domingo, 26 de diciembre de 2021

Karmelo C. Iribarren: Un gorrión

 Ninguna duda al respecto, 

de ser un pájaro sería un gorrión.


No tener que resultar interesante 

supondría para mí una gran ventaja; 

más o menos, seguiría siendo 

el que soy: un tiempo que va a su aire.


Por la mañana y por la tarde, 

desde las ramas de los árboles del río

-como ahora desde los bancos 

de las plazas-, vería pasar a la gente 

que cree que va a alguna parte.

                                                   Y en el caso

de que me aburriese su optimismo

-lo que no sería de extrañar-

podría darme unos garbeos por ahí, 

por las zonas más alejadas de la ciudad, 

para observar a vista de pájaro

-haciendo uso de mi nueva condición- 

algún lugar que pudiera interesarme.


Y, por supuesto, en cuanto saliese el solo

me acercaría a las terrazas de los bares.




Karmelo C. Iribarren

En El escenario.

Colección Visor de Poesía.

Ángeles Carnacea Un poema de por aquí pasó un rio

 Huída al bosque, la hija

se alimentaba de animales silvestres. 

Duerme, bebe.

Respira como un pez.

Separa los lab iOS. Baila en círculos.

Cansadas las piernas, reposa.

Anhela temas sutiles, sensatos.

Un más allá del universo negro.

No ser árbol 

Ni permanecer.

Escondites, Pilar Adón.


hubo un tiempo

                    tuve una casa

                              y fuimos familia




Ángeles Carnacea

En Por aquí pasó un río.

Raspabook poesía.



Piedad Bonnett: Las cicatrices


No hay cicatriz, por brutal que parezca, 

que no encierre belleza.

Una historia puntual se cuenta en ella, 

algún dolor. Pero también su fin.

Las cicatrices, pues, son las costuras 

de la memoria, 

un remate imperfecto que nos sana 

dañándonos. La forma 

que el tiempo encuentra 

de que nunca olvidemos las heridas.




Piedad Bonnett 

en Lo terrible es el borde. Antología poética.

Colección Visor de Poesía.


miércoles, 10 de noviembre de 2021

Vicente Luis Mora: Dos poemas de Mecánica

ENTRE


Miro el paisaje recortado

por los edificios tras la ventana:

los montes velados, el cielo.


Luego pienso en que la mirada,

para llegar al paisaje del fondo,

atraviesa: aire / cristal / aire


Y ya no puedo mirar
como antes.

No escribo sobre las cosas,
pienso el espacio
atravesable hasta ellas.


PERO, ¿CÓMO SE LLAMABA LA MUJER DE LOT?


Níobe se convirtió en roca por soberbia,

la Medusa por malvada

y la mujer de Lot por su curiosidad.


Con la última, siempre.


Los textos sagrados no dicen su nombre.

Se la llama "la mujer de Lot".

Tan sólo "la mujer de Lot".

Su papel es instrumental,

para dejarnos de piedra.


Un texto midrásico dice que se llamaba Edith.


Un ser sin nombre es un fantasma.


La llamaremos Yo,

para que todos podamos

sentirnos ella en algún momento.





Vicente Luis Mora

en Mecánica.

Poesía Hiperión.

lunes, 1 de noviembre de 2021

Francisco Brines: Donde muere la muerte.

 DONDE muere la muerte, 

porque en la vida tiene tan sólo su existencia.

En ese punto oscuro de la nada 

que nace en el cerebro, 

cuando se acaba el aire que acariciaba el labio, 

ahora que la ceniza, como un cielo llagado, 

penetra en las costillas con silencio y dolor, 

y un pañuelo mojado por las lágrimas se agita hacia lo negro.

Beso tu carne aún tibia.


Fuera del hospital, como si fuera yo, recogido en tus brazos, 

un niño en pañales mira caer la luz, 

sonríe, grita, y ya le hechiza el mundo 

que habrá de abandonarle.

Madre, devuélveme mi beso.




Francisco Brines

En Donde mere la muerte.

Tusquets.

Charles Simic: La última lección

 la última lección



No tratará sobre nada.

No tratará sobre el amor o Dios,

sino sobre nada.

Serás como el niño nuevo de la escuela

temeroso de mirar al profesor

mientras te esfuerzas por entender

lo que están diciendo

sobre esta nada de aquí.




Charles Simic

en Acércate y escucha.

Vaso Roto Poesía.

