martes, 10 de mayo de 2016

Vicente Gallego: Canto XXVII

Ha llegado el invierno
a la casa del monte, y ha venido
apretado en la piña
de mi última niñez, la gratitud.

Me miraba en el fuego, vi pagadas
mis deudas, no encontré
tampoco a mis deudores, cuando allí,
junto a la chimenea, entre una sombra
y una lengua de llama,
se me dio todo junto a manos llenas.

Aquello -yo no sé
llamarlo sino aquello solamente-
estaba tan ardiendo con el fuego,
tan abrazado al fin
de todos los finales, que empezó
a no tener principio ya la noche.

¿Quién miraba a los ojos
a quién en ese pozo de ser uno
mi corazón, la vida?

Y no quise saber, pero era cierto:
entró la casa en luna, algo temblaba.



Vicente Gallego
en Ser el canto.
Colección Visor de Poesía.

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