miércoles, 27 de abril de 2016

Rafael Espejo: Cuatro poemas

DÍA

He sacado una silla al balcón
y me he sentado a vivir.

Crece hierba de infancia en los tejados,
donde siempre es domingo.

Y eso me reconcilia
también con el futuro.

¿O soy yo, que sonrío?

Definitivamente
no tiene vértigo la mala hierba:

sube su verde claro,
que su vida es subir.

Incluso las ya secas,
de cálido amarillo,

se mantienen en pie,
pincelando el paisaje.

Hoy va a ser un buen día
de sol y nubes blancas,

respirará su luz
favorita la hierba.

Sentado en una silla con balcón
siempre es domingo.




NATURALEZA VIVA

UNA fuente de frutas
con zumo de naranja, miel y ron

después de aparearnos variamente
en el sofá y la cama
una mañana fresca de domingo.

Y como un ocio de la primavera
por la ventana
ha entrado una calandria en nuestro cuarto.




DEL BUEN APETITO

MIENTRAS troceo los calabacines
en dados imperfectos

tú cantas lo que canta
una italiana desde el transistor.

En la sartén
el aceite festeja la cebolla
con burbujas, la doran en seguida:
dramática belleza.

Tú sigues deambulando por las habitaciones,
de rama en rama como una calandria
absorta en su piar.

El tomate hace aguas,
los ajos machacados beben agua
de tomate.

Pasas por la cocina
silbando un estribillo.
Me abrazas por detrás:
¿estás pensando en mí?

En la sartén el huevo
envuelve de placenta las verduras.

Revuelto con espárragos, te digo.

Me besas: Yo también.




PRIMER ADIÓS A UNO DE LOS MÍOS

SOBRE mi cama
qué postizo
                  y qué afín
tu cadáver. Virginia.

No era carne en alerta
ni espíritu en reposo.

No lo toqué, o quise.
¿Qué podía decirle
a un no-tú tan absurdo?

Pero sí, lo comprendo,
ya es difícil morir
como para ocuparse
de que el cadáver signifique algo.

Nada.

Quizá por eso
me hechizaba tu muerte, me aturdía
su perfección,
su antimilagro puro.




Rafael espejo
en Hierba en los tejados.
Pre-textos.

jueves, 7 de abril de 2016

Javier Temprado Blanquer: I



Abres la puerta. Lees los nombres
en el buzón. No los conoces.
No intuyes su rostro bajo el metal.

Y te sientes extranjero.
Piensas
en cuánto tiempo hace
que no te llaman por tu nombre.

Y encajas tu ruptura.

Te desligas del pasado.



Javier Temprado Blanquer
en Los vértices del tiempo.
La isla de Siltolá

David Sarrión: La luz



Hoy regresa a casa ocupando un océano
que ha sido atravesado por la luz.
RUBÉN MARTÍN DÍAZ


El mundo dejó de oler un día de resaca.
al despertar me cegó el reflejo del atardecer incrustado en una ventana que poesía una cantidad incontable de horas de flaqueza.
El transcurso de la tarde estuvo bañado en caricias. Cumpliendo cuentas pendientes con mi rostro cotidiano. Materializaba alguna sonrisa indisciplinada, tímida y hueca, discutiendo en voz alta por los pasillo del supermercado sobre el menú que iba a degustar cuando llamara a mi puerta la fuerza del hambre.

Mientras que eso ocurría analicé mi vida, recaí en la ingestión de algún producto químico sin importancia y hablé contigo, aunque ya no eras la misma.
(Llegué a notar la sensación de alivio cuando colgué).

Mis manos lejos del deseo, gritaba yo, cuando la fuerza del hambre surcó mi cerco, con cierto aire reposado, confirmando que ningunos ojos son los mismos después del cuarto (o quinto) parpadeo.
Me di un festín con los recuerdos más dulces de nuestro paso por la vida. Traté de no excederme con la sal al reducir una salsa transgénica de lágrimas. Descongelé los miedos y mezclé los platos rotos para elaborar un postre con verdades. Después guardé la siesta en un cajón seis horas. Y ahora cuando ya no huele mal el mundo soy capaz hasta del hablar cuando hay alguien ami lado.