Edición bilingüe traducción de Nieves García Prados. 

lunes, 13 de septiembre de 2021

Rubén Martín: Recuerdo...

 Recuerdo una de las teorías más absurdas    Un intento de conectar la epidemia de insomnio con los fallos en le procesamiento de la información    Los textos e imágenes deformes    Las alteraciones en la precepción y el razonamiento   Una entidad a la vez informática y biológica   Se llegó a decir que creada por una inteligencia artificial   El "virus Macbeth" lo llamaron, de manera francamente pedante   Por aquella escena del segundo acto    Cuando oye una voz que le acusa de haber asesinado al sueño   O tal vez por la siguiente   En la que otro personaje dice    "La destrucción ha creado su obra maestra"


#testimonios    #gente_culta   #delirio    #nihiloma

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Rubén Martín
en Nihiloma.
Liliputienses.

jueves, 2 de septiembre de 2021

Lu Ji: Consideraciones previas

 Ponte de pie en el único centro, y contempla la secreta oscuridad. Nutre tu corazón, tu voluntad, con las grandes obras del pasado.

Sigue el fluir de las estaciones y suspira por la prisa del tiempo. Celebra las cosas del mundo, y penetra en su variedad, en su profusión.

Laméntate de la caída de las hojas en el profundo otoño. Alégrate del renacer de las ramas tiernas en la fragante primavera.

Y temblará solemne tus corazón como si tuvieras escarcha en el pecho. Y tu anhelo se perderá en la lejanía como si horadara las nubes.

Alaba la herencia esplendorosa: el legado de virtud de tus predecesores. Evoca el suave y cierto aroma del pasado.

Piérdete en la literatura, en su bosque y su tesoro. Admira las frases más bellas y su engranaje perfecto.

Y una vez conmovido, turbado, aparta los libros, y empuña tu instrumento: la pluma, el pincel. Conviértete entonces, a la ti mismo, y por fin, en palabras.



Lu Ji

En Wen fu. Prosopoema del arte de la escritura.

Edición bilingüe de Pilar González España.

Cátedra. Letras universales.


viernes, 27 de agosto de 2021

Gottfried Benn: Tres poemas.

 LA NOVIA DEL NEGRO


Y ahí, sobre cojines de sangre oscura, descansa,

la nuca rubia de una mujer blanca.

El sol le ardía en los cabellos,

ascendía lamiéndole los muslos blancos,

se arrodillaba ante sus pechos, más morenos,

todavía no desfigurados por vicios y partos.

A su lado, un negro, destrozados por una coz

los ojos, la frente. Metía el tío este

dos dedos de su sucio pie izquierdo

en uno de sus oídos, orejita blanca.

Ella, sin embargo, dormía echada ahí, como una novia,

pegada a la dicha del primer amor

y a la espera de partir hacia múltiples viajes celestiales

de la joven y ardiente sangre.

                                                      Hasta que le 

hundieron el cuchillo en la blanca garganta,

hasta que le echaron a la cintura

un delantal púrpura de

sangre muerta.



NADA QUE LAMENTAR


En aquella pequeña cama, casi una cama de niño, murió la Droste

(se puede ver en el museo en Meersburg), 

Hölderlin, sobre este sofá, en la torre del carpintero,

Rilke, George, parece que en hospitales suizos,

en Weimar, los grandes ojos negros de Nitetzche reposaron

sobre una almohada blanca,

hasta la última mirada;

ahora, nada más que trastos viejos, o ni siquiera existentes,

algo indeterminable, insustancial,

en eterna descomposición indolora.


Llevamos en nosotros la semilla de todos los dioses,

el gen de la muerte y el gen del deseo:

quién las separó: las palabras y las cosas,

quién los mezcló: los tormentos y la cama

sobre la que estos encuentran su fin, madera con arroyos de lágrimas:

por unas horas, hogar miserable.


Nada hay que lamentar. Demasiado lejos, demasiado extenso,

demasiado inasibles la cama y las lágrimas,

ni sí ni no,

nacimiento y dolor del cuerpo y fe,

un borbotar, sin nombre, un deslizarse fugaz,

algo supraterrenal, que surgió en sueños,

conmovió la cama y las lágrimas...

!Duérmete!



