viernes, 30 de diciembre de 2022

Javier Sánchez Menéndez: El sanador

 No existe un sanador para lo incierto:

incierta juventud, inciertas posesiones,

incierto y vertical.


La sombra de la encina en esta hora.





Javier Sánchez Menéndez

en Ese sabor antiguo de las obras.

Editorial Chamán.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Andrés García Cerdán: El éxtasis.


 


Aunque podría estar en éxtasis

admirando las auras

y las desproporciones de Gaudí,

estoy aquí

contigo

en un juego salvaje con tus piernas,

que se abren y se cierran

con toda santidad ante los santos.


Me deshago en el aire

de julio. Voy

escribiendo en mi boca

unas pocas palabras que te digan.

Procuro que sean palabras justas.

En su medida exacta

levanto con saliva y aire

este sueño de Barcelona. Y ya

me da igual que bufen los autobuses

o que la tarde vaya diciendo lentamente adios.


Qué forma de decir que todo acaba

aquel semáforo

en mitad de la nada.

                                         Pero aún

a tus sandalias blancas y a tu pelo dorado,

que se desborda

sobre los hombros sin piedad,

me entrego.


Me estremezco y doy gracias

a la libido

y a esta intimidad de los cielos abiertos.


Hierve el barro en mis ojos esta tarde,

un barro altísimo

y vertical.


Creo que te llevaba dentro

desde el principio,

oh tarde de verano,

que estoy aquí

porque ya había estado antes

y había escrito este poema

y había dicho

la luz

en la que estabas tú desconociéndome,

olvidándome ya

antes de conocernos.


Hermosa adolescente,

les haces una última foto a las cúpulas

y guardas el teléfono

y te vas otra vez.

Pero antes te levantas

y vienes y me besas en la boca.

Así te desvaneces por la calle

como una burbuja 

y yo ya sólo leo tu desaparición.


Andrés García Cerdán

en Químicamente puro.

Pre-textos.

domingo, 4 de septiembre de 2022

Mary Oliver: En nuestros bosques, algunas veces una extraña música

Cada primavera
en el bosque resplandeciente
escucho el canto del tordo
que sólo está de paso.
su gorjeo es profundo,
después se eleva hasta que parece
caer del cielo.
Me emociona.
Me hace sentir agradecida.

Entonces, al final de la mañana
se ha marchado, nada salvo el silencio
del árbol
donde descansó una noche.
Y me parece aceptable.
No lo suficiente es un vida pobre.
Pero demasiado es, bueno, demasiado.
Imaginen a Verdi o a Mahler
todos los días, todo el día.
Dejaría exhausto a cualquiera.



Mary Oliver
en A thousand Mornings (Mil mañanas)
Traducción de Nieves García Prados.
Valparaíso ediciones.

Luis Escavy: Dos mundos

 Me sorprenden los restos del poema.

Sin que hubiera previsto

la materia que creo cuando escribo

dos mundos se suceden en la página.


A un lado los poemas

que traducen la vida

o la hacen mejor de lo que fue.

Al otro lo que soy, mis borradores,

mi nada, mi equipaje,

ese mundo que amo y que traiciono.




Luis Escavy

en Otra noche en el mundo.

Sonámbulos.

jueves, 25 de agosto de 2022

Sharon Olds: Lo que bien amas

 Y luego, por la noche, me despierto, y no soy

capaz de recordar cómo conocía a mi ex,

y pienso: dejé entrar a un desconocido

a mi vida. Luego recuerdo que nos conocimos

en una fiesta, era el amigo de un amigo de un amigo: todos

estudiantes de medicina que, a mis ojos, daban la impresión,

aquellos días, de estar garantizados y asegurados.

