta, algunos muertos
escampan en la niebla. Ya es la hora
¿Cuánto ha durado el viaje? ¿Un día? ¿Treinta años?
¿Cuántas décadas hay entre el martes y el miércoles?
Es hacia dentro donde la mirada
palpa las cosas, reconoce,
como manos de ciego. Donde el viaje
no empieza ni termina. Donde el verso extravaga.
Donde la luz es otra



Alberto Chessa
en La impedimenta.
Huerga & Fierro, 2017.

sábado, 1 de julio de 2017

Luna Miguel: Dos poemas de El arrecife de las sirenas

ESCRIBO ESTO MIENTRAS CRUZO UN OCÉANO DE VUELTA AL HOGAR EN UN AVIÓN DE AEROMÉXICO


No tengo a nadie a quien rezar, pero sí tengo alguien a quien decir "te necesito". pensaba esto en el camino de regreso: varadas horas cruzando el océano, varias horas comiendo galleas de fresa en parís, varias horas mirándote dormir esbozan demasiados sentimientos: como hormigas suben y bajan por los párpados de mi jet las, así me imagino la palabra amor, y la palabra sueño, y el verbo envejecer. así me entretengo repasando tus afiladas cejas mientras la noche de Barcelona es diamante, y en su cielo no hay nada salvo dos lunas a las que no sé rezar.

ESTANQUE DE NENÚFARES
EN EL PARQUE UENO

"Diferencia entre polilla y mariposa"
el buscador de Google me lleva a una galería
de imágenes que dan miedo
"polilla gigante Japón" tecleo otra vez
para adivinar qué es aquello que he visto
agonizando entre la maleza del parque ueno
y su lago repleto de peces naranjas
"las polillas pueden ser bonitas"
escribo desesperado en la habitación del hotel
con el aire acondicionado al máximo
y las piernas en alto mientras tú duermes
"las polillas se parecen a las mariposas"
hemos hecho el amor en silencio
tu sexo se escondía en mí como la libélula
en el nenúfar del estanque esta mañana
"para que qé sirve una polilla gigante"
me pregunto y pregunto al mundo
si tocar el agua de ueno traerá suerte
si pedalear en una barca brillante traerá cariño
si comer fideos sencillos llenara´el vientre
si viajar al otro lado del mundo nos dará una lección
allí de donde vengo las polillas son diminutas
se esconden entre la ropa limpia
y sus alas recuerdan murales de tela antiguos
"qué significa polilla"
"por qué en Tokio hay tantas polillas muertas"
"por qué he venido al otro lado del mundo"
"para qué regresar al hogar si aquí puedo ser feliz
si aquí puedo hacer el amor
si aquí los insectos son hermosos
si aquí aún no entiendo nada y si ojos brillan"



Luna Miguel
en El arrecife de las sirenas
La Bella Varsovia

martes, 27 de junio de 2017

Verónica Aranda: Una alcoba...

Una alcoba pequeña. A contraluz,
un jergón medio hundido,
el peso en simetría de dos cuerpos,
sandalias rotas y un aroma a almizcle.

Me acaricias la nuca, se abren paso
las yemas de mis dedos por tus ingles
con círculos de ópalo y sudor.
Un vientre silencioso,
una imagen de Kali con diez brazos
y collares de cráneos. Llega el clímax.
La lluvia del monzón
cae torrencial en todas las terrazas.


Verónica Aranda
En Épica de raíles.
Devenir.
Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández- Comunidad Valencia 2016.


domingo, 4 de junio de 2017

Álvaro Giménez García: The final countdown

(Catálogo de pasos para vivir los úlltimos años lejos del mundanal ruido)

"Y mientras miserablemente se
están los otros abrazando con sed
invairable del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté
cantando".
Fray Luis de León

Cercano el momento de la cuenta atrás
decides ejecutar el beatus ille
planeando para cuando ya nada importase.
Así suspendes tu cotización social,
embargas tu relación con el mundo
y languideces en esta urbanización,
ni de costa ni de montaña,
sino de secano y desierto,
donde cada casa es como la anterior,
la de enfrente o la siguiente.
El anonimato es el idioma;
el aislamiento, la esencia;
el tiempo, un círculo infinito
sin aristas de citas ni de horarios.
Pleno de facultades y
exento de responsabilidades,
te meces en la inexistencia
y apenas sientes el rumor que, a lo lejos,
deja el ruido mundanal
ya olvidado.


