lunes, 29 de mayo de 2023

Adam Zagajewski: Dos poemas de Verdadera vida.

 DROTTNINGHOLM


Una fotografía de hace años: mis padres

ante el palacio de Drottningholm

cerca de Estocolmo.

Era tal vez en septiembre,

un mes de despedidas y éxtasis.


Padre con una corbata

y el pañuelo de madre

(la elegancia de antes del 68).

Me miran con atención,

amigablemente, con mimo.


Y más arriba, encima de ellos,

las indiferentes nubes grises

y un poco de sol que ilumina

las siluetas de los turistas. Uno

quisiera entrar en su corazón.

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HIGOS


Los higos son dulces, pero duran poco.

Se echan a perder rápido al transportarlos,

dice el propietario de la tienda.

Como los besos, añade su mujer,

una viejecita encorvada de alegres ojos.




Adam Zagajewski

en Verdadera vida.

Acantilado.

Traducción de Xavier Farré.

domingo, 28 de mayo de 2023

Carlos Marzal: Blindaje

 Soy casi indestructible, porque tuve

una niñez feliz, 

                            porque me amaron 

y supe que me amaban, y aún lo sé.


Soy casi invulnerable, 

                                    cuando tengo 

a mis hijos en b razón, y procuro 

que sepan que los amo, y amaré.


Soy casi irreductible, porque vivo 

de rescatar al niño aquel que fui. 

La infancia es el sustento de mi fe.



Carlos Marzal

En Euforia.

Tuesquets. 

sábado, 13 de mayo de 2023

Carlos Marzal: Metal pesado

 Igual que sucedía, siendo niños,

con las mágicas gotas de mercurio,

que se multiplicaban imposibles

en una perturbada geometría,

al romperse el termómetro, y daban a la fiebre

una pátina más de irrealidad,

el clima incomprensible de los relojes blandos.

 

Algo de ese fenómeno concierne a nuestra alma.

En un sentido estricto, cada cual

es obra de un sinfín de multiplicaciones,

de errores de la especie, de conquistas

contra la oscuridad. Un individuo

es en su anonimato una obra de arte,

un atávico mapa del tesoro

tatuado en la piel de las genealogías

y que lleva hasta él mismo a sangre y fuego.

 

    No hay nada que no hayamos recibido

ni nada que no demos en herencia.


    Existe una razón para sentir orgullo

en mitad de esta fiebre que no acaba.

 

Somos custodios de un metal pesado,

lujosas gotas de mercurio amante.

 


Carlos Marzal 

en Metales pesados,

recogido en la antología Sin porqué ni adónde.