miércoles, 25 de junio de 2014

Antonio Hernández: Nueva York después de muerto


                              (Luis Rosales)

ASÍ QUE ANTONIO, AHORA, ES QUIEN EMPUJA MI SILLA
de ruedas. Si se encarta, también la de María,
y como la vejez es una voltereta en el vacío
que extrae la sonrisa, es más, la carcajada
o el sobrecogimiento, voy a contarles una historia
de teatro o de circo, una historia prevuelo, de embarque
hacia Granada, una historia en la que no andaba Antonio
con nosotros, cuando estaba de moda un concurso
en la tele, popular, chabacano, liposuctor,
en el que la consigna ordenaba: "A jugaaaaar...!"
María cojeando de ambas piernas, yo, telegrafiando
de tan trope y tan lento, y Pepe López Rubio
con un brazo de yeso, en cabestrillo.
Ya en el embarque, ya la procesión
recta, casi camino más allá de las nubes,
insérsicos, mas altas las cabezas, felices
de volver al lugar donde nacimos, cuando
un empleado parecido a Prats, a Joaquín Prats,
el mandamás de la pantalla estúpida,
gritó bien divertido empuñando su chanza
hacia nosotros: "!Hale, a esquiaaaar....!".
Si ya eres viejo -Epícteto lo dijo- guárdate
de no estar prevenido cuando seas llamado.
Nos reímos, no había otro remedio. Qué pocas
personas mayores saben ser jóvenes...
Y el vulgo, ya se sabe, ni disimula, ni perdona,
ni compadece. Menos mal: vimos el Mulhacén
antes de contemplarlo, su compadre Veleta con joroba,
ambos como si fueran tres titanes albinos,
la nieve de Granada frente a mis cinco años,
y a los tres reyes magos de Manhattan reunidos:
Empire, Chrysler y World Trade Center.
Cuando lo supo Antonio no pudo replegarse:
"¿Y no has visto, maestro,  a Federico,
no estará entre las nubes su tumba?".
Es ingenuo y cabal y sabe estremecerse,
marxista a bote pronto y corto plazo,
canela en rama todavía, en bruto
pese a sus muchos años conductores,
y, como en la pregunta, a veces se acaricia
con la cursilería. Llegado un día me traicionará
atribuyéndome sus versos, merodeando por los míos,
por los de Federico, que es más imperdonable.
Pero hasta ahora es él, Antonio a quemarropa.




Antonio Hernández
en Nueva York después de muerto.
Calambur.



viernes, 13 de junio de 2014

Félix Grande: Péndulo Santo



Viejita, espera, yo te ayudo
dame la mano, ayúdame...

Haz memoria conmigo por Entonces,
calle del Prado, Aula Pequeña, cuando eras
la huérfana más guapa de Madrid:
"Ha venido la novia formal de Felicito...
No sé yo, fuma cigarrillos...
¡pero cuánta alegría se le pone en los ojos!"

Era verdad. A cuanto tú mirabas
con tus ojos omnipotentes de candor y perdón
le bortaban irresistibles ramitas de futuro.
Cosas caídas se erguían con presunción de lunes.
Papeles rotos náufragos del charco
se agrupaban inusitados como un libro altanero.
Tristeza que caía en tus manos
quedaba destinada a fenever. ¡Qué destino
de discrepancia en la harina del desconsuelo
ante las travesuras de tu levadura celeste!

Yo era consciente de que hacías milagros.

Respirabas junto al brocal
de las heridas de mi niñez agarrotada
y aquella pus remota, aquel alpiste tóxico
de que se alimentaban mi pena pánica y mi odio arcano
se avergonzaba de su pestilencia: la rata del odio
se escabullía detrás del pareazo del olvido, y a la pena
le caía sobre la cara un diluvio de azúcar

: el Gran Houdini se moría de envidia.

Vino don Antonio Machado
a comprobar si era verdad que en La Cacharrería del Ateneo
una joven republicana, al hablar de La Guerra,
untaba los pezones del porvenir famélico
con la pomada estereofónica de la misericordia.
"¡Don Antonio, que es cierto,
que no le miento, que resulta que a esa chiquilla
le retumba el ruidillo de la piedad
en las palabras españolas!"
...Resucitó en la sombra y en calma y en secreto,
escuchó en calma y sombra tu rumor compasivo,
abrió el interruptor de la bombilla de la Historia
para dar paso a la luz de una lágrima
y nos dijo a los dos su frase favorita: Hoy
es siempre todavía. ...El siempre aquel se columpiaba,
como un péndulo santo, en el reloj del año 1958.
Y en el pulpejo de mi mano izquierda
noté la aparición de una pizca del polen de la Especie:
¿qué es esto de mi mano? ¿qué es esta brizna
premoniciada de fraternidad?

Era la democracia.

...

De cana en cana medio siglo.
De borrasca en borrasca medio siglo.