David Sarrión Galdón
en Breve teoría del desastre.
Huerga & Fierro editores.

sábado, 26 de marzo de 2016

Nuno Judice: Guía de cuentas


Deshilvano un rosario de conjunciones
en los dedos de la memoria. Pero
se rompe el hilo y las cuentas deslizan
por el pavimento de la página. Las viejas
de los rostros deshechos por el ocaso corren
tras ellas y las recogen,
sin saber para qué sirven. Espero
a que se duerman para robárselas, oyendo
de sus labios susurros de palabras
dispersas de la frase del sueño. En el patio,
entre tablas amontonadas pura
arder dentro del horno del pan, un reflejo
templado de la luna atraviesa los muros de piedra,
atrayendo hacia fuera de sus huevos de musgo las lagartijas.
Y no veo el camino hacia donde el destino
me lleva; pero voy dejando tras de mí
las cuentas que señalan el tiempo de mis pasos.
Si me pierdo, guiarán mi regreso-
como si el viento y los animales nocturnos
no las fuesen a dispersar muy lejos de mi vista,
y yo no me alejase cada mañana, más y más del patio
de mi infancia.



Nuno Judice
en El fruto de la gramática.
Valparaíso ediciones.

domingo, 13 de marzo de 2016

Lucía Plaza: No life vest un der your seat




(27º 06´N/ 13º 25´W/ LAAYOUNE)

Señores pasajeros
-o más bien sombras-
Recuerden deslizarse en silencio bajo noches sin luna
Recuerden ocupar el mínimo espacio respirar lo justo
No preferir ningún sonido
Aún siendo de dolor miedo o amenaza

Recuerden también pagar con su vida
Este billete sin retorno hacia una herida abierta
Viajando a una velocidad
                                             De unos pocos nudos
A merced de los vientos y corrientes submarinas

Sin salidas de emergencia
                                             Sin ventanillas
Burlando todo tipo de normas internacionales

Señores pasajeros
                               No olviden
Que viajan con sus sueños como único equipaje
No haciéndose responsable la sociedad ni la empresa

Si éstos aparecen rotos o mojados
Flotando en alta mar
Bajo el amanecer violeta


Lucía Plaza Díaz
En Lonely planet. Planeta solitario.
Fractal poesía,

lunes, 29 de febrero de 2016

Andrés García Cerdán: Si tienes miedo


ACUÉRDATE del sur y de los años
felices cuando tengas miedo. Acuérdate
de las cosas hermosas que has vivido,
de la clara paciencia de los árboles,
de la fiebre que ardió en tus ojos porque
tenías sus abrazos puros, todo
el calor sin fisuras de su boca.
Si  tienes miedo, piensa en la mañana
que te vio volar por Carnaby Street
exultante y transida de placer,
loca de amor. Los días te lo dieron
todo y ahora esperan más de ti,
más aún: la codicia, la fragancia,
la alegría y las fuerzas, el valor,
el libre movimiento de tu pelo
que hará desvanecerse la ruindad
de la historia en sus brillos. Si te sientes,
alguna vez, triste, recuerda el cielo
de Marsella o sal a las calles blancas
con los ojos abiertos, dispuesta para todo.
Haz tuyo para siempre el día
en que todo vibraba a tu lado
o abre, con todo tu encanto, un libro
y en voz alta lee, para tus adentros,
el poema que canta los deleites,
los frutos y las rosas del jardín de Epicuro.

Andrés García Cerdán
En Barbarie.
Ediciones Rialp.

lunes, 8 de febrero de 2016

José María Álvarez: XIX

¿Qué puede uno decir?... Es LA GRAN CIUDAD que ya cantó el Romance de Alfonso V. Como escribe con Platen: REMDLING; KOM IN DAS GROBE NEAPEL.

VENÍAMOS de Caserta.
En Posillipo empezó el viento.
Pronto rugía entre los árboles,
erizaba la mar, su verdor se hizo negro.
Alguien dijo: Vamos a la Certosa,
con este temporal será glorioso, imaginaos
Castellamare desvaneciéndose en la lluvia.
Aún siento aquel bramar
del viento, los árboles como vivos,
el olor que subía de las aguas.
Masticabas el mar.
El roce de mis manos, protegiéndome
en el tronco de un fresno,
ese árbol consagrado a Poseidón.
La tarde fue cerrándose
en una obscuridad
embalsamada, gélida.
Los cielos de Giorgone rajados por relámpagos
de fuego frío.
De pronto, todo se detuvo.
Cesó el mar.
Misteriosamente, la bahía
parecía esmerilada.
Y Nápoles brillaba,
su resplandor de puta
fastuoso, sucio, y más allá
el Vesubio, siimpre ahí con la Muerte.
Nos estaba diciendo:
Puedo echaros a los perros cuando quiera.
¿Qué sois, sombras?
¿Habéis olvidado el sabor del miedo?
Y en ese instante, como saliendo
de pedazos de las entrañas
del mar,
entonces ascendió la Luna.
Una Luna inmensa.
Estuve mirándola mucho tiempo,
fundiéndome con ella.
Era más que la Muerte.
Como una perla brillando
en el fondo de una llaga.




José María Álvarez
en Seek to know no more.
Renacimiento.