ALGUIEN está bailando en la azotea
sin que lo mire nadie. Está desnudo.
Sus brazos piden lluvia;
sus pies pisan el fuego
de un sol que se demora.
Alguien baila en lo alto de una casa.
Su voz es como el aire,
transparente;
su esfuerzo se evapora
y alimenta las nubes.
Alguien está bailando en la azotea
con un ritmo distinto al de los cláxones.
Quizá espera que el viento lleve un día
su canción por el mundo o caiga al suelo
su soledad en forma de tormenta.
Alguien está bailando en la azotea
sin que lo mire nadie. Por debajo
pasa el tren impasible de la vida.
Antonio Rodríguez Jiménez
en Bailando en la azotea.
Renacimiento.