ESCUCHA


Escucha, así será la última noche

en la que aún puedas salir: te fumas tu “Juno”,

te tomas tus tres cervezas “Würzburger Hofbräu”, lees cómo

ve el “Spiegel” la ONU, estás sentado solo


Frente a una mesita, redondez completa,

muy cerca de la calefacción, pues te gusta el calor.

Alrededor de ti, la humanidad y sus excreciones,

el matrimonio y su dichoso perro.


No eres más, no hay casa ni colina que puedas llamar tuya

para soñar en terreno soleado

siempre aprisionado entre paredes bastante estrechas

desde tu nacimiento hasta esta noche.


No has llegado a más, pero Zeus y todo el poder,

el universo, los grandes espíritus, todos los soles

también por ti han sido, han pasado también por ti,

no has llegado a más, acabado como empezado,

la última noche...!Buenas noches!




Gottfried Benn

En Antología poética.

Edición bilingüe de Arturo Parada.

Cátedra. Letras universales. 

miércoles, 11 de agosto de 2021

Francisco Díaz de Castro: Girlie show

 Edward Hopper, 1941


Ella aún conserva su belleza y su cuerpo es sensual

A pesar de su baile desganado 

al ritmo rutinario de la pequeña orquesta.

Cada un en sus cosas,

Igual que los tres hombres que la miran 

desde sus soledades. Desde la soledad.

!Aquellas viejas salas de strep-tease!


Hopper pintaba siempre a su mujer.

En las habitaciones de hoteles miserables;

 a solas; pensativa, lejos.

Ella era también la acomodadora 

de un cine en Nueva York y la muchacha

 del bar de madrugada y al secretaria triste.

La única modelo del pintor.




Francisco Díaz de Castro

En Vamos a perdernos.

Fundación José Manuel Lara. Vandalia.

domingo, 8 de agosto de 2021

Gabriel Insausti: Un poema de Azul distinto

 13


El tiempo es un error, te lo confirman

por los muelles del Sena unas gaviotas

cuando pasan -mouttes!- y esa palabra

muere, lenta, en tu boca: has olvidado

que al cabo de toda lengua es extranjera,

que nom da siempre en non. Te haría falta

la destreza cabal de aquel vecino

que una mañana, sin sedal ni anzuelo,

te llevó hasta un recodo del Agauntza,

dejó en la orilla gafas y tabaco,

se remangó y entró en el cauce; luego,

apoyó la mejilla en una roca

como el que escucha el corazón de un hombre

y palpó bajo el vientre. "Aquí se esconden",

bisbiseó, guiñando un ojo astuto;

después dio dos zancadas sobre el agua,

un manotazo -¡zas!- y aquel destello

de escamas ya sin alma coleaba,

en un espasmo azul, sobre la hierba.

"Inténtalo", te dijo, "el truco es verlos

donde no están". Tenías nueve años,

hoy ya eres viejo para hacer la prueba

o susurrar, como Bruce Lee, Be water

y hundirte en esas aguas. Tus palabras

vacilan, llegan tarde, apenas rozan

la imagen refractada de las cosas

allí donde no están. No añaden nada

al mundo, han comprendido que es inútil

perseguir esas sombras sin un rastro.

Temes que se disipen al decirlas.




Gabriel Insausti

en Azul distinto.

Pre-textos. Colección la cruz del sur.

viernes, 23 de julio de 2021

Alberto Chessa: Poemas de Anatomía de una sombra

YO SÉ MUY POCO, Y DE LA VIDA CASI NADA.

A la fuerza he aprendido dos cosas de la muerte.


Pero sé que uno es nadie si no ama en otros ojos.


Hoy he visto a mis hijas jugando con su sombra

y poblando la tierra de todos sus reflejos


***


CUERPO DE VÍA LÁCTEA, CUERPONIEVE,

tiburón blanco, hambriento, en duermevela,

cuerpollama que tizna antes del tacto,

silueta de orbe, esfera tú armilar,

cuerpo anda ares, agua ya, aguacuerpo


***


COMO ESCAMAS DE UNA SERPIENTE

los desiertos jamás están parados


***


 RECUERDOS LEONADOS, NERVADURAS

Que crecen piel afuera. Hablamos desde el polvo.


¿Cuántos nosotros son posibles todavía?


Hoy somos parteluz

que fractura el silencio en dos silencios.


Como el amor, un cuerpo siempre está inacabado.

Como el amor, la sombra no conoce fronteras.




Alberto Chessa

En Anatomía de una sombra.

UMU. Editum.

