miércoles, 7 de julio de 2021
Joan Margarit: Las dos nevadas
jueves, 17 de junio de 2021
Rubén Martín: Las ruinas
RECUERDO un bosquecillo a las afueras
de la ciudad de infancia,
muy cerca, casi al lado del psiquiátrico,
detrás del instituto
al que todos llamábamos La Uni,
y a unos doscientos metros separado
de la antigua autovía.
Aquel frondoso bosque
de cuento o de película de medo;
aquella selva joven que al llegar nos nombraba
con voz de bruja buena,
de sirena engañosa;
aquel inhóspito lugar donde la noche
ocupaba sus hojas también durante el día;
aquella oscuridad de ramas secas,
curvadas en el aire, macilento y escaso.
Pero detrás de su espesura, todavía peor:
un camino harapiento entre bancales
complacidos de cardos
y al fondo la silueta de una fábrica en ruinas.
Recuerdo aquella cruz de madera tallada
en mitad del camino.
Recuerdo las pintadas con motivos satánicos
extendidas por todas las paredes
siniestras.
Y a veces, cuando sueño muy profundo
y bajo al corazón de la memoria,
recuerdo todavía
las sombras que sin cuerpo deambulaban
por las altas ventanas de la imaginación.
Rubén Martín Díaz
en Un tigre se aleja.
Renacimiento.
domingo, 13 de junio de 2021
Antonio Rodríguez Jiménez: Poética
Los científicos captan las señales de radio
De una extraña galaxia.
Exactamente, cada doce días,
Registran unas ráfagas
Que duran otros cuatro.
Dos estrellas se funden en el fondo
De un agujero negro
Y alguien a mil quinientos
Millones de años luz recoge breves
Retazos de sonido.
Aquí tienes tu oficio:
Evoca la poesía que escribe el universo.
Antonio Rodríguez Jiménez
En Nuestro sitio en el mundo.
Eolas ediciones.
Ana Luísa Amaral: Dos poemas de What's in a Name
LO QUE NO HAY EN UN NOMBRE
Sentada ante esa mesa, el balcón a la derecha,
como de costumbre,
pienso en mi hija y en el nombre que le pusimos
su padre y yo, cuando nació
Un nombre es cosa del discurso y la palabra,
tan espeso como esas hojas, que, si pudieran mirar,
desde aquella maceta me contemplarían
preguntándome por qué se llaman así
No obstante, no fui yo la que escogió el nombre de la flor
a la que pertenecen esas hojas:
el nombre ya existía, alguien pensó en él
mucho antes que yo, y fue sin duda a partir del latín,
sólo después: la costumbre
pero nada natural hay en un nombre:
como una prenda, un hábito, normalmente para la vida entera,
no hace más que cubrir
la desnudez en que nacemos
Con mi hija,
lo más hermoso de todo, la mayor deflagración
de amor, fue mirar sus ojos,
sentir el tacto en estambre
de sus dedos, tan finos
ésos: aún sin nombre,
pero de una oncotrolable
perfección entera
APRENDIZAJE
La bicicleta era cromada y negra,
Tenía en el manillar un listón ancho circundando
La Navidad y ruedas generosas
Como parecía el mundo
Yo, la mañana siguiente,
Sin saber mantener una ruta pareja,
A mi lado mi padre, sosteniendo el sillín,
Su mano: ardiente hilo de plomada
En ardiente confianza
Después era su voz entrecortada
Por el puro cansancio de correr,
Tratando de alinear la bicicleta
Hoy, tras muchos años de gestos paralelos,
Mi hija en otros caminos,
Mi mano corrigiendo desviaciones de más modernas ruedas,
Entiendo al fin que era emoción lo que se oía
En la voz interrumpida de mi padre:
Miedo a que me cayera,
Aun sabiendo que eran cortas las caídas,
Pero ante todo la ternura de verme allí,
Entrando en el mundo de los mayores,
En débil equilibrio
Al borde de la salida circular de la infancia
Ana Luísa Amaral
En What´s in a Name.
Poesía sexto piso.