Pero no lo conocía a él. De repente entiendo

que mis padres fueron para mí dos desconocidos:

como una pareja de la calle, los dejé entrar,

en una oleada de alquimia, a las células

de mi cuerpo y mi cerebro, les di una existencia nueva,

no sabía quiénes eran, y cuando me mostraron

quienes eran, no me lo creí,

no quería conocerlos, quería que fueran desconocidos,

no quería verlos: y a mi pareja elegida,

no podía, o no quería, conocerla, y

no podemos amar lo que no conocemos, o no

podemos amarlo suficientemente bien. "Lo que

bien amas permanece, el resto es escoria

Lo que bien amas no te será arrebatado

Lo que bien amas es tu verdadera herencia".




Sharon Olds

en Arias.

Valparaíso ediciones.

Traducción de Andrés Catalán.

martes, 23 de agosto de 2022

Nuria Ortega Riba: El árbol.

 UNA va arrastrando los pies

intentando esquivar la soledad

con un té hirviendo en la mano

y se para otra vez en este árbol

a escribir las mismas cosas

de otro modo diferente.


Engañar a los días no es tan fácil,

piensa una.

Pero qué otra cosa puedo hacer

sino pararme otra vez en este árbol.




Nuria Ortega Riba

en Las infancias sonoras.

Rialp. Premio Adonáis 2021.

Andrés María García Cuevas: Luces urbanas

A Adela


DESDE nuestra azotea la ciudad

se ve tan reducida como un mapa:

con un dedo delante de nosotros

tapamos una calle, un edificio;

con una mano, un vecindario entero.

Tendidos en el borde, la caída

de mas de quince pisos nos parece

un aljibe de luz donde, cansados,

dejamos nuestros brazos suspendidos

después de señalar luces urbanas.

Se aleja una ambulancia y su sirena

es la mejor metáfora posible

para esta noche nuestra,

cada vez más distinta y más distante.




Andrés María García Cuevas

en Las ciudades.

Rialp. Adonáis.

miércoles, 13 de julio de 2022

Ana Luísa Amaral: Dos poemas de Mundo.

EXPERIMENTOS Y EVIDENCIAS


Cuando yo era una niña,

hacíamos en la escuela experimentos

con dos imanes

y una hoja de papel


Era una danza extraña

y fascinante,

la del imán posado en el papel

obedeciendo al otro, al encubierto,

un hércules de fuerza

misteriosa


Durante mucho tiempo

yo creí

que el magnetismo era cosa

de hombres sabios, aquella cometa

de Benjamin Franklin se grabó en mi memoria:

la cometa volando

y entre las nubes, el relámpago

y la promesa de apresar la luz


Yo no sabía entonces que hace sólo unos años

pudo por vez primera una mujer

usar un telescopio de excelencia,

probar que existe la materia oscura

en la belleza del momento angular

de las galaxias


Lo interno de la Historia

rechazado por siglos,

el cuerpo en negativo de tantas antes que ella:

como un grano de arena

de cara al negativo del desierto

--durante tantos siglos--


No obstante, se movieron,

una danza de carga positiva volando

en el papel, tal como es invisible casi toda

la materia, pero existe


(Está más que 

probado).


GENEALOGÍAS. IMPRESIONES Y VUELOS


Era de Angola y negra mi tatarabuela,

encontré el otro día su nombre en el verso

no de un poema disperso en un cajón,

sino en un papel impresionado

con luz y cristales de plata


Fue su hijo el que escribió

el nombre en la fotografÍa, en gesto de memoria.

todavía lo recuerdo, vagamente,

yo era muy chica, él casi estaba ciego,

era violoncelista, el bisabuelo

hablaba despacito y con un ritmo

incierto y delicado


Se destiérrenlos ambas por la edad,

foto y tatarabuela:

su cabellera blanca en caracoles

(ínfimos ojos de ave tropical)

y ese cutis tan liso que le envidio, yo

que heredé su nombre, pero no la tersura

ni el color de su piel


Quizá mi hija podría revelar

pigmentos transmitidos

por esa mujer dulce,

como aún alcanzó a decir mi abuela,

mas los ojos azules de mi hija

le vinieron de nuevas impresiones


El pigmento lanzado por el tiempo

De ADN común

Le ha llegado a mi hija

En invisible capa: en figmento de piel

Imperceptible, una herencia de voz:

