COMO ASEGURABA KARL KRAUS, PUEDE QUE LA MUJER SEA UN SATISFACTORIO SUCEDÁNEO DE LA MASTURBACIÓN, PERO ESO REQUIERE UNA IMAGINACIÓN DESBORDANTE. Y COMO DICE SAINT-SIMON -AUNQUE CREO QUE ÉL SE REFIERE A LA DUQUESA DE BERRY-, ERA LA SIRENA DE LOS POETAS, CON TODOS SUS ENCANTOS Y TODOS SUS PELIGROS.
DEVÓRAME, hija de la gran puta.
Mientras me corro sentir tus dientes de odio
y esos ojos obscuro como topacios fríos.
Chúpamela con esos labios
párpados de la Muerte.
Que sea lo último que vea.
Devórame así,
sin quitarte esa falda
viciosa, esa bisutería infernal.
Besar tus ojos, oler tu pelo,
esas axilas donde sombrea un vello mal rasurado,
morder ese vientre omnipotente,
esos mulos ambiciosos.
Así, como estás.
Entrar en tu coño
como debieron adentrarse
en la luz de Asia los caballos de Alejandro.
Y entonces te das cuentas:
No le hablas a nadie. Estás hablando
solo. Ella no te escucha.
No huele, no respira, su carne no se estremece.
Es una fotografía.
el cartel de una película.
Pero hay algo en esa fotografía...
Como una mano de huelo que te estrujara
las tripas.
Una belleza nueva. La Belleza de este
siglo.
Brutal. Pero te excita.
Despreciable. PEro la
deseas.
Y ahí está. Esperándote.
Para que te encanalles en la vulgaridad,
busques a ese que también eres tú
en el sabor de lo sucio, lo turbio, lo bestial.
Diosa de polígono
Industrial, ninfa de hamburguesería, sirena
de botellón,
Dido de grandes superficies
y parkings monstruosos.
Tan brutalmente hembra de deseo.,
Esa Nada de su mirada es hermosa,
sin futuro ni pasado.
Pero Helena de Troya cuando brillan
sus muslos
en la luz de un water de discoteca,
sobre el capó de un coche bajo la Luna.
Ah la Echegui en esa fotografía.
Su talento de actriz
+ el rugido de su cuerpo
+ mise en scène por Bigas Luna
+ eso que los arrastraba
más allá de ellos mismos; esa fuerza
letal
de la sexualidad nueva, ese insecto atrapado en ámbar.
Ah la Echegui en ese cartel.
Hija del photoshop que para siempre
así la entrega a nuestros sueños más lascivos.
Neón en vena.
Esa Diosa asesina.
Una fotografía ante la que soñar
con placeres feroces.
Y masturbarse, masturbarse, masturbarse.
Oh sagrado sightseeing.
José María Álvarez
en Como la luz de la luna en un martini.
Renacimiento.
DEVÓRAME, hija de la gran puta.
Mientras me corro sentir tus dientes de odio
y esos ojos obscuro como topacios fríos.
Chúpamela con esos labios
párpados de la Muerte.
Que sea lo último que vea.
Devórame así,
sin quitarte esa falda
viciosa, esa bisutería infernal.
Besar tus ojos, oler tu pelo,
esas axilas donde sombrea un vello mal rasurado,
morder ese vientre omnipotente,
esos mulos ambiciosos.
Así, como estás.
Entrar en tu coño
como debieron adentrarse
en la luz de Asia los caballos de Alejandro.
Y entonces te das cuentas:
No le hablas a nadie. Estás hablando
solo. Ella no te escucha.
No huele, no respira, su carne no se estremece.
Es una fotografía.
el cartel de una película.
Pero hay algo en esa fotografía...
Como una mano de huelo que te estrujara
las tripas.
Una belleza nueva. La Belleza de este
siglo.
Brutal. Pero te excita.
Despreciable. PEro la
deseas.
Y ahí está. Esperándote.
Para que te encanalles en la vulgaridad,
busques a ese que también eres tú
en el sabor de lo sucio, lo turbio, lo bestial.
Diosa de polígono
Industrial, ninfa de hamburguesería, sirena
de botellón,
Dido de grandes superficies
y parkings monstruosos.
Tan brutalmente hembra de deseo.,
Esa Nada de su mirada es hermosa,
sin futuro ni pasado.
Pero Helena de Troya cuando brillan
sus muslos
en la luz de un water de discoteca,
sobre el capó de un coche bajo la Luna.
Ah la Echegui en esa fotografía.
Su talento de actriz
+ el rugido de su cuerpo
+ mise en scène por Bigas Luna
+ eso que los arrastraba
más allá de ellos mismos; esa fuerza
letal
de la sexualidad nueva, ese insecto atrapado en ámbar.
Ah la Echegui en ese cartel.
Hija del photoshop que para siempre
así la entrega a nuestros sueños más lascivos.
Neón en vena.
Esa Diosa asesina.
Una fotografía ante la que soñar
con placeres feroces.
Y masturbarse, masturbarse, masturbarse.
Oh sagrado sightseeing.
José María Álvarez
en Como la luz de la luna en un martini.
Renacimiento.
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