martes, 5 de enero de 2010

el placer de leer a una amiga


EL DÍA QUE MILÚ INVENTÓ A TINTÍN

Mon semblable, mon frère
Baudelaire

He sido un árbol que crece hacia el origen.
El viejo roble erguido sobre su propia sangre.
Porque es sólo de ida el recorrido,
la soledad me viene siguiendo desde lejos.
Entonces tú la arrancas con los dientes.
Tu asombro persistente me rescata,
tu latido uniforme de certeza.

Miro la playa inmóvil de mi nativa Ítaca
los viñedos benéficos salpicando la tierra
miro mi casa azul en la colina
gota de agua salada sobre el polvo.
Está muda, ya todos se han marchado
los años han barrido el rastro de mi espada.
Menos tú, dulce Argos,
hermano, semejante,
pequeño compañero.
Menos tú que me esperas solo, para morir
igual que un semidiós que sabe que envejece.

Somos el mismo aliento en cuerpos simultáneos.
Los campos de mi alma yacen bajo tu pelo.
Ladras mi mismo idioma.
Hasta mi hambre compartes porque te pertenece.
No me pidas que olvide tus dos ojos de lago.
Dime una última vez que existe la pureza.
_______


TRADICIÓN ORAL


Me gusta amarte hincada de rodillas.
Aquí, tand esde abajo, tan cerca de la tierra
reclamo el palpitar de tu cuidado
y centro de mi delicia en el transcurso.

No es de extrañar que el mundo sea redondo.
¿Qué forma iba a adoptar, sino la de mi boca?


Raquel Lanseros
en Croniria.
Hiperión.

lunes, 4 de enero de 2010

Muy lejos de aquí


Hay una ciudad muy lejos de aquí, dulce y secreta,
donde los años de alegría son breves como una noche;
donde el sol es feliz y el viento es un poeta,
y la niebla es fiel como mi espíritu.

El Oriente dejó allí su sangre de rosas,
la media luna cálida de su menguante eterno,
y más allá de un gran silencio de persianas cerradas,
un río profundo que atraviesa de noche la estación más fría.

Hasta sus viejas calles llenas de entusiasmo, sin saber
de qué siglos, llega un gris de amor y de incienso;
el tañido de las campanas tiene allí un alma viva
y su latido es libre como el corazón de los niños.

Allí, más hermosos que los parques en primavera,
los campos humildes y alegres se abren al atardecer,
y en este su gran reposo, se adelgaza tanto el alma
como en medio de la vasta paciencia del mar.

Ahora nada llama en mi corazón con más ternura
que aquellos caminos hondos de chopos y cañaverales.
Su recuerdo deja una pesarosa estela a mi paso;
vuelve a mi hombro la mano grave de mi padre.

Màrius Torres
en Antología.
Pre-textos.