Álvaro Giménez García
en Atópica (Versos atópicos para temas y personajes tópicos)
Ayuntamiento de Lodosa.

jueves, 25 de mayo de 2017

Andrés García Cerdán: Dentro

NO CANTAS, no: tu propia voz te infundes
como un veneno delicioso. La haces
girar dentro -como una piedra dentro-,
conteniendo su furia, estampándola
sin compasión entre los dientes
y el cielo de la boca, reteniéndola
para ti. No acaban los labios
de despegar, de abrirse nunca
del todo. No hay destello ni explosión
alguna mientras callas, mientras dices:
solo implosión salvaje, desatada.
No, no cantas, nunca has cantado. A solas
contigo mismo en tanto desenfreno,
te has limitado a perseguir los ruidos
entre la imantación y la pureza.
Dentro clama la luz de la mañana.
Dentro se oxida el cielo. El mundo
tiembla en la punta herida de tu lengua.


Andrés García Cerdán
en Puntos de no Retorno.
Reino de Cordelia.

miércoles, 24 de mayo de 2017

Juan De Dios García: Deconstrucción

COMO ocurre a políticos
y otras celebridades,
tú también tienes una hemeroteca
que te desdice cuando se le antoja.
nunca podrás quemarla.
                                         Vive en ti.
Y morirá contigo.

Juan De Dios García
en Un fotógrafo ciego
Balduque.

martes, 23 de mayo de 2017

Antonio Jiménez Millán: Días tranquilos en el Albaicín (1976)

"En París, el sexo está en el aire"
HENRY MILLER

"Uno debe vivir apartado de todo, olvidando", dijo Lawrence. Lo intentó y fracasó. Uno no puede vivir apartado, ni puede olvidar".
HENRY MILLER

                                            A Álvaro Salvador y Pepa Mello


QUERIDO Henry Miller: algunos de sus libros
llegaron a Granada tarde y mal,
deslucidos, con páginas en blanco,
y esta vez no pudimos culpar a la censura:
la chapuza venía del otro lado del Atlántico.
El caso es que llegaron, aunque fuese
a las trastiendas de las librerías,
y luego los compraron en la Universidad,
para mayor escándalo de las bibliotecarias:
Sexus, Nexus, Plexus...,
tanto latín para acabar en esto,
se lamentaban.

Usted contribuyó, sin duda,
al mito de las zonas decadentes
en el París de los años treinta;
Cliché, Ménilmontant,
Faubourg Montmartre, Rue Fontaine,
Rue Pigalle. Hablaban sus novelas
del bullicio en las calles,
de parques, de mercados y cafés
llenos de gente,
de las aceras de los bulevares
donde las putas se exhibían
con naturalidad.
En París, el sexo está en el aire...

En Granada también, pero de otra manera.
Recuerdo una pintada que decía:
en esta ciudad,
follar no es un pecado, es un milagro.
La casa era una isla en aquel laberinto
de calles sinuosas y plazas escondidas:
Calderería,
Cruz de Quirós,
San Miguel Bajo.
Al pasear por ellas,
tocábamos las ramas de los árboles
por encima de muros desconchados,
y en invierno, el agua de la lluvia
bajaba por las cuestas a raudales
como un río de sombras
anegando los huertos, los derribos,
en el silencio de la noche gélida.

Tuvo siempre aquel barrio un aire de misterio
que a usted, probablemente, le hubiera seducido:
al fin y al cabo, el sur es un invento de otros.

Por entonces,
a falta de mejores incentivos,
nos bebíamos todo:
el aguardiente,
el tinto peleón de las tabernas
junto al Arco de Elvira,
reservado el derecho de admisión,
se prohibe el cante.
por no hablar de las mezclas incendiarias:
vermut co nmenta,
coñac con coca-cola, por ejemplo.
Algunos se bebían incluso la colonia
-Varón Dandy, por más señas.
Eso alucina, y mucho,
ya me dirá usted.
Se puede ver el Trópico de Cáncer,
el de Capricornio,
el Ecuadro y las antípodas,
si me apuran.