En música de mora más que de violoncelo

Con su ritmo europeo


No se extinguen realmente los volcanes,

Antes han de abrigar, en conmoción de luz,

Reimpresiones nuestras

Teñidas por la música de eternos filamentos:

Pájaros que algún día, la copia nunca igual,

Pero de tan gloriosa imperfección

Que el vuelo les es ala




Ana Luísa Amaral

en Mundo.

Traducción de Paula Abramo.

Poesíasextopiso.

lunes, 11 de julio de 2022

Juan de Dios García: Dos poemas de Canto fenicio

Generación del 75


Mi padre empezó el año entrando en mi madre con descuido. Cuando llegó el otoño, lo reclutaron para la Guerra del Sáhara y en las escalerillas del avión lloró por primera vez ante su esposa embarazada.

Frranco murió y David Bowie dedicó un disco a los jóvenes americanos. Dos décadas después creí que la literatura era fumar hierba y beber cerveza en un piso de estudiantes, leyendo en voz alta un libro de Kavafis y sonando de fondo el órgano de Ray Manzarek.

En una de esas fiestas a alguien se le ocurrió preguntar si estaríamos dispuestos a aniquilar todas las religiones del mundo. El sí colectivo fue apoteósico. Tocaba decidir cuál iba a ser el orden de ejecución. Había dudas entre si la segunda debía ser el islam, el judaísmo o el cristianismo, pero la primera la teníamos todos muy clara.

Estábamos hechos de velocidad, pero eso no era la literatura.

No puede uno elevarse sin ensuciarse las manos, por eso hoy solo tengo una tormenta y un paraguas agujereado, por eso nunca he escrito un poema sobre mi madre. ¿No lo estoy haciendo siempre? Me estremece aún ese niño asustado, buscándola, perdido entre la multitud del mercadillo de los miércoles.



Introversión

 Cada vez más oriental. Mi oficina es un lago interior. Me siento a escribir delante del ordenador totalmente desnudo.

Mientras al mundo le crece el cabello, yo solo persigo un trozo de eternidad congelado en el pecho. El truco está en que parezca que todo sucede por primera vez y que las olas te siguen dejando en el mismo lugar: siempre hacia arriba, como el humo y el poder.

Qué difícil se hace regresar de la libertad. Qué sencillo morir en ella. Qué poco importa el blablablá de los enamorados del éxito, con vocabulario napolitano y una nariz de pico de ave.

Dejé de amar para dejar amar.

La jaula está abierta y vacía. Puedo ya descansar.

Cuelgo la piel sobre el tejado, el levante la perfuma.

Me estoy transformando en un proverbio chino.



Juan de Dios García

en Canto fenicio.

Chamán ediciones.

martes, 21 de junio de 2022

Ana Pérez Cañamares: He superado depresiones

 He superado depresiones

dolorosos desamores 

lutos inesperados 

vacíos existenciales. 


De todo ello me sacó 

el aburrimiento. 

Aburrida de estar triste 

me forcé a pasar de etapa.


Por eso temen tanto 

nuestro aburrimiento 

los que nos mantienen 

entretenidos.


A la revolución por el hartazgo.




Ana Pérez Cañamares

en Las sumas y los restos.

Ya lo dijo casimiro parker.

martes, 22 de marzo de 2022

Yannis Ritsos: Fragmento de Helena

 Yo, tú lo sabes, aún conservaba mi antigua belleza

como por milagro (pero también con tintes y yerbas y pomadas,

como zumo de limón y agua de pepino). Me estremecía sólo de ver en ellos

el paso de mis propios años. Contraía entonces los músculos del abdomen,

contraía también mis mejillas en una sonrisa fingida,

como

si asegurara con una delgada viga dos muros que se van a derrumbar.


