domingo, 28 de febrero de 2021

Mario Míguez: El delfín

 Así como el delfín solea su ágil cuerpo

si un destello de luz lo atrae allá en la altura

y salta y abandona así, por juego, el agua

en un impulso limpio, alegre

y es puro brillo y gracia en superado límite

y vibra pleno, y sólo así respira,

ya en su cielo, por encima del mar,


Así también yo solo, en completo abandono,

dejo a veces el mundo, enamorado

de un destello divino

y asciendo, fiel, un hondo instante

a bañarme en su luz

y doy todo mi amor en el esfuerzo, el juego,

y sólo así respiro, y sólo así 

puede mi corazón seguir latiendo

después de nuevo aquí con alegría.




Mario Míguez

En Difícil es el alba. Antología poética.

Edición de José Cereijo.

Renacimiento.

lunes, 22 de febrero de 2021

Ramón Andrés: Los libros

 Son perros, nos siguen, levantan la pieza,

la cobran, Lo abatido, nosotros.

Si te echan de casa, te los llevas;

toda la jauría. Si alguien te admite en otra,

no entras sin ellos, Están, escarban

en lo que guardas de instinto, Nombres cortos,

rápidos, secos para que te entiendan:

el perro-libro Chéjov, el perro Ibsen,

Nietzsche, Arendt, Blake, Poe, llámalos,

se revuelvan en la tierra humedecida,

como si superan que todo está en ellas

huelen a cuero usado, a cuerda mojada.

Raza o mezcla, dos precios. Dos clases.

Hozan. Está el que jamás se aleja

y el que va sin detenerse monte arriba,

el que responde al ladrido y el que duerme.

Perro Milosz, perro Bishop, Rilke,

no son falderos, vigilan, rastrean

tu pasado, los años hechos ya despojos,

carroña -diría Baudelaire-,

no dejan ni un mes ni un día de desperdicios

lo devoran todo. Poca correa, poco collar,

perro Bachmann, perro Stevens, Heaney,

muerden, muerden el palo que les lanzas,

y lo roen y roen porque es tu vida.


Ramón Andrés, 

En Los árboles que nos quedan.

Poesía Hiperión.