No eran tiempos tranquilos, sin embargo.
Acaso la memoria me traicione
al evocar la calma ambigua y lenta
de aquellos días:
los años que han pasado ya confunden
la falta de experiencia con los sueños,
las horas de ansiedad y las sublimaciones.
Volviendo a sus novelas, era muy sorprendente
con qué facilidad y qué soltura
montaba usted una orgía. Lo nuestro era más bien
escuela de trabajos manuales:
daban poco de sí los encuentros furtivos
y de los burdeles, mejor no hablar.
Después, mucho después,
entendí la desolación de los poemas
que entonces escribía,
la confusa insistencia en el lamento
y la mala costumbre de enredar
el sexo con la metafísica.

Sexo y muerte: me doy cuenta
de que los uno con bastante frecuencia,
dijo usted.
No voy a corregirle, a estas alturas.
Una extraña deriva
nos lleva a defender en otros cuerpos
esa llama fugaz que sobrevive
al viento de los años,
pero también sabemos que la muerte acecha
con su desgaste lento, inevitable:
me basta recordar aquellas casas,
los patios en penumbra,
las abombadas vigas de madera,
las grietas en la cal de las paredes.

Ahora, en la distancia,
surge otra vez el personaje
que hablaba en sus relatos.
Tenía el atractivo de los símbolos:
el vagabundo insomne,
el solitario buscador de oro.
Pero al final me quedo
con sus palabras sobre Lawrence:
no se puede vivir aislado,
ni se puede olvidar.



Antonio Jiménez Millán
en Ciudades (Antología 1980-2015)
Renacimiento.

lunes, 22 de mayo de 2017

Diego Sánchez Aguilar: Y un día el demonio...

Y un día el demonio se apareció al monstruo en el centro del bosque
 y el demonio tomó la forma de una niña.
Y usó el demonio la voz de la inocencia,
y el disfraz de un vestido blanco de inocencia.
Y el demonio tomó al monstruo de la mano,
y lo llevó al borde un lago.
y allí le enseñó la belleza blanca de las flores,
y quiso enseñarle el nombre único de las cosas.
Y señalaba una flor, y le decía:
esto es una flor, y también esto es una flor,
y todas las flores son una sola flor.
Y lanzó la flor al agua y le dijo:
así como flota esta blanca flor sobre la superficie del lago,
así los nombres flotan sobre el negro abismo de las cosas.
Y lo miró tiernamente a los ojos, y le dijo:
así como las flores elevan su belleza sobre el negro lago,
así el alma inmortal flota sobre la negra muerte.
Y hubo dudas en el monstruo,
que miró a la niña
y miró el lago,
y vio las flores brillando blancas sobre la muerte negra
como en el insondable fondo del ciclo brillan las estrellas.
Y fue tentado el monstruo por la pureza y la blancura.
Pero el monstruo miró sus cicatrices,
y escuchó luego el tiempo del latido,
igual al de las breves olas sobre el lago.
Y levantó el cuerpo de la niña como la niña antes levantó las flores,
y la tiró al lago para ver cómo su alma inmortal flotaba sobre la negra muerte.
Y desapareció la niña bajo el rostro del lago
como desaparecen las palabras bajo el manto de la noche.
Y las flores que se alejaban flotando por el lago

tenían el color de un recuerdo que se olvida.


Diego Sánchez Aguilar
en Las célebres órdenes de la noche
Ediciones La Palmar.

domingo, 26 de marzo de 2017

Louise Glück: Itaca

ITACA

El amado no
necesita estar vivo. El amado
vive en la cabeza. El telar
es para los pretendientes, encordado
como un arpa con el hilo blanco de un sudario.

Él era dos personas.
Era el cuerpo y la voz, el sencillo
magnetismo de un hombre vivo, y también
el desplegado sueño o imagen
a los que da forma la mujer que trabaja el telar,
que se sienta ahí en un salón lleno
de hombres sin imaginación.

Igual que le tienes lástima
al engañado mar que intentó
llevárselo para siempre
y solamente se llevó al primero,
al verdadero marido, debes
tenerle lástima a estos hombres: no saben
lo que están mirando;
no saben que cuando uno ama de esta forma
un sudario se convierte en un traje de novia.



Louise Glück
en Praderas.
Traducción de Andrés Catalán.
Pre-textos.

José Manuel Gallardo: Dos poemas

VARIACIÓN I

Todas las palabras,
todas la conversaciones
que han salido y saldrán de tus labios
que saldrán de los míos
en las tardes de verano,
en esta tarde de otoño,
en las futuras noches del invierno

no son más que pura estadística;

ya han sido antes pronunciadas
o serán repetidas exactamente en el mismo orden
en algún momento futuro.