Así cercada, tensa, contraída -qué cansancio, Dios mío-

siempre contraída (aun durante el sueño) como metida

en una armadura gélida o en un armazón de madera que me ceñía el cuerpo entero, como dentro

de un caballo de Troya mío, engañoso, estrecho, conociendo de antemano

lo inútil del engaño y también de la ilusión, lo inútil de la fama,

lo inútil y lo transitorio de las victorias, todas.

                                                                          Hace unos meses,

con la pérdida de mi marido, (¿meses serán o años?) abandoné para siempre

mi caballo de Troya abajo en el establo, al lado de los viejos equinos suyos,

para que las arañas y los escorpiones pasearan por sus entrañas. Ya no me tiño el pelo.




Yannis Ritsos

en Helena.

Traducción de Selma Ancira.

Acantilado.

viernes, 4 de marzo de 2022

Ana Luisa Amaral

 ¿Te acuerdas que decías la vida es una fila?

Eras pequeña y el cabello más claro,

pero iguales los ojos. En la metáfora dada

por la infancia, preguntabas del espanto

de la muerte y del nacer, y a quién se seguía,

y por qué se seguía, o de la total ausencia

de razón en esa cadena en sueño de ovillo.

¿Te acuerdas cuando decías que la vida era una fila?

Eras pequeña y el cabello más claro,

pero los ojos iguales. En la metáfora que da

la infancia, preguntabas dele espanto

de la muerte y del nacer, y a quién se seguía

y por qué se seguía, y de la total ausencia

de razón en esa cadena en sueño de ovillo.


Hoy, en esta noche tan caliente brotando

en junio, tu cabello claro más oscuro,

quería contarte que la vida es también eso:

una fila en el espacio, una fila en el tiempo,

y que tu tiempo seguirá al mío.

En un estilo del que gustaba, el de un hombre

que un día recordó a Goya en una carta a sus

hijos, quería decirte que la vida es también

eso: un esxopwta a veces cargada

(como decía una mujer sola, pero

grande como un jardín). Enseñarte natillas, 

dejarte

testamentos, hablarte de tazones – es siempre

mirarte amor-. Pero es también amotinarte

ante   la vida, atrincherarte, y a mí, en fila

discontinua

de mentiras, en cariño de verso.

Y yo quería hablarte de los nexos de la vida,

de quién la habita para más allá del aire.

Y que el respeto entero e infinito

no necesita venir después del amor.

Ni antes. Que las filas solo  son útiles

como formas de mirar, maneras de ordenar

nuestro espanto, pero que es posible puntos

paralelos, espejos y no ventanas.

Y que todo está bien y es bueno: fila u

ovillo, dos cabezas en un cuerpo solo,

o un dragón sin fuego, o unicornio

amenazando con llamas muy vivas.

Como el cabello claro que tenías entonces

se volvió castaño, incluso claro,

y la metáfora hecha por la infancia

se reveló tan buena en el poema. Se revela

tan útil para hablar de la vida, esa que,

sin tazones, intactos o partidos, continúa

siendo buena, incluso en disonancia de ovillo.

No sé qué te diría en un futuro más próximo,

si quien así habita los espacios de las vidas

tiene ojos de gigante o cuernos monstruosos.

Porque te amo, te querría un antídoto

igual, a elegir,  que te hiciese grande

de repente, volando, como hada, sobre la fila.

Pero al amarte, no puedo hacer eso,

y en esta noche caliente desgarrando junio,

quiero hablarte de la fila y del ovillo

y de todas las diversas formas de amar,

pero hechas de pequeños sonidos de espanto,

si lo justo y lo humano ahí se abrazan.


La vida, hija mía, puede venir

de otra metáfora: una lengua de fuego;

una camisa blanca del color de la pesadilla.

Pero también ese bulbo que me diste,

y que ahora floreció, pasado un año.

Porque tuvo tierra, un poco de agua

y una terraza para liberarlo de pasos.