Premio Dionisia García.

Luisa Pastor: El dios encarnado en la roca lunar

 Esta noche,

bajo las rojas rocas lunares,

pensaba cómo una gran poesía 

podría mostrar al dios 

encarnado en este lugar.


Césare Pavese.


La mirada en la ventana 

y en la ventana resplandeciente 

una mujer. 


Es el Principio y el Final.


Sin ella no hay edificio, 

no hay construcción.


Ni pequeña muerte desnuda, 

ni voz ronca 

que se desprenda de la roca lunar 

sobre un corazón gastado.


Lo dijo Pavese.


Shakespeare lo hizo, según él, mejor que nadie.


Y la encarnada luz le cegaba los ojos





Luisa Pastor

En Las tosas terminan.

Amurallaría Ediciones.

Diego Doncel: Memoria y espera.

 A orillas del Sado los portugueses más viejos escrutan

el movimiento de las aguas sentados dentro de sus coches.


Toda una vida mirando la lejanía, 

esperando algún mensaje, 

tratando de descubrir alguna señal.

En sus radios se oyen retransmisiones deportivas, 

noticias políticas, emisoras musicales, 

lo demás es silencio. Se les han agrietado 

los labios por el salitre,

se les ha manchado la piel por las distancias,

se les han secado los ojos viendo

las tempestades, las caídas y los levantes del sol.


Ellos saben q he el horizonte es un enigma

que a algunos los ha hecho enloquecer.


Abro tu libro sobre Montánchez y veo

que en sus páginas se ha levantado la niebla.

Las calles han estado esperando

muchos años a que volvamos a pisarlas,

a pesar de las ruinas, de las desgracias,

de los calendarios olvidados.

Podemos sentarnos en aquellas escaleras, beber el agua oscura

de la memoria y de los sueños, conversar

con las sombras. Abrir la puerta de la casa

Que ya no existe y volver a vivir la vida que pasó.

La moverá que quemaron vuelve a llenarse de pájaros,

En las cercas alguien grita gol

Junto a una portería hecha con dos piedras.

Herido por la belleza de aquella niña, yo regreso

A una tarde que estrena una camisa de cuadros.

Mi hermana vuelve con la tos de todas las noches, el agua

De colonia para el pelo, la fragilidad de aquellas manos.


En el parabrisas están todas las rutas marítimas,

Todas las biografías imaginarias. LA vida que pudo ser

Tiene más fuerza que la vida que se vivió.

Ellos vienen aquí para soñar

Esos puntos de fuga, para ser parte de esos espejismos.

Las arrugas oyen la predicción de los pesqueros

Sobre el estado del mar,

La obesidad rellena un crucigrama.

Fuman el tabaco de la espera

Mientras ven entrar en el puerto las banderas

De sus geografías fantásticas,

Y en los asientos se acumulan la ceniza

Y los papas de la melancolía.


Todo lo llevamos dentro.

Somos sombras entre el tiempo y el sueño,

entre la memoria y la espera. Lo que está en nuestro interior

Puede ser vivido de nuevo, podemos andar sobre sus huellas.

Pero ¿cómo podemos volver?, ¿cómo sin ser otros?

Por encima de los años, por encima de las muertes, las aspidistras

Respiran la ropa del lavadero,

Regresan las tormentas a llenar

El pasillo de agua, el peppermint

Da color a los labios de mi madre mientras se ríe con sus amigas

Ante una televisión en blanco y negro.


Ya es tarde.


En esta taberna portuguesa alguien cierra las puertas.

Ajusta los pasadores, coloca la pesada

Tranca de hierro, da vueltas a la llave.

Una mujer acodada al mostrador, sin levantar la voz dice:

Qué silencio, ni siquiera se oye el mar. Pulsa el interruptor

Y apaga la lámpara que alumbra

Las botellas, la vajilla, el círculo de las mesas.

Yo me quedo en la penumbra, bebiendo, invisible.

Veo una estela rubia en el aire cuando ella se marcha.


Me echo el abrigo sobre los hombros y salgo ahí fuera

Donde la niebla toma posesión de todos esos coches

Que miran un océano que ha desaparecido.

Busco mi coche y aguardo, con las manos en el volante,

El signo de mi regreso. Miro todos los barcos que llegan

Para ver si el que se baja soy yo. Enciendo los faros,

Intento ver qué hay detrás de la pared de la niebla,

Intento ver qué hay detrás de la pared de la niebla,

Intento dar señales luminosas para que ese yo que espero

Me vea desde el otro lado, desde el horizonte y el mar.