Son palabras vanas
-no son nuestras-
todas con las que nos hablamos.


MAÑANA

Como agujas en el agua
que siendo metal floran misteriosamente,
como pétalos olvidados entre las páginas de un libro,
rugosos y desangelados, desalmados,
el día se desvela sin saludar
y acerca oscuros presagios
que son recuerdos que la mente no logra ordenar.

Lo más prodigioso puede ocurrir esta mañana.
La desdicha
                es el menor
                               de los problemas.


José Manuel Gallardo
en Infinitos monos.
El Desvelo Ediciones.

jueves, 12 de enero de 2017

Erri De Luca: Con la ayuda de Hölderlin

El mes de mayo del noventa y nueve
los belgradenses se hacían los astrónomos
y escrutaban el cielo.
El suelo explotaba, temblaban las piedras
más aún que los viejos, los perros o los niños.
Las bombas de grafito habían cortado la electricidad,
en la oscuridad la fraternidad aumentaba.
"Donde existe el peligro, crece
también aquello que puede salvarnos."
(Wo aber Gefahr ist, wächst/ das Rettende auch)
El poeta no estaba en Belgrado aquel mes de mayo,
estaba muerto desde hacía siglo y medio,
pero sus páginas sí, se encontraban en mis bolsillos
como arma antiaérea, como salvoconducto.
En la guerra las palabras de los poetas protegen la vida
junto a las plegarias de una madre.
En una guerra los huérfanos y quienes no tienen u libro
están al descubierto.

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Erri De Luca
en Sólo ida. Poesía completa.
Traducción Fernando Valverde.
Editorial Seix Barral

jueves, 5 de enero de 2017

Ted Kooser: Madre

ABRIL ya mediado y los ciruelos silvestres
florecen en medio de la carretera, un blanco encaje
contra el verde exuberante y jubiloso
de la nueva hierba y el negro polvoriento
y marchito de las cunetas requemadas. Los árboles no tienen hojas todavía,
sólo las delicadas flores con pétalos de estrellas,
dulces con sus perfumes eternos.

Hoy hace un mes que te fuiste
y te has perdido tres lluvias y una larga noche
con aviso de tornados. Me senté en el sótano
de seis a ocho mientras las gruesas nubes de primavera
daban volteretas retumbando hacia el este. Luego diluvió,
una tormenta que caminaba con piernas de relámpagos,
arrastrando su vientre desgreñado sobre los campos.

Las golondrinas han vuelto y los pinzones
cambian su plumaje de verde a oro. Los dos gansos de siempre
han venido al estanque este año,
graznando sobre los árboles y salpicando.
Nunca anidan, se quedan dos o tres semanas
y después se van. Las peonías están crecidas, los rojos brotes
ardiendo en círculos como velas de cumpleaños,
porque éste es el mes en que nací, como bien sabes,
el mejor mes para nacer, gracias a ti,
todo preparado para estallar con vida.
No habrá más pijamas de franela
cosidos en tu vieja Singer negra, no más tarjetas de cumpleaños
escritas con una letra temblorosa, pero formal.
Me preguntaste si me entristecería cuando esto ocurriera

y estoy triste. Pero los lirios que me traje de tu casa
ahora sostienen en los puños secos y polvorientos de sus raíces
cuchillos y tenedores verdes como si esperaran la cena,
como si la primavera fuera un festín. Te doy las gracias por eso.
Si no fuera por cómo me enseñaste a mirar
el mundo, a ver la vida activa en todo,
tendría que estar solo para siempre.

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Ted Kooser
en Delicias y sombras.
Traducción de Hilario Barrero.
Editorial pre-textos

lunes, 2 de enero de 2017

Constantino Molina: Piedra negra

Habéis pactado versos con la luz.
Os iluminan lámparas
de tan manido brillo
como la plata antigua que, bruñida
en las generaciones,
hace de su desgaste su belleza.

Y he aquí esta piedra.
La sola piedra negra.
La que oscura y latente en su contorno,
alejado de un ámbito de luz
que la transforme,
es solo piedra exacta.

Recógela,
canta con ella y guárdala en tu mano.
Que intacto permanezca
el oscuro fulgor de su materia.



Constantino Molina
En Silbando un eco extraño.
Hiperión.