jueves, 7 de abril de 2016

David Sarrión: La luz



Hoy regresa a casa ocupando un océano
que ha sido atravesado por la luz.
RUBÉN MARTÍN DÍAZ


El mundo dejó de oler un día de resaca.
al despertar me cegó el reflejo del atardecer incrustado en una ventana que poesía una cantidad incontable de horas de flaqueza.
El transcurso de la tarde estuvo bañado en caricias. Cumpliendo cuentas pendientes con mi rostro cotidiano. Materializaba alguna sonrisa indisciplinada, tímida y hueca, discutiendo en voz alta por los pasillo del supermercado sobre el menú que iba a degustar cuando llamara a mi puerta la fuerza del hambre.

Mientras que eso ocurría analicé mi vida, recaí en la ingestión de algún producto químico sin importancia y hablé contigo, aunque ya no eras la misma.
(Llegué a notar la sensación de alivio cuando colgué).

Mis manos lejos del deseo, gritaba yo, cuando la fuerza del hambre surcó mi cerco, con cierto aire reposado, confirmando que ningunos ojos son los mismos después del cuarto (o quinto) parpadeo.
Me di un festín con los recuerdos más dulces de nuestro paso por la vida. Traté de no excederme con la sal al reducir una salsa transgénica de lágrimas. Descongelé los miedos y mezclé los platos rotos para elaborar un postre con verdades. Después guardé la siesta en un cajón seis horas. Y ahora cuando ya no huele mal el mundo soy capaz hasta del hablar cuando hay alguien ami lado.

David Sarrión Galdón
en Breve teoría del desastre.
Huerga & Fierro editores.

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