Arranco el motor para que todo esté a punto cuando llegue.




Diego Doncel

En La fragilidad.

Visor. XXXIII Premio Loewe.

domingo, 18 de julio de 2021

Moya Cannon: Grannog

 En el lugar del lago donde crece un fresno 

ha quedado al descubierto un anillo de piedras 

con la sequía de verano.

No lo bastante alto como para ser una isla, 

contiene un disco de agua más calma 

en el agitado lago.


Los árboles han ganado la vía férrea detrás de nosotros; 

más atrás, el camino va hacia el este; 

mientras dos líneas paralelas en el tiempo y el espacio 

huyen de nosotros, 

este círculo descubierto nos atrae.

En los pueblos sumergidos 

las campanas tañen sólo para los marinos y para los crédulos, 

pero esta gargantilla de húmedas piedras, 

vestigio de una Atlantis vallada, 

nos toma a todos de la garganta.


No sabemos qué cuentas o cuchillos 

quedaron atrapados en el húmedo ámbar del lago pantanoso, 

pero muchos de nosotros deseamos vivir en el agua 

y reconocemos este afloramiento 

de antiguos hogares de amor y pena.


A una atribulada parte de nosotros le resulta familiar 

la gente que trazó un círculo en el agua, 

cargó botes con piedra 

y erigió una isla seca y un fuerte 

con todo un lago por foso.




Moya Cannon

En Aves de invierno y otros poemas.

Traducción  de Jorge Fondebrider.

Editorial Pre-textos. Colección la cruz del sur.

miércoles, 7 de julio de 2021

Joan Margarit: Las dos nevadas

Viendo cómo nevaba en todas partes, 
Sin movernos de casa, tú y yo
Hemos ido evocando 
la nieve donde hallamos nuestro amor.
Hacía poco que nos conocíamos 
y ese día estuvimos los dos juntos, 
hasta la madrugada, por las calles
que iluminaba aquella luz 
cálida, blanca y fría.
Descubrimos así una intimidad 
desconocida aún para nosotros.
Tu mano enguantada y dentro de mi mano 
había comenzado a salvarme la vida.
Luminosos y oscuros, transcurrieron 
sesenta años: incluso en los más duros 
tuvimos el calor de las calles nevadas.
También en este último: cuando, debilitado 
por una quimioterapia que no me ha podido
curar este linfoma, te he tenido a mi lado 
con la misma sonrisa, y ayudándome 
a componer estos poemas.
Te los ofrezco hoy, acabando este año 
que para mí ya está dentro los que fueron 
los más felices de mi vida.



Joan Margarit 
en Animal de bosque.
Visor poesía. Colección palabra de honor.

jueves, 17 de junio de 2021

Rubén Martín: Las ruinas

 RECUERDO un bosquecillo a las afueras

de la ciudad de infancia,

muy cerca, casi al lado del psiquiátrico,

detrás del instituto

al que todos llamábamos La Uni,

y a unos doscientos metros separado 

de la antigua autovía.


Aquel frondoso bosque

de cuento o de película de medo;

aquella selva joven que al llegar nos nombraba

con voz de bruja buena,

de sirena engañosa;

aquel inhóspito lugar donde la noche

ocupaba sus hojas también durante el día;

aquella oscuridad de ramas secas,

curvadas en el aire, macilento y escaso.


Pero detrás de su espesura, todavía peor:

un camino harapiento entre bancales

complacidos de cardos

y al fondo la silueta de una fábrica en ruinas.


Recuerdo aquella cruz de madera tallada

en mitad del camino.


Recuerdo las pintadas con motivos satánicos

extendidas por todas las paredes

siniestras.


Y a veces, cuando sueño muy profundo

y bajo al corazón de la memoria,

recuerdo todavía

las sombras que sin cuerpo deambulaban

por las altas ventanas de la imaginación.



Rubén Martín Díaz

en Un tigre se aleja.

Renacimiento.

domingo, 13 de junio de 2021

Antonio Rodríguez Jiménez: Poética

 Los científicos captan las señales de radio

De una extraña galaxia.

Exactamente, cada doce días,

Registran unas ráfagas

Que duran otros cuatro.


Dos estrellas se funden en el fondo

De un agujero negro

Y alguien a mil quinientos

Millones de años luz recoge breves

Retazos de sonido.


