LA NOVIA DEL NEGRO
Y ahí, sobre cojines de sangre oscura, descansa,
la nuca rubia de una mujer blanca.
El sol le ardía en los cabellos,
ascendía lamiéndole los muslos blancos,
se arrodillaba ante sus pechos, más morenos,
todavía no desfigurados por vicios y partos.
A su lado, un negro, destrozados por una coz
los ojos, la frente. Metía el tío este
dos dedos de su sucio pie izquierdo
en uno de sus oídos, orejita blanca.
Ella, sin embargo, dormía echada ahí, como una novia,
pegada a la dicha del primer amor
y a la espera de partir hacia múltiples viajes celestiales
de la joven y ardiente sangre.
Hasta que le
hundieron el cuchillo en la blanca garganta,
hasta que le echaron a la cintura
un delantal púrpura de
sangre muerta.
NADA QUE LAMENTAR
En aquella pequeña cama, casi una cama de niño, murió la Droste
(se puede ver en el museo en Meersburg),
Hölderlin, sobre este sofá, en la torre del carpintero,
Rilke, George, parece que en hospitales suizos,
en Weimar, los grandes ojos negros de Nitetzche reposaron
sobre una almohada blanca,
hasta la última mirada;
ahora, nada más que trastos viejos, o ni siquiera existentes,
algo indeterminable, insustancial,
en eterna descomposición indolora.
Llevamos en nosotros la semilla de todos los dioses,
el gen de la muerte y el gen del deseo:
quién las separó: las palabras y las cosas,
quién los mezcló: los tormentos y la cama
sobre la que estos encuentran su fin, madera con arroyos de lágrimas:
por unas horas, hogar miserable.
Nada hay que lamentar. Demasiado lejos, demasiado extenso,
demasiado inasibles la cama y las lágrimas,
ni sí ni no,
nacimiento y dolor del cuerpo y fe,
un borbotar, sin nombre, un deslizarse fugaz,
algo supraterrenal, que surgió en sueños,
conmovió la cama y las lágrimas...
!Duérmete!
ESCUCHA
Escucha, así será la última noche
en la que aún puedas salir: te fumas tu “Juno”,
te tomas tus tres cervezas “Würzburger Hofbräu”, lees cómo
ve el “Spiegel” la ONU, estás sentado solo
Frente a una mesita, redondez completa,
muy cerca de la calefacción, pues te gusta el calor.
Alrededor de ti, la humanidad y sus excreciones,
el matrimonio y su dichoso perro.
No eres más, no hay casa ni colina que puedas llamar tuya
para soñar en terreno soleado
siempre aprisionado entre paredes bastante estrechas
desde tu nacimiento hasta esta noche.
No has llegado a más, pero Zeus y todo el poder,
el universo, los grandes espíritus, todos los soles
también por ti han sido, han pasado también por ti,
no has llegado a más, acabado como empezado,
la última noche...!Buenas noches!
Gottfried Benn
En Antología poética.
Edición bilingüe de Arturo Parada.
Cátedra. Letras universales.
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