Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fueran
ridículas.
En mis tiempos también escribí cartas de amor,
como las demás,
ridículas.
Cuando hay amor, las cartas de amor
tienen que ser
ridículas.
Y es que, en fin,
solo las criaturas que no han escrito jamás
cartas de amor
son las que son
ridículas.
Quién volviera a aquel tiempo en que escribí,
sin darme cuenta,
cartas de amor
ridículas.
La verdad es que hoy
mis recuerdos de aquellas cartas de amor
son los que son
ridículos.
(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas.)
Fernando Pessoa
en Antología de Álvaro de Campos
Alianza Editorial
Traducción de José Antonio Llardent.
3 comentarios:
pues si es así... a mí me gustan las ridiculeces.
Quien sino va a publicar esto, un enamorado de la vida sin miedo al ridículo. Por que, ¿Qué es el orgullo? El orgullo es una mierda
Hola, Antonio:
Voy a ver si soy capaz de leer todo lo que hay escrito.
Me gusta eso de los lápices de colores...
Saludos
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