SOBRE LA SUPERFICIE DEL UNIVERSO
Un mundo del que entiendo tan poco:
las palabras me envuelven
de niebla y nubes-
en contadas ocasiones algún lucero
con los bordes deshechos
intenta introducir un rayo de sentido.
Todo se encuentra
demasiado lejos,
cuando no demasiado cerca,
las lentes son siempre inadecuadas,
las formas no figurativas,
sin sabor, ni olor,
sólo los dedos perdidos
sobre la áspera superficie
del universo.
DULCE CONFUSIÓN
Llevo tu ropa
que mi cuerpo llena,
me asombro de lo bien que me sienta,
la ropa se asombra también
como si tú misma hubieras regresado-
Dulce confusión,
destinada a ocultar
la semilla que ha perdurado siglo tras siglo.
Llevo tu ropa por las calles en las que tú has creído.
Hazme creer a mí también,
deja que tu luz me encienda.
Las prendas se mueven por sí losas
dejando entrever por las costuras
el resplandor de la semilla
que ha pasado de un siglo a otro.
Pero si la aproximación racional y la capacidad intelectual pueden oponerse a la esencia de la poesía, ¿no lo hacen en igual medida las estructuras estéticas, las reglas y las normas de la belleza, los tropos y los adornos? Entre la poesía y las doctrinas literarias existen muy pocos puntos de coincidencia, y las teorías acerca de las corrientes poéticas provienen generalmente de autores a quienes les resulta más fácil hablar de poesía que crearla. Giordano Bruno intuía esta verdad cuando protestaba contra los "que hacían reglas para la poesía", reglas cuyo destina era ser anuladas por os verdaderos poetas. Las formas fijas de versificaciones laboriosas, que han dominado con tan docta autoridad durante siglos enteros -"toute est prose rimée" decía Rimbaud- me asustan por su habilidad de recubrir la nada con bellos ropajes, por la perfidia de crear uniformes sofisticados y encorsetados que pueden revestir, en igual medida, la poesía o la nada. Conozco poemas que me recuerdan aquellos vestidos medievales conservados en los museos, tan profusamente adornados, que se sujetan orgullosos a sí mismos, sin la necesidda de vestir un cuerpo vivo. Sé que la poesía, cuando existe de verdad, es suficientemente poderosa como para vencer los obstáculos de sus propios adornos. Sueño con una poesía simple, límpida y tan transparente que insinúe la sospecha de que ni siquiera existe. Una poesía en la que las palabras se unen obedeciendo órdenes misteriosas, no leyes inflexibles. Sueño con la melodía fluida de los sonidos, con el ritmo que marca la música sin el cálculo forzado de la métrica. Temo a la rima implacable, la que cae con aplomo como una espada al final de cada verso me encanta la rima irregular que se asoma de improviso a lo lejos y que reaviva algún significado olvidado como si fuera un amor antiguo. Me emociona la rima que me da la sensación de emparejar las palabras que he conocido en otra vida y me asusta la rima aparente, erudita y ofensiva tanto como los fragmentos de un espejo que, en vez de reflejar un rostro, nos deslumbra maliciosamente. Porque nada me asusta más que el talento que se descubre a primera vista y la retórica que no se deja intuir siquiera desde el principio.
Ana Blandiana
en Mi patria A4.
Traducción de Viorica Patea y Antonio Colinas.
Editorial Pre-textos.+
Un mundo del que entiendo tan poco:
las palabras me envuelven
de niebla y nubes-
en contadas ocasiones algún lucero
con los bordes deshechos
intenta introducir un rayo de sentido.
Todo se encuentra
demasiado lejos,
cuando no demasiado cerca,
las lentes son siempre inadecuadas,
las formas no figurativas,
sin sabor, ni olor,
sólo los dedos perdidos
sobre la áspera superficie
del universo.
DULCE CONFUSIÓN
Llevo tu ropa
que mi cuerpo llena,
me asombro de lo bien que me sienta,
la ropa se asombra también
como si tú misma hubieras regresado-
Dulce confusión,
destinada a ocultar
la semilla que ha perdurado siglo tras siglo.
Llevo tu ropa por las calles en las que tú has creído.
Hazme creer a mí también,
deja que tu luz me encienda.
Las prendas se mueven por sí losas
dejando entrever por las costuras
el resplandor de la semilla
que ha pasado de un siglo a otro.
Pero si la aproximación racional y la capacidad intelectual pueden oponerse a la esencia de la poesía, ¿no lo hacen en igual medida las estructuras estéticas, las reglas y las normas de la belleza, los tropos y los adornos? Entre la poesía y las doctrinas literarias existen muy pocos puntos de coincidencia, y las teorías acerca de las corrientes poéticas provienen generalmente de autores a quienes les resulta más fácil hablar de poesía que crearla. Giordano Bruno intuía esta verdad cuando protestaba contra los "que hacían reglas para la poesía", reglas cuyo destina era ser anuladas por os verdaderos poetas. Las formas fijas de versificaciones laboriosas, que han dominado con tan docta autoridad durante siglos enteros -"toute est prose rimée" decía Rimbaud- me asustan por su habilidad de recubrir la nada con bellos ropajes, por la perfidia de crear uniformes sofisticados y encorsetados que pueden revestir, en igual medida, la poesía o la nada. Conozco poemas que me recuerdan aquellos vestidos medievales conservados en los museos, tan profusamente adornados, que se sujetan orgullosos a sí mismos, sin la necesidda de vestir un cuerpo vivo. Sé que la poesía, cuando existe de verdad, es suficientemente poderosa como para vencer los obstáculos de sus propios adornos. Sueño con una poesía simple, límpida y tan transparente que insinúe la sospecha de que ni siquiera existe. Una poesía en la que las palabras se unen obedeciendo órdenes misteriosas, no leyes inflexibles. Sueño con la melodía fluida de los sonidos, con el ritmo que marca la música sin el cálculo forzado de la métrica. Temo a la rima implacable, la que cae con aplomo como una espada al final de cada verso me encanta la rima irregular que se asoma de improviso a lo lejos y que reaviva algún significado olvidado como si fuera un amor antiguo. Me emociona la rima que me da la sensación de emparejar las palabras que he conocido en otra vida y me asusta la rima aparente, erudita y ofensiva tanto como los fragmentos de un espejo que, en vez de reflejar un rostro, nos deslumbra maliciosamente. Porque nada me asusta más que el talento que se descubre a primera vista y la retórica que no se deja intuir siquiera desde el principio.
Ana Blandiana
en Mi patria A4.
Traducción de Viorica Patea y Antonio Colinas.
Editorial Pre-textos.+