Aquí tienes tu oficio:

Evoca la poesía que escribe el universo.





Antonio Rodríguez Jiménez

En Nuestro sitio en el mundo.

Eolas ediciones.

Ana Luísa Amaral: Dos poemas de What's in a Name

LO QUE NO HAY EN UN NOMBRE


Sentada ante esa mesa, el balcón a la derecha,

como de costumbre,

pienso en mi hija y en el nombre que le pusimos

su padre y yo, cuando nació


Un nombre es cosa del discurso y la palabra,

tan espeso como esas hojas, que, si pudieran mirar,

desde aquella maceta me contemplarían

preguntándome por qué se llaman así


No obstante, no fui yo la que escogió el nombre de la flor

a la que pertenecen esas hojas:

el nombre ya existía, alguien pensó en él

mucho antes que yo, y fue sin duda a partir del latín,

sólo después: la costumbre

pero nada natural hay en un nombre:

como una prenda, un hábito, normalmente para la vida entera,

no hace más que cubrir

la desnudez en que nacemos


Con mi hija,

lo más hermoso de todo, la mayor deflagración

de amor, fue mirar sus ojos,


sentir el tacto en estambre

de sus dedos, tan finos


ésos: aún sin nombre,

pero de una oncotrolable

perfección                    entera



APRENDIZAJE

 

La bicicleta era cromada y negra,

Tenía en el manillar un listón ancho circundando

La Navidad y ruedas generosas

Como parecía el mundo


Yo, la mañana siguiente,

Sin saber mantener una ruta pareja,

A mi lado mi padre, sosteniendo el sillín,

Su mano: ardiente hilo de plomada

En ardiente confianza


Después era su voz entrecortada

Por el puro cansancio de correr,

Tratando de alinear la bicicleta


Hoy, tras muchos años de gestos paralelos,

Mi hija en otros caminos,

Mi mano corrigiendo desviaciones de más modernas ruedas,

Entiendo al fin que era emoción lo que se oía

En la voz interrumpida de mi padre:

Miedo a que me cayera,

Aun sabiendo que eran cortas las caídas,

Pero ante todo la ternura de verme allí,

Entrando en el mundo de los mayores,

En débil equilibrio

Al borde de la salida circular de la infancia


Ana Luísa Amaral

En What´s in a Name.

Poesía sexto piso.

Traducción de Paula Abramo,

lunes, 7 de junio de 2021

Louise Glück: Un jardín de verano. Parte I

I


Hace bastantes semanas descubrí una fotografía de mi madre

sentada al sol, la cara enrojecida como por un logro o un triunfo.

El sol brillaba. Los perros

dormían a sus pies donde también dormía el tiempo,

calmo e inmóvil como en todas las fotografías.


Le quité el polvo al rostro de mi madre.

De hecho, el polvo lo cubrían todo; me parecía que era la persistente

neblina de nostalgia que protege todas las reliquias de la niñez.

Al fondo, una mezcla de mobiliario urbano, árboles y arbustos. 


El sol descendía en el cielo, las sombras se alargaban y se oscurecían.

Cuanto más polvo quitaba, más crecían las sombras.

Llegó el verano. Los niños

se inclinaban sobre la rosaleda, sus sombras

se fundían con las sombras de las rosas.


Me vino una palabra a la cabeza, referente

a este desplazamiento y cambio, estas borraduras

que ahora resultaban obvias;


surgió, y con la misma rapidez desapareció.

¿Era ceguera u oscuridad, peligro, confusión?


Llegó el verano, luego el otoño. Las hojas cambiaban,

los niños eran puntos brillantes en una masa bronce y siena.


Louise Glück

en Noche fiel y virtuosa.

Traducción de Andrés Catalán.

Colección Visor de Poesía.

martes, 6 de abril de 2021

Juan Marqués: Barcarola del puente de Vallecas.

 No estoy comprometido

Con el mundo, sólo con

Una idea de todo

Que es un poco platónice:

Las cosas en su orden brillan más,

Con una luz ideal

Que no es nada ilusoria.