Traducción de Paula Abramo,
lunes, 7 de junio de 2021
Louise Glück: Un jardín de verano. Parte I
I
Hace bastantes semanas descubrí una fotografía de mi madre
sentada al sol, la cara enrojecida como por un logro o un triunfo.
El sol brillaba. Los perros
dormían a sus pies donde también dormía el tiempo,
calmo e inmóvil como en todas las fotografías.
Le quité el polvo al rostro de mi madre.
De hecho, el polvo lo cubrían todo; me parecía que era la persistente
neblina de nostalgia que protege todas las reliquias de la niñez.
Al fondo, una mezcla de mobiliario urbano, árboles y arbustos.
El sol descendía en el cielo, las sombras se alargaban y se oscurecían.
Cuanto más polvo quitaba, más crecían las sombras.
Llegó el verano. Los niños
se inclinaban sobre la rosaleda, sus sombras
se fundían con las sombras de las rosas.
Me vino una palabra a la cabeza, referente
a este desplazamiento y cambio, estas borraduras
que ahora resultaban obvias;
surgió, y con la misma rapidez desapareció.
¿Era ceguera u oscuridad, peligro, confusión?
Llegó el verano, luego el otoño. Las hojas cambiaban,
los niños eran puntos brillantes en una masa bronce y siena.
Louise Glück
en Noche fiel y virtuosa.
Traducción de Andrés Catalán.
Colección Visor de Poesía.
martes, 6 de abril de 2021
Juan Marqués: Barcarola del puente de Vallecas.
No estoy comprometido
Con el mundo, sólo con
Una idea de todo
Que es un poco platónice:
Las cosas en su orden brillan más,
Con una luz ideal
Que no es nada ilusoria.
Me sobra superficie, tengo mala memoria:
Todos los días doy
Limosnas al Olvido, monedas
A Caronte, pero sigo
Acumulando cosas que olvidar:
Hoy he ido a ver Los
Increíbles 2; ya no
Recuerdo nada,
Pero Bruno reía mientras Vera
Se me abrazaba, le daba miedo el malo,
Un tal “Rapta-pantallas” (bendito seas tú,
“Rapta-pantallas”, que hiciste que
Mi niña me abrazase...) Mi padre
Me lo dijo: “no disfrutas las cosas
Que te ocurren, te has malacostumbrado!. Vivo
De lo que leo y escribo
Lo que vivo: no es fácil trabajar
Con impacientes, me cuesta estar conforme
Con vuestra realidad: el mismo andén, ya sé,
Pero hacia el otro lado.
Juan Marques
en Diez mil cien.
Vandalia.
domingo, 4 de abril de 2021
Inma Pelegrín: Plantones
He visto que las cosas
Cuando buscan su centro
Encuentran su vacío.
Federico García Lorca
El otoño pasado
quedaron olvidadas
unas pocas castañas en el cesto.
Brotaron como brotan
las cosas, porque sí.
Plantarlas fue tan fácil
como enterrar su carne,
su voluntad redonda de semilla.
No servirá de nada -nos dijimos-.
Una de ellas creció. Sus cinco vástagos
desafían ahora esas palabras.
No servirá de nada -volvimos a decir-,
pues si sobreviviese a este verano,
habrán de llegar otros
con otros vientos, otras sequedades
con las que derrotarla.
La planta continúa indiferente
a nuestras opiniones.
Supongamos que estamos confundidos
y que nuestro hipotético ejemplar,
con su sombra hipotética alargándose
más allá de la mano que lo injerta,
contra todo pronóstico,
alcanzase a cumplir
mil quinientos inviernos.
(La cifra habitual en estos casos).
Tampoco servirá de nada porque alguien, algún día,
Ver
A su tronco hueco
Y sentirá piedad
Por el castaño inerte y por sí mismo.
Si supiéramos algo de la vida,
Si tuviéramos la menor idea,
Aquí, junto a este tiesto
De barro desconchado
En el que crece un árbol diminuto,
Al abrigo del porche,
Camino de Marchena,
Buzón número tres,
Estaría el lugar más conveniente
Para quedar callados.
Inmaculada Pelegrín
En Todas direcciones.
Hiperión.