domingo, 8 de mayo de 2016

Antonio Rodríguez Jiménez: Dos poemas

AVES MIGRATORIAS

Ya regresan las aves migratorias.
Vuelven de los helados humedales del norte,
de las estepas rusas.
Pero ellas poco saben
de la estela irisada de los barcos
que blanden la amenaza.
No encontraron inhóspitas las tierras
cercadas por la muerte.
Llegan a esta península intermedia
entre África y Europa
y no verán tampoco las señales
de la degradación. Tan solo siguen
las líneas de la costa,
la masa informe de las cordilleras.
Ellas son libertad y cuando ceden
al fin ante el cansancio
nada se altera; no es de nada símbolo
su cuerpo en la caída
hacia lo mineral, con la pureza
de toda finitud.


El NADADOR

Soy como el nadador que empieza a hundirse
y aún puede ver la luz, la luz en torno
penetrando las aguas que se cierran.
¿Y para qué este aire?
¿Para un último grito imposible?
Inalcanzable luz, palabra muda,
palabra ahogada, muerta en el silencio.

La gravedad lo arrastra lentamente
hacia el fondo vacío, hasta la página
en blanco; y se sumerge
para siempre vencido, para siempre
incompleto, despacio, muy despacio,
como si no estuviera tan lejos de alcanzarla:
la claridad al fin, la transparencia.



Antonio Rodríguez Jiménez
en Los signos del derrumbe.
Poesía Hiperión.

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