Me sobra superficie, tengo mala memoria:

Todos los días doy

Limosnas al Olvido, monedas

A Caronte, pero sigo

Acumulando cosas que  olvidar:

Hoy he ido a ver Los

Increíbles 2; ya no

Recuerdo nada,

Pero Bruno reía mientras Vera

Se me abrazaba, le daba miedo el malo,

Un tal “Rapta-pantallas” (bendito seas tú,

“Rapta-pantallas”, que hiciste que

Mi niña me abrazase...) Mi padre 

Me lo dijo: “no disfrutas las cosas

Que te ocurren, te has malacostumbrado!. Vivo

De lo que leo y escribo

Lo que vivo: no es fácil trabajar

Con impacientes, me cuesta estar conforme

Con vuestra realidad: el mismo andén, ya sé,

Pero hacia el otro lado.




Juan Marques

en Diez mil cien.

Vandalia.

domingo, 4 de abril de 2021

Inma Pelegrín: Plantones

 He visto que las cosas

Cuando buscan su centro

Encuentran su vacío.

Federico García Lorca


El otoño pasado 

quedaron olvidadas 

unas pocas castañas en el cesto.

Brotaron como brotan 

las cosas, porque sí. 

Plantarlas fue tan fácil 

como enterrar su carne, 

su voluntad redonda de semilla.

No servirá de nada -nos dijimos-.

Una de ellas creció. Sus cinco vástagos 

desafían ahora esas palabras.

No servirá de nada -volvimos a decir-, 

pues si sobreviviese a este verano, 

habrán de llegar otros 

con otros vientos, otras sequedades 

con las que derrotarla.


La planta continúa indiferente 

a nuestras opiniones.

Supongamos que estamos confundidos 

y que nuestro hipotético ejemplar, 

con su sombra hipotética alargándose 

más allá de la mano que lo injerta, 

contra todo pronóstico, 

alcanzase a cumplir 

mil quinientos inviernos.

(La cifra habitual en estos casos).

Tampoco servirá de nada porque alguien, algún día,

Ver

A su tronco hueco

Y sentirá piedad

Por el castaño inerte y por sí mismo.

Si supiéramos algo de la vida,

Si tuviéramos la menor idea,

Aquí, junto a este tiesto 

De barro desconchado

En el que crece un árbol diminuto,

Al abrigo del porche,

Camino de Marchena,

Buzón número tres,

Estaría el lugar más conveniente

Para quedar callados.




Inmaculada Pelegrín

En Todas direcciones.

Hiperión.

domingo, 28 de febrero de 2021

Mario Míguez: El delfín

 Así como el delfín solea su ágil cuerpo

si un destello de luz lo atrae allá en la altura

y salta y abandona así, por juego, el agua

en un impulso limpio, alegre

y es puro brillo y gracia en superado límite

y vibra pleno, y sólo así respira,

ya en su cielo, por encima del mar,


Así también yo solo, en completo abandono,

dejo a veces el mundo, enamorado

de un destello divino

y asciendo, fiel, un hondo instante

a bañarme en su luz

y doy todo mi amor en el esfuerzo, el juego,

y sólo así respiro, y sólo así 

puede mi corazón seguir latiendo

después de nuevo aquí con alegría.




Mario Míguez

En Difícil es el alba. Antología poética.

Edición de José Cereijo.

Renacimiento.

lunes, 22 de febrero de 2021

Ramón Andrés: Los libros

 Son perros, nos siguen, levantan la pieza,

la cobran, Lo abatido, nosotros.

Si te echan de casa, te los llevas;

toda la jauría. Si alguien te admite en otra,

no entras sin ellos, Están, escarban

en lo que guardas de instinto, Nombres cortos,

rápidos, secos para que te entiendan:

el perro-libro Chéjov, el perro Ibsen,

Nietzsche, Arendt, Blake, Poe, llámalos,

se revuelvan en la tierra humedecida,

como si superan que todo está en ellas

huelen a cuero usado, a cuerda mojada.

Raza o mezcla, dos precios. Dos clases.

Hozan. Está el que jamás se aleja

y el que va sin detenerse monte arriba,

el que responde al ladrido y el que duerme.

Perro Milosz, perro Bishop, Rilke,

no son falderos, vigilan, rastrean

tu pasado, los años hechos ya despojos,

carroña -diría Baudelaire-,

no dejan ni un mes ni un día de desperdicios

lo devoran todo. Poca correa, poco collar,

perro Bachmann, perro Stevens, Heaney,

muerden, muerden el palo que les lanzas,

y lo roen y roen porque es tu vida.


Ramón Andrés, 

En Los árboles que nos quedan.

Poesía Hiperión.