Ana Luisa Amaral

En Sombras de porcelana brava. Diecisiete poetas portuguesas.

Edición y traducción de Vicente Araguas.

Vaso Roto Poesía.

Ana Blandiana: Tres poemas de Variaciones sobre un tema dado

Sabía que solo era un traje,

Pero se me olvidó.

Y justo cuando decidiste

Quitártelo

Me acordé temerosa

Y enseguida me pregunté:

《¿Por qué temerosa?

Es tan solo un traje

Incluso si durante tantos años

El mundo creía que eras tú》.

Ahora, en fin, ya no hay confusión posible.

Estaba ahí tirado, arrugado,

Ajado de tanto llevarlo puesto, desgastado,

Sin nada que ver contigo,

Ajeno, bajo las flores,

Se me olvidó mirarlo,

sentía cómo tu incansable mirada

Lo contenía, junto a todos nosotros,

Sin ningún interés ya para ti.

No te veía porque, como en la novela de Wells,

Solo el traje te hacía visible

Y únicamente la nieve

Que te caía en los hombros y en el pelo

Delataba tu presencia,

Pero dentro de la iglesia no nevaba.

_____________________________________



Se nos morían los padres, los abuelos,

Se nos morían los amigos,

Nosotros éramos espectadores.

Era algo que les sucedía

Siempre a los demás

Y no teníamos tanta imaginación como para

ponernos en su lugar

Ni siquiera en broma.

En realidad, no la tuvimos

Ni cuando nos sucedió a nosotros,

Ni tú, ni yo

Nos lo creíamos

Y esperamos juntos a que sucediera.

O, tal vez,

Solo yo esperaba.

__________________


 Nos encontramos como en una pompa de jabón

Que, de vez en cuando, consigo

Crear,

Brillante, transparente,

Con nosotros dos dentro,

Bellos y felices,

Conscientes

De que todo dura solo unos segundos.

No obstante, todo es tan milagroso,

Y quién sabe si ahí dentro

Un segundo

No dura

Miles de años.



Ana Blandiana

En Variaciones sobre un tema dado.

Traducción de Viorica Patea y Natalia Carbajosa 

Visor poesía.

jueves, 13 de enero de 2022

Miren Agur Meabe: De molieribus claris

 Chupas la punta del pincel Ende, para afilarlo. En tu saliva hay un regusto a leche de cabra. Desenrollas el pergamino.

Hace frío en el scrptorium. Desde el ventanuco con arco de la herradura se ve el valle. La nueve se funde en la sierra. El arroyo corre caudaloso.

Colores vivos. Figuras enjutas. Ornamentación geométrica heredada de los mozárabes.

Usas minio; de ahí la denominación de tus dibujos.

¿Nunca ingieres ese plomo rojizo que traen molido desde las minas al monasterio? ¿Te enjuagas las manos después de usarlo?


Boccaccio  no sabía de ti: no te menciona en De mulieribus claris. Timarete sí que consta en dicho muestrario de hembras ágiles -virtuosas y/o deshonestas-, entre otras ciento cinco lustrosas. Cristina de Pizán intuyó algo más tarde La ciudad de las damas.

Amelia Maggia, Grace Fryer y las demás, también vosotras chispabais pinceles.


No erais artistas, ni espíritus, aunque en el salón de baile emanase fosforescencia de vuestros vestidos.

¿Qué empleabais para colorear los relojes de la U.S. Radium Corporation?

A veces sustraíais una pizca para maquillaros, sin saber que los químicos, arriba, se protegían con guantes y mascarilla.

Cuando afloraron los tumores, la empresa sugirió algo sobre la sífilis, como si la plantilla estuviese repleta de casquivanas.

Invertisteis las indemnizaciones en vuestros ataúdes.


Toda biografía emite un átomo de luz.





Miren Agur Meabe

en Cómo guardar ceniza en el pecho.

Bartleby Editores.