jueves, 9 de diciembre de 2010

La casa apuntalada


He despertado a gritos a todos los fantasmas de la casa,
turbado y empapado de temores, de glacial soledad:
cuando traías el viento de la cale, ese perro apaleado,
y llegabas con las medias verdades;
te desnudabas como los forajidos
y -con todos los olores de la noche en tu pelo-
te desliabas entre las sábanas, querido polizón.

Aquella mañana de enero en la floristería,
cuando compraste un manojo de líquenes
y me dijiste "son las flores del búnker",
debí de comprender que aquel verano duraba demasiado.
Segundos después -frágil y oceánica-
te lanzaste a mi boca como un trago de niebla
hast mezclarte de nuevo en mi sustancia.

Y los fantasmas, uno a uno, como reclutas medio adormilados
han pronunciado tu nombre en ayunas.
Y ese nombre, en otro tiempo luminoso y frutal,
ahora sonaba a gatos muertos flotando en la piscina,
úlceras, zapatos con escorpiones, mercados albaneses...
medias mentiras y medias verdades...
!Dios, cómo olía tu nombre a cloroformo
y qué fuerte se hacía la ventisca
entre las grietas!
Dudas apuntaladas, flores apuntaladas,
sílabas del desguace.

Por eso no te sorprendas si al descolgar el teléfono
cualquier día de estos, después del aguacero,
mi voz -impostada para la ocasión- te invita a un café,
para, por fin, con el sol cegador de un óleo de Sorolla,
ver salir de tus labios el gorrión oxidado de la sinceridad;
y, con dolor de siglos, soltar el aire agónico,
respirar con alivio, apagar la linterna,
y conocer sin más veladuras ni silencios quirúrgicos
por qué nos hicimos tanto daño, por qué...

O por el contrario -sería muy cruel- seguir abriendo
y hurgando en las matriuskas;
toda una vida coleccionando lágrimas en frascos de chanel,
congregando en mitad de la noche, bañado en sudor,
a todos los fantasmas de la casa apuntalada;
y con ellos el viento en las perreras,
el careo con las sábanas parlantes
y las piscinas pútridas de las medias verdades
y las medias mentiras
entre las sombras del jardín.

Ángel Petisme
en Constelaciones al abrir la nevera.
Poesía Hiperión.

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