De siglo en siglo de dolor medio siglo.
La yel del mundo con su medio siglo
rompiéndose los dientes contra sus farallones
de resistencia femenina: el poderío de tus dulces
cantando las cuarenta al ácido de la calamidad.
De beso en beso medio siglo.
De noche en noche esa iluminación
ese prodigio súbito perpetuo
esa presencia de la eternidad:
la criatura que más nos ama de la vida
...mírala qué dispuesta y con cuánta
autoridad nos riñe, al borde
de su angustia conmovedora,
que no quiere la pobre que nos hagamos viejos...
De suerte en regocijo medio siglo.
De carencia en problema medio siglo absoluto
con todos sus días puestos como insignias
de la solapa machadiana, el aprisco
de un siempre Todavía universal, doméstico,
ecuménico, humilde: así son los asuntos
de ese dactilar cósmico que llaman sencillez:
las cuádruples palabras más estremecedoras,
más arcaicas del habla, más revueltas en miel
de aquesta amarga historia de los hombres.
Medio siglo abrazados los dos los tres
a las cuatro palabras más profundas
del lenguaje. ¡Ah, el lenguaje: la cuantiosa
sartén sagrada que alimenta a todos:
la amanecida cena de la tribu!
Alégrate, viejita, dame la mano,
cena conmigo el picatoste
de nuestra marca preferida:
Hoy. Ser. Aún. Perpetuidad... ¡Oh, lenguaje,
oh, lenguaje! ¡Oh donativo cálcico
con sus milenios sitos en la planta del pie!
¡Oh noble hijo imperioso de los cinco sentidos!

Con esa frase en ristre hemos vivido.
Opusimos ese jarabe a la ronquera de la pesadumbre.
Sobre el vinagre de los infortunios vertimos ese arrope.
En el insomnio nos lamió los párpados.
en días carabancheles hacía guardia en la puerta
prohibiendo el paso a los fantasmas de la policía.
El ejército pordiosero de medio siglo de vivir,
con esa frase en su bandera alba
ganaba las batallas de la noche:
las sugestiones negras que taladran las sienes
en lo pozo, en lo pasmo, en lo nocturno,
en lo incaritativo solitario
se disolvían en el sosiego de la palabra Siempre,
de la palabra Todavía, de la palabra Hoy:
el trino de volar en aire eterno.
Con esa frase hemos vivido. Hoy
es siempre todavía.
...Y ahora viejita espera yo te ayudo
dame la mano ayúdame.

Buenos días, don Antonio.
Pruebe este dulce. Fume de mi petaca.
Usted llena mi casa de delfines!

...

"Ha venido la novia formal de Felicito...",
dijo mi madre, en el Poblado
Dirigido de Caño Roto
y en un versículo sonámbulo
del oratorio tiempo de la tribu.
"No sé yo, fuma cigarrillos...", dijo mi madre
mil años antes de morir.

"¡Pero cuánta alegría se le pone en los ojos!",
dijo mamá, casi hoy mi nieta Entonces.
Por entre el lujo incógnito de medio siglo de vivir
ha ido llegando a casa la multitud indescifrable:
canas, arrugas, dietas, achaques: la vejez,
el tragaluz por donde nos es dado
contemplar el hermoso abismo de la vida.





Félix Grande
en Libro de Familia.
Visor poesía.

miércoles, 11 de junio de 2014

Raquel Lanseros: Plegaria del clarividente



Ayúdame, Señor, quien quiera que tú seas,
espectro, voz en off, deidad doméstica,
incógnita, yo schopenhaueriano,
hálito cuántico del cosmos unitario.

El enigma delante, lo irrecuperable
detrás, entre pareces vacías y selladas.
La muerte es un amante insobornable
que ignora veleidades en lo lúbrico.

¿Hay resguardo allá arriba? ¿Algún atajo?
¿Es posible un lugar donde la idea
anticipe a quien ha de concebirla?


Llévame a contemplar la intensidad.
Y dime que no es tarde.
Cierro el portón, que quede bien cerrado.
No me sirven las cosas.
      Todas me son ajenas.

Sé que voy a marcharme sin bolsillos.



Raquel Lanseros
en Las pequeñas espinas son pequeñas.
XXIX Premio Jaén de Poesía.
Poesía Hiperión.

miércoles, 4 de junio de 2014

Strindberg: Correspondencia


De correspondencia, Carta a Siri von Essen, 12 de marzo de 1876, fragmento

¡Querida mía! Cree usted que no tiene talento; cree que tener talento es tener buena cabeza, inteligencia -de ninguna manera-; yo no tengo la inteligencia más aguda, pero sí el fuego: mi fuego es el mayor de Suecia y, si usted quiere, yo le prenderé fuego a esta guarida miserable.

August Strindberg
en Strindberg: Escritor, pintor, fotógrafo.
Nórdicalibros.

domingo, 1 de junio de 2014

Juan de Dios García: Football is over




El secuestro de Quini por la tele,
pan, aceitunas, queso, mortadela,
los cromos de la liga con olores,
plastilina, cacao, sudor, viruta,
N´Kono en el España 82,
Rincón en el 12-1 contra Malta.
Regresando del pueblo en el Ibiza
mientras un locutor pierde salud;
sueño, calefacción, aire pesado,
vapor en los cristales del domingo,
pasan semanas, cursos y partidos,
Camus y el Deportivo Montpensier,
la bufanda culé, la milanesa,
elegir entre un derbi y esa rubia,
entre la Supercopa y el examen
de Crítica Moderna y Comparada,
cabeza de cerdo a los pies de Figo,
papá llorando porque baja el Cádiz
en la sala de espera para quimio.



Juan de Dios García
en Ártico.
Germanía.