sábado, 24 de febrero de 2018
Vicente Velasco: Dos poemas
Ulises
No pierda una oportunidad única.
Demuestre a todos los demás que usted
no va a naufragar donde otros sí lo han hecho.
Al cabo de una larga noche de trabajo
dos cadáveres, dos niños, quizá humanos,
quizá ayer jugaron a imaginar bolas de miel,
surcar los mares.
Al final la vetusta barcaza
no consiguió resistir el envite de las sirenas.
Imaginar nunca fue gratuito
y normalmente los sueños retornan a la realidad.
Vigilia
¿Quién no ama a una flor del desierto?
¿Quién no va a admirar algo capaz
de crecer en el desierto, de mantenerse
vivo, de tener espinas?
Relatadme los ritmos circadianos,
de las incontables noches de vigilia,
de la incuestionable disidencia.
Con todo este ruido de fondo
Sólo queda convertirnos en poema,
nadie a la espera.
Sin señal alguna.
Vicente Velasco Montoya
En Con todo este ruido de fondo o El imperio de las luciérnagas.
Chaman ediciones.
No pierda una oportunidad única.
Demuestre a todos los demás que usted
no va a naufragar donde otros sí lo han hecho.
Al cabo de una larga noche de trabajo
dos cadáveres, dos niños, quizá humanos,
quizá ayer jugaron a imaginar bolas de miel,
surcar los mares.
Al final la vetusta barcaza
no consiguió resistir el envite de las sirenas.
Imaginar nunca fue gratuito
y normalmente los sueños retornan a la realidad.
Vigilia
¿Quién no ama a una flor del desierto?
¿Quién no va a admirar algo capaz
de crecer en el desierto, de mantenerse
vivo, de tener espinas?
Relatadme los ritmos circadianos,
de las incontables noches de vigilia,
de la incuestionable disidencia.
Con todo este ruido de fondo
Sólo queda convertirnos en poema,
nadie a la espera.
Sin señal alguna.
Vicente Velasco Montoya
En Con todo este ruido de fondo o El imperio de las luciérnagas.
Chaman ediciones.
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Chamán edicones,
Literatura española,
Poesía,
Vicente Velasco Montoya
domingo, 18 de febrero de 2018
Ángel Talian: Motel saliendo de Death Valley camino de las Vegas
Las afueras de un desierto son como las afueras
de una gran ciudad seres invisibles que miran
-comen defecan se reproducen mueren-
hacia el centro a la espera sobrevuelan
las fronteras como objetos arrastrándose por un
tornado
como las afueras de la ciudad las afueras
del desierto son etéreas /móviles / nómadas
a expensas de un capricho de la naturaleza
(o los planes arquitectónicos) van y vienen
como si el desierto fuese un mar
y las dunas sus olas y subiese
y bajase
la marea
no hay ni pequeñas ciudades
son sólo absurdas aglomeraciones de
chalets algún restaurante una gasolinera una granja
seres invisbles al borde del desierto
como si un dios hubiese escupido
algunos hombres en medio de la nada
la gente se esconde. En las afueras del desierto
construye empalizadas y se da a la vida
interior en el motel nos damos un baño en la piscina
y nos tumbamos a cincuenta grados a mirar
cómo no pasa nada cómo las horas se van
cómo el desierto sólo es un inmenso reloj
de arena
este lugar es la mejor metáfora de la espera
que jamás he encontrado nadie habla
la piel se seca en dos segundos no soy capaz
de describir el silencio como en las ciudades
estar en las afueras también es estar dentro
del desierto
Ruta 190 en el Dodge, 1 de septiembre 2011
Ángel Talian
En El sol sobre la nieve
Balduque.
de una gran ciudad seres invisibles que miran
-comen defecan se reproducen mueren-
hacia el centro a la espera sobrevuelan
las fronteras como objetos arrastrándose por un
tornado
como las afueras de la ciudad las afueras
del desierto son etéreas /móviles / nómadas
a expensas de un capricho de la naturaleza
(o los planes arquitectónicos) van y vienen
como si el desierto fuese un mar
y las dunas sus olas y subiese
y bajase
la marea
no hay ni pequeñas ciudades
son sólo absurdas aglomeraciones de
chalets algún restaurante una gasolinera una granja
seres invisbles al borde del desierto
como si un dios hubiese escupido
algunos hombres en medio de la nada
la gente se esconde. En las afueras del desierto
construye empalizadas y se da a la vida
interior en el motel nos damos un baño en la piscina
y nos tumbamos a cincuenta grados a mirar
cómo no pasa nada cómo las horas se van
cómo el desierto sólo es un inmenso reloj
de arena
este lugar es la mejor metáfora de la espera
que jamás he encontrado nadie habla
la piel se seca en dos segundos no soy capaz
de describir el silencio como en las ciudades
estar en las afueras también es estar dentro
del desierto
Ruta 190 en el Dodge, 1 de septiembre 2011
Ángel Talian
En El sol sobre la nieve
Balduque.
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Ángel Talián,
editorial balduque,
Literatura española,
Poesía
sábado, 17 de febrero de 2018
Agustín Pérez Leal: Ronda
¿Y si el amor no fuese sino un fruto
Quebrado por las aguas del invierno,
Una granada abierta
Por una oscura grieta vertical
Que va cediendo granos a los tordos;
Que se va desangrando,
Que se va,
Sólo un fruto sanado -pero vivo-
De leñosa corteza triste, gris,
Manchada de oro y púrpura dormidos;
Un fruto abandonado de su dueño,
Nacido de la luz y de la tierra
Yerma, ese fruto
Capaz de transformar la dens arcilla
Salobre en fresca miel,
En azúcar astuta y palpitante
Dividida en porciones bien soñadas
Del tamaño preciso
Para el pico de un pájaro?
¿Y si al final, telilla delicada,
Carcasa gris, reseca, y si al final
No hablamos del amor
Ni de sus frutos
Y estaba figurándome la muerte?
Un tordo mensajero
Visita la granada,
Su roja y fresca miel;
Su corazón raspado, siempre alerta.
Alza, furtivo, el vuelo.
Granados brotarán,
Quién sabe dónde.
Agustín Pérez Leal
En Tú me mueves.
Pre-textos.
XXIX Premio Internacional de Poesía Antonio Oliver Belmás.
Quebrado por las aguas del invierno,
Una granada abierta
Por una oscura grieta vertical
Que va cediendo granos a los tordos;
Que se va desangrando,
Que se va,
Sólo un fruto sanado -pero vivo-
De leñosa corteza triste, gris,
Manchada de oro y púrpura dormidos;
Un fruto abandonado de su dueño,
Nacido de la luz y de la tierra
Yerma, ese fruto
Capaz de transformar la dens arcilla
Salobre en fresca miel,
En azúcar astuta y palpitante
Dividida en porciones bien soñadas
Del tamaño preciso
Para el pico de un pájaro?
¿Y si al final, telilla delicada,
Carcasa gris, reseca, y si al final
No hablamos del amor
Ni de sus frutos
Y estaba figurándome la muerte?
Un tordo mensajero
Visita la granada,
Su roja y fresca miel;
Su corazón raspado, siempre alerta.
Alza, furtivo, el vuelo.
Granados brotarán,
Quién sabe dónde.
Agustín Pérez Leal
En Tú me mueves.
Pre-textos.
XXIX Premio Internacional de Poesía Antonio Oliver Belmás.
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Poesía
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